SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 29 de enero de 2012

El cambio, nuevas posibilidades



 Todo cambio tiene, por lo menos, tres etapas:

1- La de luna de miel, de excitación o ansiedad;
2-La de confusión y rechazo;
3- La de integración, cuando lo nuevo resulta cómodo y familiar.

  Los  esfuerzos para preservar el estado de las cosas reinantes, están orientados a proteger la seguridad personal, para prevenir el caos y la confusión que son considerados sólo como dañinos y no como parte del desarrollo normal del proceso de cambio, ya que ningún cambio puede darse sin éstos.
  Quedarse en estas situaciones implica que sólo hay un camino correcto, pero, en realidad, mantener las cosas como son , constituye una opción y no un imperativo.
   Mirar con ojos nuevos y encontrar posibilidades nuevas, no significa deshacerse de todo el pasado  que nos es familiar y confortable. Por el contrario, significa una elección periódica: tomar del pasado lo que aún funciona, dejar ir lo que ya no sirve y añadir lo nuevo y valioso.
  Lo novedoso se acomoda con facilidad, si aceptamos que irá precedido, con seguridad, de un período de caos y confusión antes de su integración a nuestras partes.
  A muchos de nosotros se nos han abierto puertas porque hemos sido lanzados sin previo aviso a situaciones fuertes y traumáticas que nos exigieron comportamientos diferentes.
  Para algunos, ésta es la única forma de cambiar. Quizá no tengamos que esperar que catástrofes en nuestras vidas. Es probable que tengamos también otra opción mediante el análisis sistemático de nosotros mismos y de nuestros diversos rostros.
  Quizá podemos valernos de nuestros diversos rostros para alimentar, dar espacio y oportunidad para que otras partes se desarrollen y transformen, permitiendo el acceso a lo nuevo.
                                                                           Virginia Satir

sábado, 28 de enero de 2012

El Poder Curativo del Perdón



Para hablar de perdonar, primero habremos hecho un juicio sobre la persona, la habremos juzgado según nuestra propia interpretación de ese momento, de lo contrario, no necesitaríamos perdonar, porque no nos sentiríamos heridos, ofendidos, dañados…...
  Cuando comprendemos que cada persona actúa como puede, según sus propios condicionamientos, su manera de ver la vida, según sus heridas no resueltas, en definitiva, según su estado evolutivo o de consciencia, al igual que nosotros, entonces, no necesitamos perdonar nada…

  Pero cuando ya hemos emitido un juicio, cuando ya nos hemos sentido ofendidos, heridos, maltratados, etc., porque estamos funcionando en el nivel del ego (es el ego el que se siente ofendido, el que tiene miedo, el siente ira, dolor, etc.,), en el nivel superficial, confundiendo lo que somos con lo que creemos ser (una persona vulnerable susceptible de ser ofendida), y la persona que no coincide con nuestra manera de ver las cosas, se convierte en nuestro “enemigo”…entonces, al sentirnos dolidos, ofendidos, necesitamos perdonar, para liberarnos de esa energía densa que supone el rencor, la impotencia, la culpa, el dolor, el temor, la baja autoestima, etc.
                           Perdonar, nos resulta entonces liberador.

  Cuando juzgamos, imponemos nuestra manera de pensar personal, percibiendo las situaciones, como “buenas” o como “malas”, como que van a nuestro favor o en nuestra contra, en vez de verlas como lo que simplemente son: neutras. Recordemos que es la interpretación que hacemos de las situaciones y de las   personas, las que tiñen la realidad, y esta interpretación es subjetiva (cada cual da su interpretación, un mismo hecho puede ser visto de una manera diferente por dos o más personas), esta interpretación viene cargada de contenidos emocionales, teñida por experiencias anteriores.

  Todo se puede entender y perdonar. Cuando juzgo, me aparto de la comprensión, de la compasión y del proceso natural de aprender a amar.

  Cuando juzgamos a otras personas, mostramos nuestra falta de autoaceptación, es como juzgar a una parte nuestra que no reconocemos porque no nos gusta, en psicología se llama “efecto espejo”: el mundo físico, es el espejo de una inteligencia más profunda, esta inteligencia es la organizadora invisible de todo lo que llamamos “materia”(energías condensadas), y de las energías; como una parte de esa inteligencia reside en ti, participas del poder organizador del cosmos, estás inseparablemente vinculado con todo; cada pensamiento, crea una impresión en el campo total de la inteligencia, y cada ser con el que te cruzas, es como un espejo, que refleja aspectos tuyos, tanto “cualidades”, como “defectos” (ver en entradas anteriores el efecto espejo).

  Cuando perdonamos a una persona, aumenta el amor por nosotros mismos, por los demás, nos tornamos más comprensivos y compasivos, nos sentimos más libres y más íntegros.
  Al perdonar, estamos aceptando que la otra persona y las circunstancias, son como son, sin expectativas, sin juzgarlas y sin pretender cambiarlas., aunque no coincidamos con su punto de vista.

  Numerosos estudios científicos demuestras que las víctimas que han perdonado a sus agresores, muestran una mejoría física y psicológica mayor que aquellas personas que no lo han hecho. Y es que la persona ” víctima” carga en su interior con sentimientos negativos hacia su agresor, como el odio, la rabia, la venganza, el despecho, la impotencia, que la mantienen en un estado de sufrimiento que termina afectando su salud, al no resolver el problema internamente. Es como si llevara una parte del agresor dentro de ella misma.

  Algunos creen que perdonar es un acto de cobardes, que tiene una carga religiosa, que se trata de un esfuerzo en el que se reconoce que la otra persona tiene razón, y donde parece que debemos sonreír forzadamente, como si no pasara nada, poniendo la otra mejilla…

  En realidad, el perdón no tiene nada que ver con todas estas creencias, sino que se trata de liberarnos de una atadura emocional del pasado, disolver todos los sentimientos como rabia, indignación, deseos de venganza, etc., que a veces es sutil o inconsciente, pero que perjudica más a la apersona que se siente ofendida que a su ofensor.

  Perdonar no significa que debemos justificar la conducta incorrecta de la otra persona, ni negar nuestros propios puntos de vista, ni tampoco tener la obligación de volver a relacionarse con el ofensor o transmitirle que se le ha perdonado.
  El perdonar no borra el mal hecho, ni quita la responsabilidad del  ofensor por el daño que hizo, pero nos libera del sufrimiento para poder continuar la vida.
  No significa que el otro “tiene razón” y uno es el que se equivoca, sino más bien, se trata de otra manera de ver el mundo, en definitiva elegir entre tener paz o tener la razón.
  Tampoco se trata de perdonar para buscar la aprobación del afuera, seguir cumpliendo el “papel de bueno”, por el miedo al rechazo, más bien se trata de un acto realizado por comprensión y consciencia.

  Perdonar es un acto elevado que se realiza voluntariamente. Para poder desconectar emocionalmente del “daño recibido” y del resentimiento, rabia, indignación, etc. se requiere ubicarse en un plano de consciencia superior, el plano del observador neutro, donde se puede tomar distancia y suspender el juicio, para poder elaborar un proceso de comprensión que la otra persona actúo según su programa mental-emocional, y que al igual que uno mismo, ha hecho las cosas como ha sabido y podido; se trata de mirar el acontecimiento sin identificarse, como un testigo imparcial, lo cual no es tan fácil, porque a veces, la mente, el ego, prefiere tener la razón en vez de buscar la paz.
  El verdadero perdón, es un acto sincero, profundo, no busca el perfeccionismo, ni el papel de bueno, ni una actitud de superioridad por el hecho de perdonar.

  Es mas bien trascender el plano de la mente, psicológico, donde actuamos como personajes, según las circunstancias (a veces como temerosos, otras como ofendidos, como víctimas de las circunstancias, a veces como héroes, otras protectores, etc.), ese plano de dualidades, donde buscamos constantemente el placer, huyendo del dolor, buscando el amor, huyendo del miedo.

  Perdonar es también cambiar nuestra manera de interpretar el mundo. Guardamos resentimientos a veces inconscientes, porque no nos hemos mirado, guardamos resentimientos hacia seres queridos (nuestros padres, hermanos, parejas, hijos, amigos, jefes, etc.) porque no responden a nuestras expectativas, a la idea que nos formamos de cómo deberían funcionar o actuar para con nosotros, etc. El perdonarlos, desarrollando la compasión al ver al otro en sus necesidades más profundas, nos libera.

   Pero el perdón que resume todos los demás, es el perdón a uno mismo, que significa aprender a amarse y a aceptarse como uno es, pase lo que pase. Esclarecer nuestra mente y comprender que hacemos lo que podemos de acuerdo a nuestro estado de desarrollo o maduración, como los demás.

  Si soy capaz de amarme y perdonarme a mi mismo, lo seré también de perdonar y amar a los otros, porque en el fondo, todos somos uno…

   No olvidemos, que cuando sostenemos un rencor crónico, el cerebro fabrica péptidos, sustancias químicas para ese estado emocional, que recorren todo el cuerpo, inundando los receptores de las células, dañando la salud, deprimiendo el sistema inmune, y haciéndonos adictos al estado emocional. 

  Para poder elegir el perdonar, deberemos primero trabajar con las emociones que se despertaron ante el acontecimiento, la rabia, vergüenza, el dolor..luego elegir el acto de perdonar, que a veces se torna "heroico", y  buscar una manera diferente de pensar sobre la persona que nos ha herido, por comprensión y para nuestro bienestar psíquico y físico. Al perdonar nos liberamos del pasado y podemos instalarnos mas fácilmente en el presente, soltando el dolor.      

El quejarnos de nosotros mismos, de los demás, de la vida, nos llenan de amargura, nos intoxican. Podemos hacer uso del poder del amor y del perdón, de la aceptación y la compasión, para trasmutar esos estados y estar en paz y armonía.
                                                                                                                      Namaste
                                                                                    

lunes, 23 de enero de 2012

El dolor


  
 El dolor es parte de la vida, y viene para  tornarnos más alertas. Sólo cuando toca a la puerta del corazón y nos sentimos "heridos", uno se hace más consciente.
  En las épocas en que la vida transcurre fácilmente, confortable, cómoda, sin sobresaltos, o en las que las circunstancias parecen ir a favor de nuestros anhelos, deseos, entonces, no somos tan conscientes de la dicha, del bienestar que estamos viviendo, pero, cuando vivimos algo "adverso", o cuando se muere un ser querido, cuando enfrentamos el abandono, cuando atravesamos momentos en que las circunstancias, las personas, no “responden” a nuestras expectativas, a nuestras necesidades, a nuestras ilusiones, etc. y nos sentimos solitarios, y el dolor cala hondo, allí, podemos aprovechar esta oportunidad para hacernos más conscientes.

  Curiosamente, cuando vivimos  a fondo cualquier situación de vida, en este caso el dolor, cuando vamos a las raíces de este dolor, aceptándolo, porque es “lo que hay”, experimentándolo desde la aceptación de que es algo transitorio (como todo en la vida), el dolor desaparece y queda la enseñanza….. uno despierta un poco más y se da cuenta de la transitoriedad de todos los estados, que todo es cambiante: épocas de pena, dolor, se alternan con épocas de alegría, tan solo se trata de estados, que cambian, que no permanecen.

  Podemos utilizar esas épocas de dolor para transformarnos, para aprender, para crecer, tratando de ver qué aprendizaje puede estar oculto  detrás del dolor, que puedo sacar de provechoso de esta situación que siento tan dolorosa. Aprovechar a transformarnos, como la oruga, que durante un tiempo permanece dentro de su crisálida, en la “incertidumbre”, “sin saber” que pasará….pero llegado el momento justo y oportuno, se enfrenta a un proceso doloroso donde debe esforzarse por romper el capullo, abandonar lo seguro, y avanzar en la “confianza” de transformarse en una hermosa mariposa, desplegando sus alas para volar libre….

  Detrás del dolor que experimentamos, se esconde una nueva lección que, una vez asimilada, ampliará nuestra visión, nos liberará de apegos, de identificaciones, tornándonos mas pacientes y  compasivos, mas despiertos, mas lúcidos.
   Mientras todo esto sucede en la “superficie”(en el nivel del ego); en el plano más profundo, central, el observador, el testigo, puede ser consciente de toda la ilusión, de lo pasajero….
                                                                                                                            Juani



jueves, 19 de enero de 2012

La Atención Plena - Mindfulness


  Es la esencia de la meditación, la atención plena es prestar atención al momento presente sin juzgar. Esta atención logra que desarrollemos una mayor consciencia, claridad y aceptación de la realidad del momento presente. Nos permite despertar al darnos cuenta que nuestra vida sólo se despliega momento a momento.

  Si en la mayoría de estos momentos, no estamos plenamente presentes, nos perdemos muchas experiencias valiosas que nos dan la posibilidad de crecer y transformarnos. Al no estar presentes en el ahora, en lo que está aconteciendo, nuestros comportamientos, acciones se tornan repetitivas, inconscientes y automáticas, motivadas por temores, miedos profundamente arraigados en nuestro subconsciente. Estos, temores, si no nos ocupamos de ellos, tienden a acentuarse con el tiempo, haciéndonos sentir una sensación de estancamiento y de estar desconectados.

  La atención plena nos da la oportunidad de reunir las energías dispersas, se trata de una manera sencilla pero muy efectiva de ayudarnos a salir de ese estancamiento, conectar con nuestra sabiduría interna y recuperar nuestra vitalidad, la creatividad, haciéndonos responsables de la calidad y de la dirección de nuestra propia vida, de nuestra relación con nosotros mismos, con el trabajo, la familia, y con todo el mundo.

  Y es que en general, no se está consciente del modo de funcionar de la mente, automático y condicionado, la mente constantemente está asaltada por pensamientos del pasado, de lo que ocurrió, y por pensamientos del futuro, imaginación de algo que no llega, que es incierto, y esto ocurre porque sentimos que en el presente nos falta algo, nos sentimos incompletos, en el presente y entonces proyectamos, imaginamos lo que en el futuro nos traerá la felicidad, la plenitud, pero ese futuro nunca llega, no podemos vivir de imaginaciones, sólo tenemos el presente, cuando llegue ese momento futuro, será también presente, sólo podemos vivir en presente, como dice J. Lennon: “La vida es lo que te ocurre cuando estas haciendo otras cosas”, y por esa dinámica de la mente, se nos escapa la única oportunidad de estar en presente, de vivir realmente.

  Mediante la práctica de la atención plena, volvemos a situarnos en el presente, y al aceptar lo que hay, si pretender que sea de otra manera, aparece una plenitud interna, y no necesitamos buscar en un futuro incierto algo que nos de felicidad.

  Cuando practicamos la atención plena, nos abrimos a esta experiencia, sin dejarnos atrapar por lo que nos agrada o nos desagrada, ni por nuestras opiniones y prejuicios de cómo deberían ser las cosas, por nuestras expectativas y proyecciones, se nos abren nuevas posibilidades y nos liberamos de la fuerza del hábito y la inconsciencia, nos tornamos más conscientes, con lo cual podemos responder de una manera que ya no es mecánica, sino con plena consciencia.

  J. Kabat Zinn define a la atención plena como “el arte de vivir de forma consciente”, se trata de una forma simple, práctica de estar más en contacto con la plenitud de nuestro ser por medio de un proceso sistemático de auto-observación, de autoindagación y de acción atenta, que se caracteriza por la amabilidad, la capacidad de apreciar, ser compasivo y por ser una fuente de nutrición, según el propio J.Kabat Zinn, dice que se la podría llamar “corazón pleno”.

  Cuando nuestras acciones no las llevamos de manera consciente, cuando actuamos llevados por impulsos y pensamientos que circulan incesantemente por nuestra mente, tenemos muy poco espacio para experimentar el silencio interno, para simplemente ser, sin estar yendo de un lado a otro, realizando cosas continuamente…quedando atrapados en esa corriente que acaba inundando nuestras vidas conduciéndonos a lugares donde quizá no deseábamos ir o a los que no sabíamos que llegaríamos, viviendo en constante estrés….

  Al meditar, aprendemos a salirnos de esa corriente, podemos compararla con un río y sentarnos en su orilla, y utilizar toda esa energía que desperdiciamos por aquel actuar errático, impulsivo, que nos domina, para que nos sirva de guía.

  Hay que tener en cuenta que la aceptación del momento presente, no quiere decir que hay que resignarse ante lo que está ocurriendo, sólo significa reconocer de forma clara "que lo que está sucediendo, esta sucediendo". La aceptación no nos indica qué hacer. Lo que hagamos a continuación, será lo que elijamos hacer y surgirá de nuestra comprensión del momento presente, aceptación es reconocer profundamente que "esto es lo que hay", lo acepto y luego desde mi discernimiento,mi comprensión del momento presente, decido qué hacer. 
  Si en vez de aceptar, me resisto a la situación, agrego un sufrimiento añadido y pierdo gran cantidad de energía inútilmente, que es lo que se suele hacer inconscientemente cuando la situación nos desagrada o no se ajusta a nuestras expectativas.

  La atención plena, si bien es simple, no es fácil, requiere un adiestramiento, una práctica, un esfuerzo al principio para cultivar esa capacidad de estar en el momento presente.

  Le preguntan a Nisargadatta Maharaj (libro “yo soy eso”):

-¿Cómo puedo solucionar un problema que está completamente por debajo del nivel de mi consciencia?

-Nisargadatta: Siendo tú mismo….observándote durante tu vida cotidiana con un interés despierto, con la intención de comprender más que de juzgar, aceptando plenamente lo que emerja, sea lo que sea, por el mero hecho de que ya está ahí; de este modo, fomentas que lo profundo emerja a la superficie y enriquezca tu vida y tu consciencia con sus energías hasta el momento cautivas.

  Este es el gran trabajo de la consciencia: elimina obstáculos y libera energías por medio de la comprensión de la naturaleza de la vida y la mente. La inteligencia es la puerta de acceso a la libertad y la atención despierta es la madre de la inteligencia.

Pregúntate ahora mismo:

¿Estoy despierto/a? ¿Dónde se encuentra mi mente en este preciso momento?

  Una manera simple de comenzar a practicar la atención plena es por medio de nuestra respiración. Intenta estar atento a la respiración cuando inhalas- cuando el aire entra en tu cuerpo - y estar atento a cuando exhalas-el aire que sale de tu cuerpo-, manteniendo la mente abierta, libre, en este instante, durante sólo esta respiración, suelta en este momento las ideas de querer llegar a alguna parte, o el deseo que suceda algo, deja que los pensamientos se deslicen mirándolos sin aferrarte a ellos, dejándolos pasar, sin pretender que no estén,....regresa de manera simple una y otra vez a la respiración cuando te des cuenta que la mente se ha distraído. Se trata de práctica, práctica, práctica. Luego puedes llevar esa atención a lo que estás haciendo en distintos momentos del día. 
                                                                                                                                     Juani


Aprendíz o víctima?


  
  Tú puedes estar en la vida como aprendiz o como víctima. Si estás como aprendiz, puedes conectar con la felicidad de saberte responsable de tu vida, de decidir qué respuestas dar a las situaciones, sabiendo que todas ellas son las necesarias para tu crecimiento, tu evolución  y así  poder estar en contacto con tu alma. 
  O puedes vivir asumiendo un papel de víctima de las circunstancias (muchas veces es inconsciente), donde le otorgas el poder al otro, a la situación, y pierdes el contacto con tu interior, quedando como una hoja en el viento, a la deriva, dependiendo de otro, viviendo como un actor secundario, en vez de ser el protagonista de tu vida…. 

  Puedes elegir…… tú que eliges???
                                                         juani


martes, 17 de enero de 2012

Oración Budista



Hechizados por la completa variedad de percepciones,
Que son como reflejos ilusorios de la Luna sobre el agua,
Vagan los seres eternamente perdidos
En el círculo vicioso del Samshara.

Para que puedan encontrar consuelo y alivio
En la luminosidad y espacio omnipresente
De la verdadera naturaleza de sus mentes.

Yo genero el amor ilimitado,
La compasión ilimitada,
La alegría ilimitada,
Y la ecuanimidad ilimitada de la mente despierta.

Soy un centro de percepción consciente en omnipresente infinitud.
En realidad mi persona se desenvuelve en lo ilusorio del pensamiento
Y se mueve prisionera en la línea del tiempo.
No soy una criatura humana en una aventura espiritual
Sino una criatura espiritual en una aventura humana.

viernes, 6 de enero de 2012

La Aceptación



 Habitualmente, reaccionamos de una manera mecánica, automática ante las situaciones de nuestra vida diaria.
  Queremos que las cosas sucedan como  y cuando deseamos, pero la vida es imprevisible, y las cosas son como son, no como queremos que sean.
  A veces, no podemos cambiar las situaciones; pero si podemos cambiar nuestra interpretación de lo que nos sucede. Ante lo que nos ocurre, tenemos dos opciones; podemos elegir entre una actitud de apertura o aceptación, y otra de no aceptación o negación, de resistencia. Resistirse, significa que la mente dice "no" a lo que pasa, por no coincidir la situación con las expectativas que teníamos en mente.
  La falta de aceptación, nos conduce al dolor, al resistirnos inconscientemente a lo que es, dejando que la mente dirija nuestras vidas. 
 Cuando mayor es el grado de resistencia  a lo que nos sucede en el presente, mayor es la intensidad del dolor que padecemos; y el grado de resistencia, dependerá de qué fuerte sea la identificación con la mente.
  Sucede que, cuando atravesamos una situación que nos resulta desagradable, la mente se resiste al ahora, al presente porque la experimenta como una amenaza, ya que la mente necesita tenerlo todo controlado.
  Hay que tener en cuenta que la mente es un instrumento muy útil para funcionar en el mundo de las formas; pero cuando ésta nos domina, genera dolor y sufrimiento.

  Como dice Chuang-Tsé:  "El que quiere vivir el placer sin dolor, y el orden sin desorden, no entiende las leyes del cielo y la tierra." 

  Es necesario aceptar lo que es, liberándonos de la identificación mental.
  Aceptar no quiere decir que debemos resignarnos, no quiere decir que no emprendamos la acción oportuna para cambiar la situación, si se puede, porque si sólo nos resignamos, generamos frustración y amargura en nuestro interior.
  El no aceptar una situación de vida insatisfactoria, hace que nos tornemos negativos, que percibamos al mundo como amenazante, que nos surja una necesidad automática y compulsiva de enjuiciar, criticar a los demás, de competir, de dominar al otro; al no aceptar lo que nos ocurre, nuestra interpretación de los hechos se carga de miedo e inseguridad, nos ponemos tensos y rígidos mentalmente y esto indudablemente afecta también a nuestro cuerpo.

    "Dios,  concédeme
  la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar,  
  el valor para cambiar las que sí puedo,
   y la sabiduría para discernir la diferencia"
                                                                               San Agustín.

 Se trata de observar los "juegos" de tu mente, el devenir de los pensamientos, sin juzgarlos, sin intentar detenerlos, sin razonarlos, sin pretender que no estén, sin identificarte....sólo observando, como quien observa las ondas en la superficie de un lago, o como quien observa el desplazamiento de las nubes en el cielo...simplemente.
  Observar como estos pensamientos se suceden unos tras otros, intentan traerte recuerdos del ayer, acontecimientos pasados, que se proyectan en preocupaciones por un futuro incierto; todo un "juego" de la mente, quizá entretenido, quizá angustiante....los pensamientos, tratarán  de atraer tu atención hacia ellos y meterte en el juego (al igual que un niño que busca continuamente llamarte la atención).
  El aprender a distanciarte de la mente, de los contenidos de la mente, es una gran bendición. De esto trata la meditación, de observar "la película" que está rodando tu mente, sin quedar atrapado, enganchado, en el drama.

 Todo el tiempo, durante tu vida, estás persiguiendo deseos, sueños, y cuando consigues uno, vas tras otro, esto no se termina...te asalta la insatisfacción y muchas veces la desilusión y la frustración, al darte cuenta que el depender de la consecución de estos deseos, no te llevan a ninguna parte, quizá a vivir más estresado.

  Las metas son necesarias como mapa de vida, el tener proyectos, deseos en sí, no tienen nada de "malo", el problema está en vivir pendientes de conseguir estos deseos, sosteniendo un estado de crispación, de tensión, sin vivir el ahora, el presente, cada momento.

  Te invito a tomarte un respiro, un descanso....Sólo observa tus pensamientos, tus emociones, tus sensaciones corporales, no las critiques, no las juzgues, céntrate en tu respiración, sigue con atención el trayecto del aire cuando inhalas y al exhalar, dejando pasar tus pensamientos, como esas nubes en el cielo...tomando distancia....siente como poco a poco te vas relajando, y cómo tu mente se aquieta y se torna cada vez más clara y serena...Estás conectando con tu Ser...observando....en presente, en el aquí y ahora......
                                                                                                                                  Juani