SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 29 de julio de 2018

¿Cómo encontrar la causa emocional de los problemas?



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Analizando el  problema

Responde por escrito a las siguientes preguntas:

1. ¿En qué área de tu vida no te sientes cómodo/a?

2. ¿Cómo lo sabes, describe qué síntomas tienes que indican tu incomodidad?

3. ¿Cuáles son tus sentimientos con respecto al área de tu vida que describes?

4. ¿Hay alguna persona que en tu presencia o al pensar en ella  dispara los sentimientos que acabas de comentar?

5. ¿Esa persona que  dispara esos sentimientos, te recuerda a alguien de tu familia de origen? ¿Quién o quiénes?

6. ¿Hay algún acontecimiento externo que desencadena los sentimientos?

7. ¿Esto que sientes, te recuerda a algo de tu niñez? ¿Qué te recuerda?
Repasa la lista de síntomas, emociones, personas y situaciones e intenta recordar memorias a lo largo de tu vida en las que experimentases algo parecido.



Habla con tu problema

Otra manera de analizar el problema es “personificándolo”:

Sigue estos pasos:

• Imaginas a tu problema delante de ti con un rostro y pregúntale:

 ¿Quieres decirme algo?

 ¿Cómo te sientes?

 ¿Cuál es tu función? 

 ¿De qué me proteges? 

 ¿Qué les dirías a las personas con las que me relaciono?

 ¿Qué te responderían esas personas? 



Ahora pregúntate a ti mismo/a  mirando el rostro de tu problema.

 ¿Qué haría si no te tuviese?

 ¿Qué te diría? 

 ¿Qué te tendría miedo a decir? 

 ¿Por qué quiero que sigas ahí?

 ¿Qué tendría de  malo de sanar?

 ¿Qué podría hacer yo por ti?


El objetivo de todo el diálogo es identificar y apuntar las respuestas emocionales e intenta recordar cuándo las sentiste antes en tu vida, para comprender que se trata de un patrón y que tiende a salir de manera inconsciente, repitiendo situaciones hasta que tomes conciencia de el y puedas sanarlo.

www.centroelim.org




sábado, 28 de julio de 2018

Crecer emocionalmente


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Allí donde se centra nuestra atención, es exactamente donde tiene lugar nuestra experiencia vital.

La calidad de todas nuestras experiencias viene determinada por la calidad de nuestras intenciones.

Del mismo modo que la ley de causa y efecto nos hace a todos igualmente responsables por cada pensamiento, palabra y acción que iniciamos, la calidad de nuestra experiencia = atención + intención.

¿Quién más puede ser responsable de las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y acciones que decidimos generar conscientemente?

Si podemos aceptar que esto es cierto: 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por el amor, odiamos?

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la armonía, peleamos?

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la paz, elegimos el conflicto?

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente ser comprensivos, elegimos ser cínicos?

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la risa, elegimos la tristeza?

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por una sonrisa, fruncimos el ceño? 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la gratitud, elegimos quejarnos? 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por animar a los demás, elegimos competir? 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por sentirnos confiados, nos sumimos en la duda? 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por sentirnos bien, elegimos el sufrimiento? 

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por ser optimistas, nos sumimos en la negatividad? 

La respuesta a todas estas preguntas, y a algunas más que podamos formular en relación a por qué seguimos optando por irradiar negatividad en lugar de inspirar con la brillantez de nuestra presencia interior, es la misma.

Es porque: 

En vez de optar por la madurez emocional requerida para «darnos» la atención que buscamos, preferimos representar un drama exterior para «sonsacar» esta atención de los demás. 

Cuando nos comprometemos a darnos la atención que buscamos, nos comprometemos en nuestra libertad. 

AHORA es el momento perfecto para optar por crecer emocionalmente. Quizás no sea la elección más fácil, pero sí la más responsable.

M. Brown




jueves, 26 de julio de 2018

Coraje (J. M. Doria)


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Haciendo lo que tememos, disolvemos nuestro temor.  Emerson

Cuanto más veloces huimos del miedo, más grande se hace éste y más fuerte es su hechizo sobre el alma. Para librarnos de tal poder, conviene mirar de frente su paralizador influjo, y más tarde discernir si nos está protegiendo de un peligro o simplemente es un virus mental que nos inquieta. 

El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la acción. Se trata de un sentimiento que sintoniza con viejas tensiones y heridas no resueltas. El temor que se disfraza de inseguridad encubre anticipaciones el dolor y muchas veces hace referencia a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce a conductas crispadas.

El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de pensamiento conectados al recuerdo. Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que aquello que uno rechaza, puede volver a suceder. En realidad, si no hay memoria no hay miedo. Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad “irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo. Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.

Allí donde veamos una conducta exagerada, se revela la sombra que oculta viejas heridas y, que nos demanda sin demora, un drenaje emocional del alma.
Allí donde, por ejemplo, veamos la mentira en sus diferentes grados ¡Atención!, no hay maldad o estupidez, hay tan sólo una mente que se siente amenazada.
Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar?
Al observar y concretar con precisión lo que uno teme, ya se puede respirar a fondo lo temido y crear nuevas opciones más deseadas. Al pronto, sucede que el gran gigante ilusorio que tan sólo puede habitar en las sombras, se esfuma disuelto a la luz de la consciencia.

La sensación de confianza y seguridad no sólo brota como consecuencia de la memoria del propio éxito, sino que también es una cualidad que nuestra inteligencia emocional desarrolla. Confiar es una elección que podemos optar por cultivar y reforzar, mientras se comprueba que tras los problemas aparecen las soluciones y que toda dificultad fortalece y enseña.

La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y expresa.
La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que abre a la Paz y a la Templanza.

Pero, ¿de dónde brota?, ¿acaso es una protección mágica que opera desde las estrellas? Al tratar de responder, la razón tal vez dude, pero todos sabemos que no estamos solos. La Historia y el Misterio así lo avalan. El Universo nos apoya al encarar el miedo mientras hacemos con inteligencia lo que debemos, aunque se sienta inseguridad y amenaza.

Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del ser que ama, conviene que se detenga unos instantes. Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario mientras se deja atravesar por la columna de luz, que penetra por lo más alto de su cabeza. Más tarde, la sencillez suavizará lo que uno teme y la sobriedad será nuestra aliada.
 No hay temor agudo que sobreviva si uno lo respira de forma consciente y continuada. Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin tapar ninguna de las caras.

Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa. Ya todo está en su sitio. Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la confianza.


lunes, 9 de julio de 2018

Por qué eres hermoso/a- Jeff Foster


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Mírate al espejo y al principio quizás sientas aversión y vergüenza porque eso es lo que te enseñaron a sentir. Pero permítete sentir aversión y vergüenza, y sabe que no son "tú", sino sólo sentimientos moviéndose. Y deja que pensamientos aparezcan en tu mente, como "feo/a" y "gordo/a" y "malo/a" y "roto/a" y sabe que son sólo palabras, y familiares, y antiguos. Deja que la mente parlotee y siente tus emociones también.
Puedes amarte a ti mismo/a también amando la parte que aún no ama, o no confía.
Permitiendo que todo tú se vea reflejado ahora.
Comienza a verte a ti mismo/a a través de los ojos de una madre amorosa que te ve como precioso/a incluso si tienes granos o deformidades o sarpullidos o marcas de nacimiento, incluso si tienes la mitad del rostro o te faltan algunos miembros. 
Debes verte a ti mismo/a desde estos ojos más grandes, ojos de pura atención amorosa, ojos que no juzgan pero que permiten los juicios también. 
Tus ojos han sido muy pequeños hasta ahora. Te enseñaron personas que se odiaban a sí mismas y fuiste infectado/a. Hasta que te viste a ti mismo/a hoy.
Y la medicina ahora es esta atención desnuda, sin elección; ser tan espacioso como el mismo espejo, hacer espacio para pensamientos y sentimientos pero no confundiéndolos con la verdad. 
Tu belleza yace en tu voluntad de sentir, y de ver más allá de las etiquetas. Contén la totalidad de la imagen en la forma que el espejo la contiene; sin resistencia, sin esconderse, sin avergonzarse, sin tratar de adaptarte a alguna idea de segunda mano de la belleza o perfección. 
Tus imperfecciones son tan perfectas en esta luz; tus arrugas y manchas una obra de arte divino, fascinante y real, y tan humano.
Ve. Y al ver, permítete ser visto/a.
Eres hermoso/a, sin cambiar una sola cosa; la belleza no se gana.
 Jeff Foster