SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

jueves, 29 de junio de 2017

Espíritu de la Atención Plena



El espíritu de investigación es fundamental para vivir con atención plena. Investigar y hacerse preguntas no es sólo una forma de resolver problemas. Es una forma de asegurarnos de que permanecemos en contacto con el misterio básico de la vida y de nuestra presencia aquí.
¿Quién soy? ¿A  dónde voy? ¿Qué significa ser…un hombre, una mujer, un hijo, un padre; un estudiante, un trabajador, un jefe, un preso, una persona sin hogar? ¿Cuál es mi karma? ¿Dónde estoy ahora? ¿Cuál es mi camino? ¿Cuál es mi trabajo en este mundo?.

Investigar, no significa buscar respuestas, y mucho menos respuestas rápidas que surgen del pensamiento superficial. Significa hacer preguntas, sin esperar respuesta alguna, simplemente considerar la pregunta, llevarla con nosotros, permitir que se impregne todo nuestro ser, que bulla, que se cocine, que madure, y que entre y salga del ámbito de la conciencia, del mismo modo que todo entra y sale del ámbito de la conciencia.

No tenemos por qué estar quietos para investigar. La Investigación y la Atención Plena, pueden tener lugar de forma simultánea mientras se va desplegando nuestra vida cotidiana. De hecho, la Investigación y la Atención Plena, son una única y misma cosa, proceden de diferentes direcciones.

Podemos plantearnos “¿Qué soy?”, o “¿Qué es esto?”, o “¿Adónde me dirijo?”, o “¿Cuál es mi trabajo?”, mientras reparamos el coche, mientras vamos al trabajo a pie, mientras lavamos los platos, mientras escuchamos a nuestra hija cantar, mientras buscamos un empleo.

En la vida, emergen constantemente problemas de todo los tipos y dimensiones. Van desde lo más trivial hasta lo más profundo y abrumador. El desafío consiste en encontrarnos con ellos con una actitud de investigación, con el espíritu de la Atención Plena. Esto significa preguntarnos: ¿Qué es este pensamiento, sentimiento, este dilema?, ¿Cómo voy a lidiar con él?, o incluso ¿Estoy dispuesto a lidiar con él  o a reconocerlo siquiera?.

El primer paso consiste en reconocer que hay un problema, lo cual significa que hay algún tipo de tensión, presión  o desarmonía. Podría llevarnos cuarenta o cincuenta años llegar a reconocer algunos de nuestros demonios internos. Pero quizá eso esté bien, también. La Investigación no sigue un programa determinado. Es como una olla que está guardada en un armario de la cocina. Está disponible para hacer la comida, siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a sacarla del armario, poner algo en ella y ponerla a calentar.

Investigar significa hacer las preguntas una y otra vez. Tenemos el coraje de de mirar algo, sea lo que sea, y preguntarnos ¿Qué es eso?, ¿Qué es lo que anda mal?, ¿Cuál es el origen del problema?, ¿Cuál es el mensaje en ello?, ¿Cuáles son las conexiones?, ¿Cuál podría ser una buena solución?,   

Preguntas, preguntas y mas preguntas. Investigar no consiste en pensar respuestas, aunque el hecho de plantearnos preguntas, dará lugar a muchos pensamientos que parecerán respuestas. En realidad, implica escuchar los pensamientos que evocan nuestras preguntas, como si estuviéramos sentados junto al río por el que corren  nuestros pensamientos, escuchando cómo fluye el agua sobre y en torno a las rocas; escuchando y observando alguna que otra hoja o ramita que baja llevada por la corriente.
                        Jon Kabat Zinn   




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martes, 6 de junio de 2017

Sanación

                                  Resultado de imagen de flor naciendo

El dolor es inevitable pero el sufrimiento se puede superar. Néor

El río de la vida fluye entre las orillas del dolor y del placer. El dolor forma parte de la vida y sirve de contrapunto al placer. Y de la misma forma que la respiración y el propio latido del corazón están sometidos a ritmos de alternancia, de igual manera, el dolor y el placer oscilan en los ritmos del vivir. Mientras la actual condición humana no realice el salto evolutivo hacia la conciencia neutral, viviremos el juego de opuestos que teje la vida en su ritmo y polaridad.

Investigaciones recientes con mamíferos del Dr. Olds en París, revelan que existe un lugar en el cerebro que su descubridor denominó como “Infierno Cerebral”, cuya estimulación activa el dolor más angustioso que se pueda experimentar. Sin embargo, cerca del mismo, existe otra área especializada cuya estimulación desencadena un gran placer y éxtasis que dicho doctor denominó como “Paraíso Cerebral”. Afortunadamente, la naturaleza ha sido generosa, el espacio físico del Paraíso ocupa siete veces más espacio que el Infierno. Hemos sido dotados de una capacidad para gozar siete veces mayor que para sufrir.

Pero aunque el dolor tenga una finalidad funcional, si no se acepta y además se trabaja eficazmente para resolverlo, es experimentado como una cruz que puede tentar a la persona a sentirse víctima.
El victimismo es un virus que estanca el alma y convierte cualquier brizna de dolor y frustración en verdadero sufrimiento. Se trata de una actitud de resistencia y parálisis que no se enfrenta, ni se indaga.

El sufrimiento es no sólo dolor no aceptado, sino también resignación que no resuelve y bloquea. Cuando no aceptamos el dolor, nos estamos resistiendo a comprender el mensaje que éste nos revela.
Si, por ejemplo, nos duele una rodilla, examinémosla. Más tarde, y gracias a la llamada que el dolor nos ha hecho, nos habremos enterado de la existencia de una herida, y por ella, también habremos aplicado soluciones inmediatas. El dolor cuida de nuestro cuerpo, avisándonos de aquellos puntos que merecen atención y supervivencia.

De igual manera, cuando el dolor se disfraza de confusión y angustia, en realidad, es nuestro mundo emocional el que nos llama. Cuando esto sucede, algo profundo quiere avanzar en nosotros y proporcionar hondura a una vida, a menudo, de mirada pequeña y plana. A través de la ansiedad y del desencanto, nuestro Ser esencial se hace presente señalándonos la necesidad de cultivar el alma y expandir consciencia.

Como dijo Einstein:

“Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia que lo creó”.

A diferencia del dolor, el sufrimiento es una actitud mental. Un nivel de conciencia e interpretación de las cosas que nos bloquea.
Para salir del sufrimiento, conviene darse cuenta de la intencionalidad sutil que el proceso nos trae y proceder a un trabajo interno que posibilite el crecimiento hacia un nivel superior de consciencia.

Todo comienza por aceptar nuestro dolor e indagar las salidas más cabales y duraderas. Más tarde, uno acepta que el dolor ayuda a comprender las leyes de la vida y los principios que conforman nuestra maduración interna.
Cando el dolor pasa, nos deja el corazón más sensible. Sentimos compasión hacia las personas que lo llevan en sus caras. Gozamos de una mayor empatía y hasta somos más aptos para animar a los que todavía viven atrapados en sus propias desgracias.

El dolor nos presiona para buscar salidas que, a menudo, nos llevan de la mano hasta la profundidad del alma. En realidad, el dolor nos torna más sencillos, más humildes, con el corazón más abierto y sin corazas. 
J.M.Doria





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                         Juana Ma. Martínez Camacho
                                       Terapeuta Transpersonal
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