En cualquier proceso de crecimiento, ya sea psicológico o espiritual, siempre llega un momento crítico en el que tenemos que decidir si queremos avanzar hacia lo desconocido («¿Qué será de mí si abandono los hábitos familiares?»).
SENDERO TRANSPERSONAL
INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE
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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.
Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.
Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.
Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.
La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.
En cualquier proceso de crecimiento, ya sea psicológico o espiritual, siempre llega un momento crítico en el que tenemos que decidir si queremos avanzar hacia lo desconocido («¿Qué será de mí si abandono los hábitos familiares?»).
En el mundo en que vivimos actualmente, si no estamos satisfechos con la calidad de nuestra experiencia, lo más probable es que intentemos hacer cambios en nuestra vida operando sobre las circunstancias físicas externas. Esto se debe a que el aspecto físico externo de nuestra experiencia es el más tangible y el de más fácil acceso.
Sin embargo, aunque podamos hacer un cambio relativamente rápido en nuestras circunstancias físicas, estos cambios no perduran, debido a que los aspectos físicos de nuestras circunstancias son siempre efectos, y no causas.
Por otra parte, el cambio es una constante en la naturaleza de nuestra experiencia física, de manera que cualquier cosa que cambiemos físicamente volverá a cambiar de nuevo, inevitablemente, con el transcurso del tiempo.
Podemos utilizar la fuerza para cambiar algo rápidamente en nuestro mundo físico, pero esto significa que tendremos que invertir una gran cantidad de energía para mantener el cambio en esas condiciones. Por tanto, para hacer cambios físicos y mantenerlos, con la intención de alterar la calidad de nuestra experiencia vital, vamos a tener que controlar y sedar nuestras circunstancias. Tales cambios requieren de la aplicación constante de energía para que el cambio se mantenga. Y ésta es una tarea imposible.