SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

martes, 22 de noviembre de 2022

Trabajar con nosotros tal cual somos

 

En cualquier proceso de crecimiento, ya sea psicológico o espiritual, siempre llega un momento crítico en el que tenemos que decidir si queremos avanzar hacia lo desconocido («¿Qué será de mí si abandono los hábitos familiares?»).

En ese momento se abren ante nosotros tres posibilidades diferentes, de las cuales sólo la última nos proporciona un camino hacia delante (mientras que las dos primeras no hacen sino reforzar la patología).

La primera posibilidad consiste en no mover las cosas y no arriesgarnos a entrar en lo desconocido, aunque nuestras viejas pautas hayan dejado ya de servirnos.

En los clientes que se hallan en terapia, esta alternativa asume la siguiente racionalización neurótica: «Las cosas no van tan mal. 
Es cierto que mi forma de ser puede causarme algunos problemas, pero al menos, es algo conocido».

Puede suceder que, cuando las personas deciden no dar el paso hacia delante que podría liberarles, quedan atrapadas en su propio capullo y su identidad se vuelve más patológica, porque ahora están utilizándola de un modo deliberado para encubrir las potencialidades más elevadas de su ser.

La segunda opción consiste en castigamos a nosotros mismos por la personalidad en la que nos hemos convertido o luchar con todas nuestras fuerzas para vivir de acuerdo con nuestros ideales. Pero debo decir que evitar lo desconocido sustituyendo la vieja identidad por otra más "espiritual" tampoco sirve de gran cosa.

La tercera -y única elección posible consiste en dejar de violentarnos y de tratar de convertirnos en algo que no somos y abrirnos a nuestra experiencia tal cual es, una posibilidad que requiere el previo desarrollo de la capacidad de permanecer presentes en medio del dolor, el miedo y las experiencias por las que atravesemos.

Es esta presencia la que nos permite establecer contacto con las potencialidades más profundas de nuestro ser y trascender las limitaciones implícitas en cualquier personalidad.


Trabajar con nosotros tal cual somos

¿De qué modo podemos convertir los miedos y fijaciones de la personalidad en peldaños del camino del despertar?

Antes de emprender el verdadero camino tenemos que darnos realmente cuenta de que lo que nosotros consideramos la realidad no es más que una versión de lo que es, algo nada sencillo, por cierto, ofuscados, como estamos, por las esperanzas, los miedos, las creencias y las opiniones y formas habituales de sentir y percibir.

Es por esto por lo que el primer paso para transformar a la personalidad pasa por aceptamos tal cual somos, sin dejarnos arrastrar por el miedo a lo que podamos descubrir.

Una práctica de conciencia, como la meditación o la indagación contemplativa interna, por ejemplo, resulta útil para desarrollar la capacidad de ver lo que estamos haciendo sin juzgarle como bueno o malo.

Aprender a permanecer serenamente sentados nos ayuda a darnos cuenta de que continuamente estamos tratando de mantener nuestra identidad y de que nuestros pensamientos son el aglutinante de la estructura de esta identidad nuestra.

En este sentido, la conciencia de los compulsivos esfuerzos realizados por nuestra mente para aferrarse a las cosas, sin juzgarla ni culparla por ello, puede actuar como un disolvente que debilite la rigidez de la estructura de nuestra personalidad y ponga de relieve las cualidades más profundas y amplias de nuestro ser que hasta ese momento habían permanecido ocultas.

A menudo nos desagrada lo que descubrimos cuando nos vemos tal cual somos. Entonces es cuando nos sublevamos contra el dolor de nuestro karma, la intrincada pauta de acciones, reacciones, condicionamientos acumulados, hábitos, inconsciencia y miedo.
Como dice un conocido proverbio espiritual: «el autoconocimiento siempre trae consigo malas noticias»... al menos al comienzo.

A esas alturas ya no basta con reconocer lo que es, sino que es preciso entablar una relación más plena con ello, lo cual significa abrir nuestro corazón a la situación en la que estemos, para sentirla, observarla directamente y dejar que nos afecte. Y ello no significa que tenga que gustarnos lo que descubramos.

Si, por ejemplo, aborrecemos ciertos aspectos de nosotros mismos, también podemos reconocer y trabajar con este sentimiento como parte de lo que es. Sea lo que sea lo que aparezca, debemos aprender a observarlo e indagar más profundamente en ello.

La conciencia del dolor que nos provoca el hecho de estar atrapados en nuestras pautas, reactiva una profunda tristeza interna a la que yo denomino «tristeza purificadora», una tristeza del alma, el reconocimiento del precio que hemos debido pagar para permanecer atrapados en pautas que han acabado alejándonos de nuestra naturaleza superior. Pero si le prestamos la suficiente atención, ese dolor nos revela el profundo anhelo de despertar, ser más sinceros y más reales y hacer lo que sea necesario para estar más vivos.

Hacernos amigos de nuestra experiencia -abrir un espacio para que se manifieste lo que es y también todos nuestros sentimientos al respecto favorece ese movimiento y permite que el deseo del cambio -un anhelo sagrado deje de ser una cruzada contra nuestros fracasos y se convierta en la expresión natural del respeto por nosotros mismos. John Welwood



Te acompaño en el proceso.


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología


www.centroelim.org                          Telf. 653-936-074

domingo, 23 de octubre de 2022

Trabajo interior: ¿Cómo hacer el cambio interno? (M. Brown)

 

En el mundo en que vivimos actualmente, si no estamos satisfechos con la calidad de nuestra experiencia, lo más probable es que intentemos hacer cambios en nuestra vida operando sobre las circunstancias físicas externas. Esto se debe a que el aspecto físico externo de nuestra experiencia es el más tangible y el de más fácil acceso. 

Sin embargo, aunque podamos hacer un cambio relativamente rápido en nuestras circunstancias físicas, estos cambios no perduran, debido a que los aspectos físicos de nuestras circunstancias son siempre efectos, y no causas.

 Por otra parte, el cambio es una constante en la naturaleza de nuestra experiencia física, de manera que cualquier cosa que cambiemos físicamente volverá a cambiar de nuevo, inevitablemente, con el transcurso del tiempo. 

Podemos utilizar la fuerza para cambiar algo rápidamente en nuestro mundo físico, pero esto significa que tendremos que invertir una gran cantidad de energía para mantener el cambio en esas condiciones. Por tanto, para hacer cambios físicos y mantenerlos, con la intención de alterar la calidad de nuestra experiencia vital, vamos a tener que controlar y sedar nuestras circunstancias. Tales cambios requieren de la aplicación constante de energía para que el cambio se mantenga. Y ésta es una tarea imposible.

También podemos intentar cambiar la calidad de nuestra experiencia vital mentalmente, cambiando nuestros pensamientos acerca de las cosas. Los cursos de pensamiento positivo aspiran a lograr este objetivo. 
El cambiar el enfoque mental acerca de algo llevará con el tiempo a un ajuste en la calidad de la experiencia vital que estamos teniendo. Sin embargo, nos llevará más tiempo ver los efectos que los cambios mentales producen en el mundo físico que lo que precisaríamos desde un enfoque puramente físico. 
Los cambios dirigidos desde la mente perduran algo más, siempre y cuando no cambiemos de nuevo nuestros pensamientos. Pero nuestra capacidad para cambiar la calidad de nuestra experiencia vital a través de cambios mentales tiene un alcance y una duración ciertamente inconsistentes, porque este enfoque tiene que defender sus logros constantemente ante la naturaleza y los contenidos de nuestros procesos de pensamiento inconscientes.

En realidad, sólo sabemos lo que pasa con nuestros procesos de pensamiento inconscientes cuando observamos las circunstancias que manifestamos en nuestro campo de experiencia que resultan contradictorias con nuestros intentos de «pensar en positivo». 

El mero hecho de que cambiemos conscientemente nuestra manera de pensar acerca de las circunstancias no significa que vayamos automáticamente a sentirlas de otra manera. Por tanto, aun cuando un cambio consciente de nuestros pensamientos consiga eventualmente los ajustes necesarios en nuestras circunstancias físicas, hasta el punto de que realmente lleguemos a sentir de un modo diferente, por mucho control mental que apliquemos no vamos a poder alcanzar una sensación auténtica de paz.

                             

Los sentimientos inconscientes, y los procesos de pensamiento inconscientes que aquéllos alimentan, seguirán alterando nuestra paz mental.

Una experiencia de paz no es simplemente el resultado de un pensamiento positivo, a menos que vaya subrayado por un sentimiento. Los procesos de sentimiento y de pensamiento deben armonizarse estrechamente para que podamos alcanzar el estado del ser que pretendemos. 
Así pues, al igual que en los intentos por hacer cambios puramente físicos, la realización de cambios puramente mentales para ajustar la calidad de nuestras experiencias no deja de ser otra cosa que jugar con los efectos, y sigue sin dirigirse a las causas.

Afortunadamente, también disponemos de la opción de ir directamente a las raíces de nuestro malestar y de hacer ajustes causales, siempre y cuando realicemos cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional. 
Éste es el enfoque más complicado, pero es el único verdaderamente efectivo y gratificante. Aunque es complicado hacer cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional, tenemos que acercarnos a él de forma suave y regular; y, para ello, vamos a necesitar grandes dosis de compromiso y perseverancia.

Es como talar un enorme árbol. Tenemos que ir dando golpes con el hacha, uno tras otro, y habrá veces que el trabajo se nos antojará interminable. Puede dar la impresión de que no estamos consiguiendo nada. Pero luego, sin advertencia previa, oímos un crujido y, pocos segundos después, el árbol cae. Y, una vez está cayendo, ya no hay nada que lo detenga. Una vez está en el suelo, no lo podemos volver a poner en pie.

El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional funciona igual. Trabajamos con él de forma regular y, en ocasiones, da la impresión de que tanto trabajo no nos lleva a ninguna parte. Pero, de pronto, hay un cambio repentino y, cuando esto ocurre, ya no hay nada que lo detenga. 
Cuando este cambio interior ha tenido lugar, es literalmente imposible devolver el cuerpo emocional a su estado previo. Debido a la tendencia que tiene el cuerpo emocional a realizar cambios súbitos, la experiencia de cambio es potencialmente traumática, si no se realiza de forma consciente, suave y responsable. De ahí que no se recomiende zambullirse directamente en el cuerpo emocional para activar los cambios. Aquí, las palabras clave son suavidad., paciencia responsabilidad.

Los cambios en el cuerpo emocional, cuando se abordan responsablemente, se convierten en experiencias maravillosas, dado que llevan a un cambio inmediato en las percepciones; literalmente, vemos el mundo de otra manera a partir del momento en que se produce el cambio. 
Las consecuencias de este ajuste emocional se filtran posteriormente poco a poco, y se manifiestan en la calidad de nuestra experiencia mental y física. Y, cuando se da el cambio, es duradero, y no precisa de esfuerzos para mantenerlo. 
El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional nos abre la puerta a un nuevo mundo de experiencias sin tener que ir a ninguna parte. 
Es un proceso integrador.

Te acompaño en el proceso...




                                    Juana Ma. Martínez Camacho
  Terapeuta Transpersonal
                                     Terapeuta   Acompañante en Bioneuroemoción
                                       Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
                                      Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
                                     Formación Internacional  en Psiconeuroinmunoendocrinología
              
                               www.centroelim.org               Telf.  653-936-074

                                      


viernes, 22 de abril de 2022

Confianza

 

“La confianza no es otra cosa que la sintonía con ese poder que mueve los átomos y las galaxias”. Ramayat

La confianza es un estado en el cual sentimos la certeza que estamos “protegidos”, que todo lo que nos haga falta para nuestra evolución lo obtendremos, que hay una inteligencia que mantiene la armonía en todo el universo, que todo está interconectado, de manera que nada es casual.

Cuando confiamos, estamos en sintonía con la inteligencia del universo, una inteligencia que podemos verla en todo, la vemos en la semilla que guarda un potencial y con los nutrientes de la tierra, el calor del sol y el agua, germina y crece hasta dar flores y frutos.

Podemos ver esa inteligencia en el mismo cuerpo humano, cuando nos hacemos una herida física, el organismo busca reparar, regenerar, cada célula sabe lo que tiene que hacer y se solidariza con las demás células trabajando en grupos; nuestro sistema nervioso vegetativo, no necesita de nuestro control para funcionar, nuestro corazón bombea sangre durante toda nuestra vida física, sin que tengamos que intervenir en ello, al igual que cada uno de los órganos sabe desempeñar sus funciones guiados por esta inteligencia que escapa a nuestro control, la respiración, aunque la podamos regular, influir en ella, ocurre espontáneamente por sí sola, y confiamos que así suceda….

Si observamos esa misma inteligencia, ese poder que mueve los átomos a nivel microcósmico y las galaxias a nivel macrocósmico, y que hace que la tierra gire alrededor del sol y que los planetas estén suspendidos en el espacio, es la misma inteligencia que organiza el ADN y que impulsa a los seres vivos a crecer, desarrollarse, reproducirse y transformarse; el meditar en esa inteligencia, el tomar conciencia de ella, nos permite vivir confiados.

La misma inteligencia que mantiene el equilibrio en la naturaleza, que nutre a los animales y a las plantas, es la misma que nos da lo que necesitamos si confiamos en ella.

Ese poder inteligente hace que ocurran acontecimientos sincrónicos, llenos de sentido para quien confía y aprende a ver …

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Centrarse para superar estados negativos

 

   ¿Te sientes con ansiedad, preocupación, tristeza, etc.?

Cuando te asalta un estado de ánimo que viene por pensamientos influidos por esquemas, patrones mentales, tiendes a buscar alternativas para salir rápidamente del estado. Quieres solucionarlo por medio del pensamiento, pero al ser el pensamiento mismo el que crea el estado, no puedes solucionarlo mientras estés atrapado en la mente.

Como dice Albert Einstein: 

“Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de consciencia en que se creó”.

 Si el problema surge de la mente, del pensar, debo “salirme” del pensamiento y despertar al observador, debo tomar consciencia, prestar atención.

El darse cuenta, la consciencia, tiene un gran poder curativo. El observar los mecanismos que hacen que adoptemos determinadas maneras de ser que no nos benefician, que nos invitan a estados emocionales insalubres; el darnos cuenta de los pensamientos, ideas, creencias, que dan origen al dolor y a tensiones, por viejas heridas irresueltas y que buscan salir a la superficie para ser “liquidadas”, ese darse cuenta, de por sí, es sanador, e invita a una profunda calma interior.

En Oriente, suelen afirmar que “un conflicto observado, es un conflicto resuelto”, este concepto se aplica también en psicología y, la física cuántica dice que el observador, modifica lo observado, si observamos una partícula subatómica, ésta se verá afectada en su carga y en su órbita, sólo por observarla.

La consciencia es el gran sanador.

El darse cuenta no tiene que ver con el pensar, es ir más allá del pensamiento, es observar el movimiento de la mente, es ser testigo de lo que está sucediendo en un plano superficial y pasajero.

El sólo hecho de darse cuenta de los programas mentales, nos lleva a la raíz de lo que ahora nos duele, nos preocupa, y nos permite hacer algo con ello, dejar de actuar mecánicamente, poder elegir pensamientos y acciones más saludables, saliendo del automatismo.

Se trata de despertar al testigo, a nuestra identidad Real, donde la dualidad no existe, desde donde surge el potencial que somos.

En la mente pensante, el ego, hay dualidad: bien/mal, placer/dolor, alegría/tristeza, etc., son como dos caras de una misma moneda, no podemos quedarnos con una sola cara y descartar la otra, es imposible; al igual, la mente dual, intenta aferrarse al placer, al bien, a la alegría, pretendiendo descartar el “mal, el dolor, la tristeza”, y no se da cuenta, que en ese plano no puede tener lo uno sin lo otro, que si tiene alegrías, tarde o temprano tendrá tristeza, que los estados son impermanentes, que hay que ir más allá de la mente, si uno busca trascender la dualidad, salir de la ilusión, debemos Aceptar la mente, las luces y las sombras de la personalidad e ir más allá, si queremos la plenitud, la comprensión, lo real.

Entonces: ¿te sientes ansioso, triste, desanimado.....?

CÉNTRATE, presta atención.


Hay una vieja anécdota sobre Bokuju, un maestro Zen:

Bokuju, vivía solo en una cueva. Durante el día, y a veces por la noche, decía en voz alta su propio nombre “Bokuju”, y luego se contestaba: “sí señor, aquí estoy” y no había nadie más.

Sus discípulos, que estaban muy intrigados, le preguntaban: ¿porqué te llamas a ti mismo “Bokuju”, tu propio nombre, y luego te contestas: “si señor, aquí estoy”.

A lo que el maestro Zen respondió: Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, entonces, pronuncio mi propio nombre “Bokuju” y me respondo “si señor, aquí estoy”, y el pensar con su carga de ansiedad, desaparece…

Al final de sus días, durante los últimos tres años, los discípulos advirtieron que el maestro dejó de pronunciar su nombre “Bokuju” y de responderse “si señor, aquí estoy”.

Un día, los discípulos le preguntaron:¿ maestro, porque no has vuelto a hacerlo?

Y el maestro respondió: es que ahora Bokuju siempre está ahí.

Esta historia, está tomada de The Book of Secrets, de Osho.


Cuando te sientas en un estado de ansiedad o cualquier estado “negativo”, puedes llamarte por tu nombre y responderte, verás una diferencia, ayuda a centrarte, la ansiedad desaparecerá, porque experimentarás que, más allá del estado, en un nivel más profundo y real, la ansiedad y cualquier otro estado, no existen, al ir al Ser, al centrarte, puedes observar el mecanismo y darte cuenta que eres muchísimo más que el estado de ansiedad, y que éste, como todo estado de la mente, es pasajero y efímero.
 Mientras estás en la mente, el querer salirte del estado, el resistirte a lo que te está pasando en el ahora, la falta de aceptación y querer solucionarlo rápidamente, no te da salida, te genera sufrimiento, porque estas todo tú en el estado, te conviertes en el estado, debes tomar distancia y observarlo, y para ello debes cambiar el nivel de consciencia, ir al observador, “salirte de la mente”, trascenderla; luego, podrás tomar las mejores decisiones y trabajar para “desinstalar” los patrones que ya no te sirven para una vida plena y en paz.

Namasté

www.centroelim.org

sábado, 26 de febrero de 2022

Derechos asertivos en las relaciones interpersonales


1-  Tienes derecho a sentir lo que sea que estés sintiendo y a decidir cómo actuar de acuerdo a lo que sientes. Nuestros sentimientos son sensores que nos avisan si algo es bueno o malo para nosotros y respetar esto e irlo entendiendo poco a poco como usarlo, como protegerte, como usar el enojo, como usar la tristeza, como usar la paz y el amor como indicadores de qué tan bien o mal hace un tipo de relación en tu vida, es importante.

2- Tienes derecho a cometer tus propios errores y a asumir las consecuencias y aprender de ellos.

3- Tienes derecho a ser el único juez de tus actos, tus sentimientos y tus motivaciones, de tus intenciones.

4- Tienes derecho a decir que no cuando así lo desees.

5- Tienes derecho a buscar y proteger tu bienestar.

6- Tienes derecho a no dar explicaciones o pretextos, ni razones o justificaciones de tu comportamiento, decisiones o acciones que tomas a nadie, si así lo decides.

7- Tienes derecho a decidir si quieres implicarte o no en los problemas de otras personas, y cómo y cuándo.

8- Tienes derecho a cambiar de opinión y de parecer ante lo que vaya cambiando en tu vida.

9- Tienes derecho a no saberlo todo, a decir no sé y a tomarte el tiempo que necesites si eso es algo que tú quieres aprender o entender más.

10- Tienes derecho a aceptar tus emociones y a tomar decisiones en base a ellas aunque pueda parecer ilógico.

11- Tienes derecho a preguntar si hay algo que no entiendes y a investigar si necesitas más información.

12- Tienes derecho a decidir en qué, con quién y cómo emplear tu tiempo.

13- Tienes derecho a decidir las prioridades en tu vida.

14- Tienes derecho a expresar en la vida, en alguna actividad o en alguna forma tus mejores talentos, la mejor versión de ti.

15- Tienes derecho a decidir con quién te relacionas.

16- Tienes derecho a dejar una relación si te hace daño.

17- Tienes derecho a pedir lo que necesitas.

18- Tienes derecho a comunicar cómo te sientes si así lo decides o a no comunicarlo, si así lo decides.


Cuando no respetamos estos derechos que son buenos para preservar nuestra vida, que son derechos esenciales de todo ser humano, nos empezamos a sentir incómodos, nuestra vida se ve lastimada en varias maneras y el cerebro y el cuerpo nos empiezan a enviar señales mediante sentimientos desagradables que nos lo avisan.


Las señales emocionales que nos están avisando que estamos cruzando nuestros propios límites son:

1- Empezamos a sentir más resentimiento, que se va incrementando cada vez más.

2- Nuestro enojo con nosotros mismos o con otras personas se va acumulando.

3- Cada vez estamos más ansiosos, inseguros y empezamos a pedir disculpas por muchas cosas.

4- Terminas haciendo cosas que no quieres, que te incomodan y no sientes por ellas ni satisfacción, ni alegría, esto va restando alegría en tu vida.

5- Terminas viviendo de maneras que no son las que tu decidiste y que no están en base ni a tus prioridades, ni a tus talentos ni a tus propias decisiones.

6- Terminas viviendo bastante más en torno a los valores de otras personas que a los tuyos propios, entonces te vuelves una persona más incongruente.

7- Antepones constantemente las necesidades de los demás a las tuyas, estas ansioso por ello y también estás insatisfecho, esto también le resta alegría a la vida.

8- Terminas incluso tomando decisiones hasta cómo pasas tu tiempo en base a las necesidades de otros y esto te quita alegría en la vida y te genera ansiedad.

9- Terminas compartiendo demasiado tiempo de tu vida con gente que no es la que te hace bien.

10- Te quedas en una relación a pesar que esa relación te está haciendo daño.

11- Regresas a una relación que te está haciendo daño.

12- Das mucho, recibes poco y esto genera resentimiento.

13- Los demás empiezan a tomar más de ti de lo que te dan y tú te empiezas a sentir empobrecido y en ocasiones resentido por esto.

14- Permites que sean otros quienes definen tus motivaciones, tus sentimientos, tus prioridades y cómo te defines como ser humano y entonces empiezas a sentir que ellos definen tu autoconcepto y tu autoestima.

15- Tienes más dificultad para pedir lo que realmente necesitas.

16- Empiezas a sentirte culpable por lo que otros sienten o piensan con respecto a ti, a tus acciones, a tus pensamientos o a las expectativas que ellos tenían con respecto a ti.

17- Te sientes al límite en lo emocional con demasiada frecuencia.

18- Cada vez te sientes más culpable o ansioso si tienes que decir que no.

19- Te cuesta separar tu autoconcepto o tu autoestima de lo que piensan otros de ti.

20- Te afecta mucho más cada vez la desaprobación de otros, sobre todo de personas significativas.

21- Empiezas a estar cada vez más involucrado en resolver problemas y cosas que son de otros y que ellos podrían resolver por ellos mismos.

22- Cada vez evitas más temas y conversaciones complicadas porque sabes que te van a poner en situaciones de mucho conflicto y eso a veces te estresa más que incluso renunciar a pedir lo que quieres o a decir lo que esperas, entonces tratas de evitar estos temas cada vez más y se van acumulando.

23- Terminas sintiendo que no te perteneces, algo de despersonalización siendo muy diferente a lo que tu hubieras decidido ser y haciendo cosas que son muy diferentes.


El sentirte bien contigo mismo depende de cómo te trates a ti mismo, en los hechos (lo que haces) o en como piensas de ti o en cómo te hablas a ti, a veces repitiendo las críticas o maltrato que otras personas hicieron en algún momento con nosotros, se trata de detectar, darse cuenta de ese diálogo interno tóxico, y detenernos, pararnos, no invalidarnos, no juzgarnos, no maltratarnos y de ser amables con nosotros mismos, así como lo harías con una persona que amas y que está atravesando una situación como la tuya, así como usas tu capacidad de amor hacia los demás, ahora la utilizas hacia a ti mismo.

Ana Sanchez




sábado, 5 de febrero de 2022

Gratitud y abundancia


Expresa gratitud

Ser agradecido por todo lo que la vida nos ofrece, es una tarea bastante difícil, muchas personas creen que tienen poco o nada que agradecer. Tomamos como obvias, muchas cosas, que en realidad son un regalo: el sol que nos proporciona calor, el aire que respiramos, las plantas y animales que nos alimentan, la vida misma, etc. 
Generalmente, el ser humano, sólo le da valor a las cosas cuando las pierde. 

“Hasta que el pozo no se seca, desconocemos el valor del agua”.

El significado no está en las cosas en sí, sino en la actitud que tenemos en relación con ellas. A veces nos quejamos por tener que trabajar, en vez de agradecer que tenemos un trabajo, o nos quejamos en tener que hacer quehaceres domésticos, en lugar de dar gracias por tener un hogar. 
Pedimos salud, en vez de agradecer que estamos vivos, reclamamos a nuestros padres, en vez de agradecer por haber nacido y que llevamos dentro nuestro más de ellos de lo que suponemos. Hay gente que se queja por no tener zapatos, mientras otros ni siquiera tienen pies. O nos quejamos porque llueve, en vez de agradecer que el agua limpia la polución y favorece la agricultura, etc.

La gratitud, nos conecta con el principio de la abundancia. Cuando nos sintonizamos con una actitud de gratitud y nos sentimos agradecidos por lo que recibimos, también por lo que somos y sabemos, comenzamos a atraer magnéticamente la abundancia.

En este planeta, no falta nada, es el sistema de distribución, el que no funciona adecuadamente por la codicia de los seres humanos y por nuestras ilusiones sobre la carencia.

Cuando agradecemos anticipadamente al universo lo que deseamos, reconocemos la existencia de eso que deseamos, con lo cual la postura correcta en la oración, no es la súplica, sino el agradecimiento, la confianza en que lo que necesitemos lo obtendremos, no sabemos que es lo mejor para nosotros, pero confiamos que todo tiene un sentido para nuestra evolución.

“ El agradecimiento nos sintoniza con el principio de la abundancia”

Namasté