SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Adicción de comportamientos y sensaciones

El cerebro está formado por aprox. 10.000 millones de diminutas células nerviosas denominadas neuronas, cada neurona tiene entre 1.000 y 500.000 sinapsis o lugares donde se conectan con otras neuronas. Las neuronas utilizan estas conexiones para formar redes entre sí, estas células nerviosas integradas o conectadas, forman lo que denomina redes neuronales.

Una manera simple de pensar, es que cada red neuronal representa un pensamiento, una habilidad, un recuerdo, una información, etc.

Sin embargo, estas redes neuronales no están solas, sino que están todas interconectadas. Es su interconexión la que elabora ideas complejas, recuerdos, emociones. Cada uno de nosotros tiene su propia colección de experiencias y habilidades representadas en las redes neuronales de su cerebro.

Si crecimos o no en una familia de un solo progenitor, si fuimos criados o no con muchos hermanos, si fuimos o no a la universidad; nuestras creencias religiosas, nuestra cultura, los lugares donde vivimos, si fuimos amados y comprendidos de niños o se abusaron de nosotros físicamente, todo esto forma las redes neuronales en nuestro cerebro, todas estas experiencias dan forma al tejido (desde el punto de vista neurológico) con lo que está pasando en nuestra percepción y en nuestro mundo.

Cuando recibimos estímulos del ambiente que nos rodea, ciertos aspectos de esas redes neuronales van a conectarse o desconectarse y van a producir modificaciones químicas en el cerebro. Estos cambios químicos, a su vez, producen reacciones y condicionan las respuestas a las personas y acontecimientos de nuestra vida.

Desde las neurociencias podemos considerar que todas las emociones, recuerdos, las actitudes y los conceptos están codificados neuronalmente y se interconectan. El resultado es lo que se denomina personalidad. Así como las células del cuerpo se juntan e interrelacionan para producir un organismo en funcionamiento, de igual manera todas las redes neuronales se interrelacionan o asocian para producir esta entidad que llamamos nuestra personalidad.

Lo que distingue principalmente a los seres humanos de las otras especies es el gran lóbulo frontal y su proporción con respecto al resto del cerebro.

El lóbulo frontal es el área del cerebro que nos permite centralizar la atención y concentrarnos. Es crucial para la toma de decisiones y para mantener firmes las intenciones, nos permite extraer información del medio que nos rodea y de nuestro depósito de recuerdos, procesarla y tomar decisiones o realizar elecciones a partir de las decisiones y elecciones pasadas.

Sin embargo, un considerable número de elecciones dista mucho de ser libres. Gran parte de nuestro comportamiento consiste en respuestas condicionadas, aprendidas o automáticas a los estímulos. Le llamamos reacción a cada situación, como apretando un botón de “repetir” a cada estimulo.

Una segunda manera de reaccionar seria eligiendo, y es cuando conscientemente nos separamos de nuestro medio y sus estímulos, nos alejamos de nuestra conducta habitual o biológica y nos convertimos en un observador, desde este lugar, en vez de reaccionar, accionamos.

El lóbulo frontal toma la información, que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida mediante la experiencia, y los datos intelectuales fácticos, ahí podemos decir: “acá está la información que tengo, esto ha sido así, puedo elegir de esta manera”, es como si ahora apretáramos el botón de “avanzar”.

Localizan las neuronas que controlan el envejecimiento

En el primer caso, las redes neuronales biológicas realizan adicción, el cerebro reacciona ante su medio y ciertos aspectos del cerebro se vuelven centros automáticos que hacen que el cuerpo responda.

En el segundo caso, la conciencia se mueve por el cerebro y lo utiliza para examinar sus opciones y posibilidades. En lugar de que el cerebro funciones en piloto automático y nos dirija, somos nosotros los que comenzamos a utilizarlo a él. 

La conciencia comienza a tener dominio sobre el cuerpo.

Son nuestros pensamientos los que provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones.

Las neurociencias están demostrando que cuando aprendemos como se crean esos malos hábitos, no solo podemos romperlos, sino también reprogramar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.

La investigación de vanguardia está demostrando que la genética tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores, y es el estado químico en el que vivimos que hace que algunos estén encendidos y otros apagados.

O sea que cada vez que pensamos, fabricamos sustancias químicas y estas sustancias actúan como señales que nos permiten sentir exactamente como estábamos pensando.

Por lo que si tienes un pensamiento de preocupación, al cabo de unos segundos, te sientes preocupado. Lo que tenemos que comprender es que en el momento que empezamos a pensar de manera en que pensamos, empezamos a pensar de manera en que sentimos, y esto produce más química de tensión y nos cuesta mas salir del estado emocional en el que nos encontramos. Entramos en un círculo vicioso. Así se crea lo que Joe Dispensa llama “un estado de ser”, la repetición de estas señales, hace que algunos genes estén activados y otros apagados.

Registramos este estado como nuestra personalidad, decimos “soy una persona preocupada, infeliz, negativa, culposa, llena de resentimiento, etc.”., en realidad lo único que hacemos es memorizar la continuidad química y definirnos como tal.

Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por el torrente sanguíneo, rodeando nuestras células o inundando nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo, dará como resultado malestar.

Entonces, parte de la solución es cambiar la química del cerebro con nuevos pensamientos, pero no solo eso, sino que es necesario cambiar los circuitos cerebrales y redes neuronales. Podemos enseñar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, creando una nueva “mente”.

Las neurociencias dicen que si las células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una conexión más permanente. Una persona, ante una situación por más nueva que sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y otra vez, y da las mismas respuestas. Su cerebro no cambia y vive la misma mente cada dia.

Es necesario aprender a interrumpir esos ciclos a través del proceso de ser cada vez más conscientes y de experimentar que podemos cambiar el cerebro.

Esto es posible gracias a la neuroplasticidad cerebral, que no es otra cosa que poner en actividad la neurogénesis, entendida como la capacidad de modificar y desarrollar el cerebro.

La mayoría de las personas creemos que las emociones son reales, pero las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias que están internalizadas en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro.

Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico una y otra vez, entonces la pregunta clave aquí es:

 ¿Quiero cambiar? 

¿Que sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar?

 

Y si elijo cambiar, puedo generar el proceso de transformación interior, que se trata de desaprender y reaprender.

 

A medida que pensamos menos en alguna circunstancia o situación que está grabada en nuestro cerebro en forma de red, la conexión con ella se reduce hasta que desaparece.

 Conectomas cerebrales: asociación entre síntomas y redes ...

Resumiendo:

 a los largo de los años, en el cerebro se van formando circuitos y canales de pensamiento. O sea, vías físicas (redes neuronales, llamadas también redes Hebbianas) que controlan la forma en que pensamos y actuamos, y también nuestra manera de sentir.

Muchas veces, estas vías o hábitos llegan a están tan fijados que se convierten en una instalación similar a una instalación eléctrica.

Dicho de otra manera, los circuitos o canales llegan a estar tan “empotrados” que parece imposible transformarlos. Algunos actúan como surcos, y otros como tumbas que nos condenas prácticamente a morir en vida cuando son negativos. (S. Maris Marusso)

Los últimos estudios demuestran que es posible cambiar nuestra personalidad en cualquier momento de nuestra vida. Para ello, hay que convertir los hábitos inconscientes y los automatismos en un proceso de reaprendizaje. 


¿Cómo acceder a esos cambios?

 Cuando aprendemos a atraer nuestra conciencia a experiencias pasadas y memorias condicionantes, almacenadas en los receptores de nuestras células e internalizarlas como redes neuronales podemos liberarnos de esos bloqueos.

Lo podemos hacer porque no somos maquinas, ya no es correcto seguir considerando al cuerpo como una maquina en buen o mal estado de funcionamiento. Nosotros somos seres espirituales en cuerpo físico y no lo contrario.

Por falta de conocimiento de nuestra verdadera naturaleza, nuestro cuerpo se transforma en el campo de batalla de los juegos de guerra de la mente, de los pensamientos distorsionados, emociones no resueltas, de toda la negatividad que llevamos actuando en contra de nuestra salud.

Muchos nos preguntamos por qué nos enfermamos? de ahí que muchos de los trabajos más importantes para nuestro crecimiento es estimular la plasticidad del cerebro, o su capacidad de ser moldeado y configurado mediante la transformación de células y la instalación de nuevas conexiones.

Si sientes que tu vida es una suma de fracasos, si sientes que has luchado tanto y al final no ha valido la pena, si tienes sensación de carencia, insatisfacción permanente, dificultad en mantener relaciones sanas y agradables, incapacidad de comunicar saludablemente, agresividad, incapacidad de centrarte en ti mismo, miedo, culpa, falta de autoestima, de paz, de alegría, etc., debes trabajar artesanalmente para cambiar tu filtro mental.

Este filtro mental está constituido por todo lo que está escrito en tu cuerpo entero, específicamente en la memoria de tus células y en las redes neuronales que se instalaron por experiencias propias y por las que heredaste. Hoy la ciencia asegura que el 10% de nuestro comportamiento está influenciado por experiencias adquiridas genéticamente por nuestros ancestros.

Trabajar conscientemente para cambiar estas programaciones, conscientes o inconscientes, nos permitirá dejar de ser víctimas de ellas y transformarlas, ganando el poder necesario para direccionar nuestra vida hacia lo que realmente deseamos o necesitamos, viviendo con integridad más allá de cualquier desafío que debamos enfrentar.

Los pensamientos saludables tienen un efecto intenso sobre el comportamiento y los genes.

Cuando decidimos cambiar un pensamiento, una creencia o una respuesta emocional frente a cualquier estimulo, debemos cambiar o modificar la red neuronal que se instaló en nuestro cerebro producto de experiencias o informaciones que hemos recibido.


www.centroelim.org

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