SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 30 de diciembre de 2012

La Liberación de la Infelicidad



 ¿Le desagrada hacer lo que está haciendo? Puede ser su trabajo, o puede haber aceptado hacer algo y lo está haciendo, pero parte de usted se resiente y se resiste a ello.
  ¿Tiene un resentimiento no confesado hacia una persona cercana a usted? ¿Se da cuenta de que la energía que emana por eso es tan dañina en sus efectos que de hecho usted se está contaminando a sí mismo así como a los que lo rodean?
 
  Observe detenidamente su interior.
 
 ¿Existe la menor traza de resentimiento, de mala voluntad?
 Si la hay, obsérvela tanto en el nivel intelectual como en el emocional.
¿Qué pensamientos está creando su mente alrededor de esta situación? Entonces mire a la emoción, que es la reacción del cuerpo a esos pensamientos. Sienta la emoción. ¿Es placentera o desagradable? ¿Es una energía que usted realmente escogería tener dentro? ¿Tiene elección?
 
  Quizá se están aprovechando de usted, quizá la actividad en la que está involucrado es tediosa, quizá alguien cercano a usted es deshonesto, irritante o inconsciente, pero todo eso es irrelevante. Que sus pensamientos y emociones acerca de esa situación sean justificados o no, no hace ninguna diferencia. El hecho es que usted se está resistiendo a lo que es. Está convirtiendo el momento presente en un enemigo. Está creando infelicidad, conflicto entre lo interior y lo exterior.
  Su infelicidad está contaminando, no sólo su propio ser interior y a los que lo rodean, sino también la psique humana colectiva, de la cual usted es parte inseparable.
  La contaminación del planeta es sólo un reflejo exterior de una contaminación psíquica interior: millones de individuos inconscientes que no asumen la responsabilidad de su espacio interior.
 
  Usted debe, o bien dejar de hacer lo que está haciendo, hablar a la persona que tiene que ver en el asunto y expresar completamente lo que siente, o abandonar el negativismo que ha creado su mente en torno a la situación y que no sirve para ningún propósito excepto para fortalecer un falso sentido de usted mismo. Es importante reconocer su futilidad.
   La negatividad no es nunca una forma óptima de manejar cualquier situación.
  De hecho, en la mayoría de los casos lo mantiene atascado en ella, bloqueando el cambio real. Todo lo que se haga con energía negativa, quedará contaminado por ella y con el tiempo hará surgir más dolor, más infelicidad. Además, todo estado interior negativo es contagioso: la infelicidad se extiende más fácilmente que una enfermedad física. Por la ley de la resonancia, dispara y alimenta la negatividad latente de los demás, a menos que sean inmunes, es decir, altamente conscientes.
 
  ¿Está usted contaminando el mundo o limpiando el desorden? Usted es responsable de su estado interior; nadie más lo es, así como usted también es responsable por el planeta.
  Lo mismo que ocurre dentro, ocurre fuera: si los seres humanos limpian la contaminación interior, también dejarán de crear contaminación exterior.
 
 ¿Cómo podemos abandonar la negatividad, tal como usted sugiere?
 
  Soltándola. ¿Cómo suelta un trozo de carbón caliente que tiene en la mano? ¿Cómo suelta un equipaje pesado e inútil que lleva? Reconociendo que usted no quiere sufrir el dolor o soportar la carga más y después dejándola ir.
 
  La inconsciencia profunda, tal como el cuerpo del dolor u otro dolor profundo, como la pérdida de un ser amado, a menudo deben ser transmutados por medio de la aceptación combinada con la luz de su presencia, su atención sostenida. Por otra parte, muchos patrones de la inconsciencia ordinaria pueden soltarse simplemente en cuanto usted sabe
que no los quiere y no los necesita, una vez que usted se da cuenta de que tiene elección, de que no es sólo un montón de reflejos condicionados. Todo esto implica que usted es capaz de acceder al poder del Ahora. Sin él no tiene elección.
 
  Si usted llama a algunas emociones negativas, ¿No está creando una polaridad mental de bien y mal, tal como explicó antes?
 
  No. La polaridad se creó en una etapa anterior, cuando su mente juzgó el momento presente como malo; este juicio creó entonces la emoción negativa.
 
  Pero si usted llama a algunas emociones negativas ¿no está realmente diciendo que no deberían estar allí, que no está bien tener esas emociones? Yo entiendo que deberíamos darnos permiso de tener cualquier sentimiento que surja, en lugar de juzgarlos como malos o decir que no deberíamos tenerlos. Está bien sentirse resentido; está bien estar enfadado, irritado, de mal humor o cualquier otra cosa, de lo contrario entramos en la represión, en el conflicto interior o en la negación. Todo está bien como es.

   
  Por supuesto. Una vez que un patrón mental, una emoción o una reacción están ahí, acéptelos. No fue lo suficientemente consciente para hacer una elección en el asunto.
  Eso no es un juicio, solamente un hecho. Si usted tuviera elección, o se diera cuenta, de que realmente tiene una elección ¿escogería el sufrimiento o la alegría, la tranquilidad o el desasosiego, la paz o el conflicto? ¿Escogería un pensamiento o un sentimiento que lo separa de su estado natural de bienestar, la alegría de la vida dentro de usted?
  A cualquier sentimiento de este tipo lo llamo negativo, lo que simplemente significa malo.
  No en el sentido de que "Usted no debería haber hecho eso" sino simplemente mal fáctico, como sentirse mal del estómago.
¿Cómo es posible que los seres humanos mataran a cien millones de congéneres solamente en el siglo XX? (R. L. Sivard, World Military and Social Expeditures 1996, Edición 16, World Priorities, Washington D.C., 1996, p. 7).
   Que los seres humanos se inflijan dolor mutuamente en tal magnitud está más allá de lo que uno puede imaginar. Y eso no toma en cuenta la violencia mental, emocional y física, la tortura, el dolor y la crueldad que continúan causándose, así como la que causan a otros seres sensibles diariamente.
¿Actúan así porque están en contacto con su estado natural, la alegría de la vida que hay en ellos? Por supuesto que no. Sólo las personas que están en un estado profundamente negativo, que se sienten realmente muy mal, crearían una realidad así como reflejo de la forma en que se sienten. Ahora están empeñados en destruir la naturaleza y el planeta que los sostiene. Increíble, pero cierto.
  Los seres humanos son una especie peligrosamente demente y muy enferma. Eso no es un juicio, es un hecho.
  También es un hecho que la salud mental está ahí, bajo la locura. La curación y la redención son posibles ahora.
 
  Volviendo específicamente a lo que usted dijo, es verdad que cuando usted acepta su resentimiento, su mal humor, su rabia, ya no está obligado a actuar ciegamente, y es menos probable que los proyecte en los demás.   Pero me pregunto si no está engañándose a sí mismo. Cuando usted ha practicado la aceptación por un tiempo, como usted lo ha hecho, llega un momento en que necesita pasar a la siguiente etapa, en la que esas emociones negativas ya no se producen. Si usted no lo hace, su 'aceptación" se vuelve simplemente una etiqueta mental que le permite a su ego continuar complaciéndose en la infelicidad y fortalecer así su sentido de la separación de los demás, de lo que lo rodea, del aquí y el ahora. Como sabe, la separación es la base del sentido de identidad del ego.
 
  La verdadera aceptación transmutaría esos sentimientos inmediatamente. Y si en realidad usted supiera profundamente que todo está "bien", tal como usted lo dice, lo que por supuesto es verdad, ¿tendría, para empezar, esos sentimientos negativos?
  Sin juicio, sin resistencia a lo que es, no surgirían. Usted tiene una idea en la mente de que "todo está bien", pero en el fondo no lo cree, así que los viejos patrones mentales-emocionales de resistencia están todavía en su lugar. Eso es lo que lo hace sentir mal.
                                                                                                                                   E. Tolle 

sábado, 29 de diciembre de 2012

Las tres respuestas



 Un cierto emperador pensó un día que si se conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión. Las tres preguntas eran:
                        ¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
                        ¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?
                        ¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo
                          momento?

   El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador.

  Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un “Consejo de Sabios” y actuar conforme a su consejo.
  Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos.

  Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros.

  La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante.

  Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada.
  Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos.   Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pié de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño.
  Al llegar al lugar donde habitaba el hombre santo, el emperador le halló cavando en el jardín frente a su pequeña cabaña. Cuando el ermitaño vio al extraño, movió su cabeza en señal de saludo y siguió con su trabajo. La labor, obviamente, era dura para él, pues se trataba de un hombre anciano, y cada vez que introducía la pala en la tierra para removerla, la empujaba pesadamente.
  El emperador se aproximó a él y le dijo: “He venido a pedir tu ayuda para tres cuestiones:
“¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
¿Quienes son las personas más importantes con las que uno debe trabajar?
¿Qué cosa es la más importante que hacer en todo momento?

  El ermitaño le escuchó atentamente pero no respondió. Solamente posó su mano sobre su hombro y luego continuó cavando. El emperador le dijo: “Debes estar cansado, déjame que te eche una mano”. El eremita le dio las gracias, le pasó la pala al emperador y se sentó en el suelo a descansar.
  Después de haber acabado dos cuadros, el emperador paró, se volvió al eremita y repitió sus preguntas. El eremita tampoco contestó sino que se levantó y señalando la pala y dijo: “¿Por qué no descansas ahora? Yo puedo hacerlo de nuevo”. Pero el emperador no le dio la pala y continuó cavando. Paso una hora, luego otra y finalmente el sol comenzó a ponerse tras las montañas. El emperador dejó la pala y dijo al ermitaño: “Vine a ver si podías responder a mi tres preguntas, pero si no puedes darme una respuesta dímelo para que pueda volverme a mi palacio”.
  El eremita levantó la cabeza y preguntó al emperador: “¿Has oído a alguien corriendo por allí?”. El emperador volvió la cabeza y de repente ambos vieron a un hombre con una larga barba blanca que salía del bosque. Corría enloquecidamente presionando sus manos contra una herida sangrante en su estómago. El hombre corrió hacia el emperador antes de caer inconsciente al suelo, dónde yació gimiendo. Al rasgar los vestidos del hombre, emperador y ermitaño vieron que el hombre había recibido una profunda cuchillada. El emperador limpió la herida cuidadosamente y luego usó su propia camisa para vendarle, pero la sangre empapó totalmente la venda en unos minutos. Aclaró la camisa y le vendó por segunda vez y continuó haciéndolo hasta que la herida cesó de sangrar.
  El herido recuperó la conciencia y pidió un vaso de agua. El emperador corrió hacia el arrollo y trajo un jarro de agua fresca. Mientras tanto se había puesto el sol y el aire de la noche había comenzado a refrescar. El eremita ayudó al emperador a llevar al hombre hasta la cabaña donde le acostaron sobre la cama del ermitaño. El hombre cerró los ojos y se quedó tranquilo. El emperador estaba rendido tras un largo día de subir la montaña y cavar en el jardín y tras apoyarse contra la puerta se quedó dormido.   Cuando despertó, el sol asomaba ya sobre las montañas. Durante un momento olvidó donde estaba y lo que había venido a hacer. Miró hacia la cama y vio al herido, que también miraba confuso a su alrededor; cuando vio al emperador, le miró fijamente y le dijo en un leve suspiro: “Por favor, perdóneme”.
- Pero ¿qué has hecho para que yo deba perdonarte?- preguntó el emperador.
- Tú no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a ti. Yo era tu implacable enemigo y había jurado vengarme de ti, porque durante la pasada guerra tú mataste a mi hermano y embargaste mi propiedad. Cuando me informaron de que ibas a venir solo a la montaña para ver al ermitaño decidí sorprenderte en el camino de vuelta para matarte. Pero tras esperar largo rato sin ver signos de ti, dejé mi emboscada para salir a buscarte. Pero en lugar de dar contigo, topé con tus servidores y me reconocieron y me atraparon, haciéndome esta herida. Afortunadamente pude escapar y corrí hasta aquí. Si no te hubiera encontrado seguramente ahora estaría muerto. ¡Yo había intentado matarte, pero en lugar de ello tú has salvado mi vida! Me siento más avergonzado y agradecido de lo que mis palabras pueden expresar. Si vivo, juro que seré tu servidor el resto de mi vida y ordenaré a mis hijos y a mis nietos que hagan lo mismo. Por favor, Majestad, concédeme tu perdón.

  El emperador se alegró muchísimo al ver que se había reconciliado fácilmente con su acérrimo enemigo, y no sólo le perdonó sino que le prometió devolverle su propiedad y enviarle a sus propios médicos y servidores para que le atendieran hasta que estuviera completamente reestablecido.
  Tras ordenar a sus sirvientes que llevaran al hombre a su casa, el emperador volvió a ver al ermitaño. Antes de volver al palacio el emperador quería repetir sus preguntas por última vez; encontró al ermitaño sembrando el terreno que ambos habían cavado el día anterior.
El ermitaño se incorporó y miró al emperador. “Tus preguntas ya han sido contestadas”.
-Pero, ¿Cómo?- preguntó el emperador confuso.
-Ayer, si su Majestad no se hubiera compadecido de mi edad y me hubiera ayudado a cavar estos cuadros, habría sido atacado por ese hombre en su camino de vuelta. Entonces habría lamentado no haberse quedado conmigo. Por lo tanto el tiempo más importante es el tiempo que pasaste cavando los cuadros, la persona más importante era yo mismo y el empeño más importante era el ayudarme a mí. Más tarde, cuando el herido corría hacia aquí, el momento más oportuno fue el tiempo que pasaste curando su herida, porque si no le hubieses cuidado habría muerto y habrías perdido la oportunidad de reconciliarte con él. De esta manera, la persona más importante fue él y el objetivo más importante fue curar su herida.

  Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora. El momento actual es el único sobre el que tenemos dominio. La persona más importante es siempre con la persona con la que estás, la que está delante de ti porque quien sabe si tendrás trato con otra persona en el futuro. El propósito más importante es hacer que esa persona, la que está junto a ti, sea feliz, porque es el único propósito de la vida.

www.centroelim.org

viernes, 12 de octubre de 2012

La Des-ilusión óptima


  Aquello en lo que creías te decepcionó. Es más: te has decepcionado respecto de tus propias elecciones, de haberte dejado engañar, de cómo desaprovechaste oportunidades, de haber lastimado gente a pesar tuyo, de perder tiempo en lo que no lo merecía... 

  Es frecuente que quien vivencia este tipo de crisis sea alguien que se acerca a la mitad de la vida (+- 35 / 45 años): medianamente recorrió el camino, apostó (y ganó o perdió), creyó y dejó de creer, tuvo ideales y no siempre estuvo a la altura de ellos, puso lo mejor de sí pero le fue mal... Mira para atrás y siente que lo vivido no alcanza a justificarse por sí mismo, experimentando la frustración de, aparentemente, haber equivocado el rumbo demasiado. 


 En Psicología Transpersonal se le llama a esta instancia “desilusión óptima”. Suena extraño que estas dos palabras estén juntas? 

  Es que hay que leerlas poniendo el acento en que la primera significa, precisamente, des-ilusión.“Perder las ilusiones” puede sonar horrible. Sin embargo, es justamente la ilusión la que nos impide ser quienes realmente somos, y construir nuestra vida a partir de lo que realmente es. 

Por qué? 
En el Hinduismo la palabra Maya alude al engaño al que estamos sujetos cuando percibimos la realidad: proyectamos en ella nuestros propios contenidos internos, deformándola. Si miramos en el diccionario, “ilusión” se define como “esperanza infundada; imagen que no refleja fielmente la realidad, o que se le opone”. De allí que “iluso” signifique “seducido, engañado”. Así, des-ilusionarse es, en verdad, a pesar del dolor, algo digno de celebración: implica des-engañarse. 

  Aunque pasemos por un período de desesperanza, de desgano, de sensación de sinsentido... si atravesamos ese tránsito con lucidez y sin quedar atrapados en una autocompasión peligrosa, saldremos de ello con mayor madurez y objetividad: sabremos qué es qué, quién es quién, con qué recursos contamos, cuáles son nuestras limitaciones... 
  A partir de allí, comienza a estar habilitada para nosotros la posibilidad de construir una vida en consonancia con la realidad, y, por ende, con decisiones más inteligentes. Esto implica, inclusive, liberarte de las expectativas que los demás hayan proyectado sobre quién y cómo debías ser. Qué alivio! Quizás para ello también haya que transitar el proceso de desembarazarte de la culpa por “haber decepcionado a los demás”. 
Parafraseando a Perls, no has venido a este mundo para satisfacer las expectativas de nadie!! 

  Esta des-ilusión es el primer Despertar del que nos hablan todas las Tradiciones espirituales de la Humanidad: un requisito indispensable para otros despertares más sutiles. Implica haber estado, hasta esa instancia, más que dormido: hipnotizado por sus propios condicionamientos, por el autoengaño, por la inexperiencia... 

¿Fracasaste? Sí. ¿Y qué? ¿Acaso alguien te dio al nacer un mapa del laberinto como para que no te equivocaras en nada? 

  Tus fracasos no demuestran impericia para vivir: hasta donde alcanzo a ver, ser un humano es uno de los asuntos más difíciles en este mundo. Y, encima, ser un humano que intenta construir una vida coherente y digna... más. 

  La mayoría de las veces el fracaso se debe a la ilusión. “Fracasar” viene de la misma raíz que “fraccionar” = hacerse pedazos. 

  Si llegaste a la mitad de tu vida y no fracasaste... es muy posible que sea porque te has quedado inmóvil, como dentro de una vitrina. 

  Si viviste con intensidad, es casi seguro que hayas fracasado en más de un aspecto. ¿Quién no?. Habiéndolo constatado y, con ello, habiéndote quitado el velo de la ilusión... a juntar tus pedazos (como Osiris) y a construir sobre lo real, con lo real. 

  ¿Duele? Lo sé, porque a mí también! Y es natural que así sea. Ni siquiera hay garantías de que no vuelva a sucedernos. Pero si en tu memoria hay alguna persona mayor valiosa que conozcas o hayas conocido, estoy segura de que lo llegó a ser porque transitó por esa des-ilusión, juntó sus pedazos, y se recicló a sí misma. 

  “Siempre he sido un imbécil!”, “Nunca me doy cuenta de nada”, “Sólo a mí me suceden estas cosas!”, “Todo el mundo abusó de mí”... Así es como uno suele tratarse ante la instancia de la des-ilusión: con una crueldad con la que quizás no haya jamás tratado a nadie (propio de la buena gente, que puede llegar a ser malísima consigo misma) También en ese caso utilizamos palabras magnificantes: “siempre”, “nunca”, “nada”, “todos”... Cuando en una frase estas palabras tienen peso... es seguro de que expresa una construcción falaz. Necesitamos revisarla. 

  Ante la des-ilusión puede que también oscilemos entre autoinculparnos y culpar a los demás (nuestros padres, el mundo, la gente, la vida...). 

  Ni una cosa ni la otra conduce a nada. Nos puede ubicar en mejor lugar tomar conciencia de que nuestra esencia más íntima tiene por imperativo interno evolucionar justamente a partir de superar aquellas condiciones que se lo impiden. Es una ley inevitable en el devenir de todo lo que crece. 

  Romper el velo de la ilusión es ascender varios escalones en ese proceso. Si comprendemos lo que nos está sucediendo, y lo inscribimos en el contexto de que no somos los únicos ni los peores, a partir de ese des-engaño, el redireccionamiento de nuestra vida puede ser mucho más que una utopía. Darnos tiempo, disculparnos la necedad, perdonar a quienes fueron nuestro obstáculo... No es tarea fácil! Y tampoco es una decisión, sino un proceso. Pero... ¿hay alguna otra cosa mejor para hacer en este mundo? Lo que puedo decirte y decirme es: fuerza! Millones de mujeres y hombres de todos los tiempos han tenido que vivirlo. No estamos solos. 
                                                      Virginia Gawell 


Gratitud



Si la única oración que dijera en toda su vida fuera: ¡Gracias!, bastaría.
Maestro Eckhart.

  Dicen los mahatmas que si se practica el dar gracias tras todo aquello que nos suceda, sea del signo que sea, se alcanza la paz profunda de nuestra alma. Una fórmula que, al parecer, drena bloqueos internos y disuelve los temores más hondos que habitan en el sótano de la conciencia. Afirman también, que cuando nos visita la Gracia, se vive en gratitud sostenida, un estado elevado en el que se tornan posibles las grandes elevaciones del alma.

  Cuando decimos "Gracias", la mente subconsciente elimina, de manera sutil, el virus de las quejas. Sin duda, un programa mental de víctima por el que entregamos nuestro poder y perdemos la fuerza. Cuando pronunciamos "Gracias" se activa la fuerza mágica del Ser y aportamos seguridad a nuestra íntima realidad interna. Cuando decimos "Gracias", se confirma que recibimos algo que nos ha llegado dentro, algo que ha gratificado nuestra vida y ha disuelto penas atrasadas. Cuando damos las gracias, reforzamos el buen fluir de las cosas y, además, generamos emociones plenamente sanas.

  Si uno da las gracias en todo momento y a toda persona, sucederá que, poco a poco, se sentirá merecedor de realizar sus sueños y observará que la vida le devuelve la gratitud que regala. De pronto, sentirá corrientes de esperanza, anunciando posibilidades de todo lo que uno anhela. Si a menudo decimos Gracias, sucederá que todo aquello que nos crispa, junto con los rechazos acumulados de la jornada, se verán transmutados por una mirada más amplia. Cuando decimos "Gracias", algo muy íntimo se ofrece y confía, algo muy grande que late dentro y ama. Entre tanto, uno sigue adelante, viviendo el presente mientras aprende y avanza.

  Cada noche, antes de despedir a la consciencia, ¿qué mejor que dar las gracias por tal regalo? Al fin y al cabo, al llegar la mañana, tal facultad activa el "darse cuenta". Y ello es tanto como hablar de la llegada de la propia existencia. ¿Qué sucedería si al despertar nos dijesen que hemos dormido, por ejemplo, 10.000 horas?, seguramente, uno titubeando incrédulo, no sabría qué decir al no poder tener certeza. En realidad, el estado de sueño es un estado de inadvertencia. Es por ello que cuando despertamos, ¿qué mejor que dar las gracias por el privilegio de una vida atenta?

  En cada momento del día, cuando enfrentamos el error y su consiguiente aprendizaje, ¡Gracias! En cada beso y en cada lágrima, en cada tropiezo y en cada dicha, o simplemente al encontrarnos con los ojos de las personas, ¡Gracias! Al llegar a casa, al abrir la puerta y al descubrir la verdad en la pupila ajena, ¡Gracias! Al sentir algo nuevo y por el arrobamiento ante la belleza, ¡Gracias! Ante el temor al fracaso, ante la incertidumbre futura, al constante renacer, ¡Gracias! Si alguna vez sentimos que llega a nuestra vida la suerte inesperada y más tarde, uno desea compartir su alegría con el cielo y con la tierra, ¡Gracias! Gratitud cada día, cada hora, cada instante y sentiremos abierta una gran puerta, un camino que los lúcidos precedentes nombraron como yoga del alma.

  Si algún día experimentamos el sentimiento sostenido de amor y sentimos que el milagro ha llegado a nuestra vida, ¡Gracias! Si percibimos que en nuestra cabeza y en nuestro pecho arde la llama, entornemos los ojos, respiremos profundo, y al exhalar el aire, digamos a la Vida, ¡Gracias!
¿Gracias? Sí. Gracias.
                                                                                                            José María Doria

domingo, 7 de octubre de 2012

La Conciencia revela la Realidad



Se dice de Chuang Tzu que:
  Una mañana comenzó a llorar. Sus discípulos se reunieron y le preguntaron: «Maestro, ¿qué haces? ¿Qué te ha pasado?». Chuang Tzu dijo: «Tengo un problema. Esta noche he soñado que me convertía en una mariposa».
  Los discípulos dijeron: «¿Pero que hay de malo en ello para que llores y te pongas tan triste? ¡Todo el mundo sueña muchas cosas! No hay nada de malo en que en un sueño te conviertas en una mariposa».
  Chuang Tzu dijo: «Ese no es el problema. El problema es que ahora estoy preocupado porque me ha surgido una duda y no sé como llegar a una conclusión.
 Por la noche Chuang Tzu soñó que se había convertido en una mariposa. Y ahora me ha surgido la duda: puede que la mariposa esté soñando que se ha convertido en Chuang Tzu».
¿Y quién va a decidirlo? Y ¿cómo? Si un Chuang Tzu puede convertirse en una mariposa en su sueño, entonces ¿por qué no puede estar sucediendo lo contrario: que una mariposa posada sobre una flor pueda estar soñando que se ha convertido en un buda?

  Puede que todo sea un sueño, no hay forma de refutarlo. Coloquialmente, como mucho, podemos decir que son apariencias. Pero en el fondo no hay forma de saberlo.
  Hay sólo una realidad de la cual puedes estar absolutamente seguro, y esta es la realidad interior. Puedes ir hacia tu interior. Sólo puedes estar seguro de ti mismo, de nada más. Pero una vez que penetras en la certeza de que tú eres...

  Recuerda, hasta en sueños tú eres. Puede que te hayas convertido en una mariposa, pero tú eres. Hasta para que pueda existir un sueño por lo menos tú eres necesario. Todo lo demás puede ser un sueño pero tú no, porque sin ti ni siquiera el sueño puede existir. Hasta para soñar se necesita la consciencia.
  Puedes demostrar que todo es un sueño, pero no puedes demostrar que el que sueña es un sueño, porque el que sueña tiene que ser real, de otra forma los sueños no pueden existir.
Sólo una cosa es absolutamente cierta y esa es tu realidad interior. Conversión quiere decir ir de un mundo incierto, el mundo de las apariencias, al mundo de la realidad.
  Y una vez que tienes esta certeza interior y se solidifica, una vez que sabes que eres, entonces desde esta certeza la visión cambia, y la cualidad cambia. Entonces miras el mundo exterior y se abre ante ti un mundo diferente; este mundo es Dios.

  Cuando estás enraizado en una realidad auténtica, absolutamente cierta, entonces tu mirada tiene una cualidad diferente: entonces hay confianza. Ahora puedes mirar..., y el mundo entero cambia. Entonces ya no son apariencias, sino la realidad, lo auténticamente real.
  Y ¿qué es eso auténticamente real? No son las formas externas. Las formas cambian, pero lo que se mueve a través de las formas es inmutable.
  Primero fuiste niño, luego joven, y ahora te has hecho viejo; la forma ha estado cambiando constantemente. Tu cuerpo cambia a cada momento, la forma cambia; pero si te fijas, en tu interior siempre has sido el mismo.
  Al principio eras una pequeña célula, un átomo en el vientre de tu madre, ni siquiera eras visible a simple vista; después fuiste un niño pequeño; luego un joven lleno de sueños y deseos; y después, frustrado y abatido, un fracaso; un viejo. Pero si miras en tu interior, todo ha seguido igual. 
  La consciencia nunca cambia. Si miras adentro te sorprenderás: no puedes sentir qué edad tienes, porque la consciencia no tiene edad. Si cierras los ojos no puedes decir si tienes veinte, cuarenta o sesenta años, porque la edad es algo que pertenece al cuerpo, a la corteza. Tu realidad no tiene edad; nunca ha nacido y nunca morirá.
  Una vez que te centras en esta eternidad, inmutable, absolutamente inmóvil, entonces tu cualidad cambia. Entonces puedes ver, entonces te conviertes en un espejo. En ese espejo se refleja la realidad.
   Pero antes tienes que convertirte en un espejo. De momento estás tan agitado, tan inquieto, que no puedes reflejar nada; sólo distorsionas. La mente distorsiona la realidad, y la consciencia la revela.   Osho

Amor


  
 En la medida en que amamos nos convertimos en aquello que amamos. El amor tiende a unificar a amalgamar, a hacer una unidad de lo que aparecía como diverso, porque nos conduce al fondo y el fondo es realmente común.  Por eso el amor, no se debe confundir con la intensidad de un sentimiento, pues es mas bien la profundidad del sentir. Es la profundidad la que nos transforma, y no la intensidad por sí sola. La intensidad viene determinada por un canal muy energético, y entonces puede darse un amor muy intenso aunque poco profundo. Se vivirán grandes cosas, pero del mismo modo que se viven, desaparecen. Lo que da estabilidad al amor no es la intensidad, sino la profundidad.
  El acto de amor auténtico consiste en aprender a vivir, a amar, cada vez mas profundamente, mas genuinamente, mas desde el fondo, y esto es lo que nos va conduciendo hacia el centro. La intensidad y la profundidad pueden ir unidas, pero también pueden no ir unidas. En la profundidad siempre hay intensidad, pero en la intensidad no siempre hay profundidad.

- En eso que estás diciendo ¿resultará que hemos de amar también a las personas que nos son hostiles, aunque en ellas no veamos amor?

- Es que el amor depende de ti, no del otro. Si el amor depende del otro, entonces ¿qué amas?, no amas al otro, amas que él hace, lo que te da.
  El amor eres tú. Sé tu mismo amando, y cuanto mas profundamente ames, más tú mismo serás. Pero ahora el amor es una transacción mental: me conviene, no me conviene, me cae bien, etc., y eso no es amor.

- He entendido que hemos de amar a todas las personas de la misma forma, y a mí me parece que no es posible.

- He dicho que el amor es uno, y en la medida en que ese amor está actualizado en nosotros, está ahí siempre, indistintamente. El problema es que como yo no estoy viviendo allí donde el amor es, sino que estoy metido en la mente por mi funcionamiento defectuoso, entonces confundo el amor con mis ideas de valor de las personas. Y a unos les digo que sí, y a otros que no, en función de cómo concuerdan con mi escala de valores, con mi comparación, con mis exigencias, con mis modelos. Pero si yo viviera el amor en su sitio, me daría cuenta de que hay un amor total, indistinto, indiscriminado, para todo el mundo y para todas las cosas.

- ¿Entonces deberíamos amar a todos los seres de la misma manera?

- En efecto. No podemos amar a dos seres de una manera distinta puesto que el amor es Uno, y eso es lo que somos. Si yo soy auténticamente yo, amaré indistintamente, con un amor total, aunque luego exprese ese amor de un modo diferente de acuerdo a mi inteligencia y mi visión de cada una de las situaciones. Pero una cosa es la expresión, como yo expreso el amor, y otra cosa es el amor que yo vivo.
  El amor es uno, no es múltiple. El amor no es que sea grande para algunas personas y pequeño para otras. El amor es una realidad, es una luz encendida, es un sol, es un volcán que está dentro, y el volcán sigue siendo el mismo en todo momento. El problema es que no vivimos el amor donde está, sino a través de la mente, y es la mente la que está diciendo a este sí y a este no, este es bueno y este es malo, este me ayuda y el otro es enemigo.
  De este modo se da la paradoja de que viviendo el amor con unos seres, se vive odio o indiferencia respecto a otros.

- Yo siento el amor por unas determinadas formas, esto no encaja…..

- El amor en sí no tiene forma. El Amor en sí es Plenitud, la forma se la da la mente. El amor es un sentir, no es un pensar. Vive el amor en el sentir, mantente atento a ese sentir y descubrirás que ese amor es una totalidad en sí que no tiene formas.

- Entiendo que el amor es darse, pero nosotros sólo amamos en la medida en que somos correspondidos.

- El amor para nosotros, es como si fuera algo que damos al otro, se vive así, en un sentido siempre transitivo, relacional. La visión debiera ser otra. Cuando uno trabaja interiormente, descubre que es de otro modo. El amor no es que yo lo tenga, que sea una cosa que pueda dar o no dar. El amor soy yo mismo. El amor es mi fondo. Y amar a una persona significa que sea yo mismo desde el fondo en relación con la otra persona. El amor no es una sustancia que yo de, que a uno doy y a otro no doy, a uno doy mas y a otro menos. El amor es mi naturaleza profunda, y amar a una persona es ser uno mismo profundamente abierto en relación con ella. Si intuyes esa visión, verás como cambia tu sentido del amor. Por eso digo que cuanto más amas, más tú mismo eres. Y que al amar, nunca le estás haciendo un favor al otro, es el otro el que te está haciendo un favor a ti, por permitirte ser mas tu mismo. Pero como esto se vive a través del yo-idea que está juzgando, valorando, calculando lo que puede conseguir, dice: “yo te amo si….” Y entonces es cuando viene el drama, porque el otro dice que sí… y luego pasa a decir que no.
                                                    Antonio Blay
                                       Despertar y sendero de realización

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cerrando ciclos



Nuestra psique necesita “cerrar”, “concluir” cada acontecimiento psicológico, pues todo aquello que no cerramos, que no damos por concluido, se mantiene como una carga energética, psíquica, que nos afecta en nuestra vida diaria, el inconsciente necesita elaborar ese dolor no trascendido.
 Continuamente estamos experimentando situaciones que no terminamos de digerir, ej. duelos que no hemos sabido como afrontar, cosas importantes que no expresamos en su momento, cosas que no hemos devuelto, a veces no hemos ofrecido disculpas por situaciones donde agraviamos al otro, enojos que nos guardamos por el modelo social de “ser educados, o buenos”, a veces es necesario gestionar el perdón y no solo hacia otros, sino también hacia nosotros mismos, gran variedad de acontecimientos traumáticos, que han quedado cortados, sin resolver, relaciones que cerramos de manera drástica, etc., y nos creemos que esto ya pasó y que no nos afecta, que el tiempo los borrará, pero el tiempo sólo no es suficiente , en el inconsciente no existe el tiempo, y lo que padecimos a edades tempranas sigue está ahí como un presente vivo, que atrae situaciones con la misma carga emocional y energética, para que la resolvamos, integremos.
 Creemos ilusoriamente que si no pensamos en ello,  esos acontecimientos se borran; pero no es así, lo que no he resuelto, está allí para resolverse, está tiñendo el presente y sale como impulsos, reacciones inconscientes, exageradas a veces ante la situación actual, es la sombra que se expresa…esas partes negadas, reprimidas que intentamos no dejar salir…pero se escapan por las rendijas del inconsciente…

El inconciente tiene sus propios mecanismos para “digerir” situaciones difíciles, a igual que cuando comemos un alimento que nos sienta mal, el estómago tiene sus mecanismos para eliminarlo;  a veces necesitamos ayudarlo a hacer esa “digestión psicológica”, expresando nuestro sentir a la persona implicada, o bien escribiendo una carta donde comunicar nuestras emociones (sin enviarla), expresando sanamente las emociones, no huyendo de lo que sentimos, siendo auténticos con nosotros mismos,  hay muchas maneras de poder ayudar a nuestro inconsciente a elaborar estas situaciones inconclusas.
Tengamos en cuenta,  que nuestro inconsciente también dispone de una parte “sabia” y tiene una función reparadora, medicatriz, como la llamaba Hipócrates; el organismo sabe perfectamente como recuperar una quebradura del un hueso, sabe como regenerar un tejido dañado, etc., de la misma manera ocurre a nivel psicológico.   Juani

jueves, 30 de agosto de 2012

Ejercicio espiritual



  Maharaj sugiere que un excelente ejercicio espiritual es sentarse quietamente y observar lo que llega a la superficie de la mente. Lo que llamamos pensamientos son como ondas en la superficie del agua. 
  Los pensamientos conducen siempre a la identificación o al rechazo; son producto de ideas preconcebidas y constituyen un obstáculo para la comprensión real. Así como el agua está tranquila cuando no hay ondas, así la mente está serena cuando se encuentra libre de pensamientos, cuando es pasiva y por completo receptiva.
  En el espejo de tu mente, aparecerán toda clase de imágenes, permanecerán por un momento y desaparecerán. Obsérvalas ir y venir en silencio.
  Debes estar alerta, pero no permitir que te atraigan, ni rechazarlas. Es importante no involucrarse. Esta actitud de contemplación silenciosa tendrá el efecto, de manera gradual, de alejar todo pensamiento inútil, como invitados no deseados a los que se ignora.
  Permaneciendo así en tu interior, es decir, en la condición de "yo soy", observando el flujo de la mente sin interferir ni juzgar, como un testigo desapasionado, se puede propiciar que el "interior" desconocido salga a la superficie de la conciencia y se manifiesten sus inusitadas energías que te permitirán comprender el misterio del origen de la vida.

viernes, 10 de agosto de 2012

Porqué aprender a liquidar las situaciones pendientes


   La mente debiera funcionar como un registro y un transformador de entradas y salidas: percibo una situación que llega hasta el fondo; la mente entiende el significado de la situación y provoca una respuesta del fondo total a la situación. 

  En el niño pequeño ocurre a cada momento hay una entrada hasta el fondo y una salida de éste totalmente completa, adecuada a la situación, es decir que la situación no deja residuos porque la respuesta es completa. Pero precisamente el proceso en la infancia por el cual yo me adhiero a un modelo que trato de cumplir y luego me identifico con la idea que me hago de mí, hace que haya un montón de cosas que yo no puedo expresar o que trato de no admitir. Es decir, interviene una censura constante, lo mismo de lo que me viene del exterior y de lo que tiende a salirme del interior. 

  Todo esto hace que este funcionamiento libre y completo, total, deje de funcionar, así entonces vayan quedando dentro de nuestra mente profunda (inconciente) una cantidad, sea de ideas, sea de emociones, sea de energía vital, en forma de protestas, en forma de resentimiento, en forma de deseos, en forma a veces de ideas muy buenas, de aspiraciones muy buenas. De manera que lo mismo hay cosas en el lenguaje corriente podemos llamar buenas, como malas, que han quedado dentro porque la censura no ha permitido que salgan, y eso hace que haya unas situaciones que han quedado interrumpidas, que han quedado a medio vivir, y esas situaciones a medio vivir, están empujando desde dentro para acabarse de vivir, porque lo natural es la vida total. Cuanto más cosas hay, mayor es el esfuerzo que he de hacer para evitar que salgan, lo cual equivale a decir: ”cuanto mayores presiones tengo, con mayor tensión vivo”, porque ese esfuerzo para que no salgan es el que crea la tensión: tensión mental, tensión emocional y tensión física. 

  Yo no tengo libre acceso al fondo central que soy si no limpio, si no vacío, si no liquido todas esas cuentas pendientes que hay en mi interior, y esto es una necesidad natural. Yo puedo vivir con todo eso a cuestas, pero un día u otro, aunque sea al dejar el cuerpo físico, todo eso tendré que revivirlo en un intento de liquidarlo, y esto es lo que constituyen los estados post-mortem, que se llaman a veces de cielos o infiernos intermedios o el purgatorio. 
 
  Es revivir todas las cosas que están pendientes porque entonces desaparece la censura, la capacidad de censurar, o por lo menos disminuye mucho y todo lo que está dentro empujando tiende a salir. 

  Las cosas que no he vivido, que no he acabado de vivir ¿porqué no las he acabado de vivir?. Porque mi mente consciente ha dicho no, ha censurado, ha dicho: “prohibido”, sea porque no está de acuerdo con la moral aceptada, sea porque yo tengo miedo de sentirme mal o porque se opone al modelo ideal que yo me he hecho de mi mismo. Por una u otra razón la cosa ha quedado interrumpida por un gesto de contracción mental que quiere decir “no”. El “sí” quiere decir apertura, el “no” quiere decir contracción. 

  Se trata de que viendo la necesidad de vivir toda mi verdad, en lugar de decir “no” a la situación yo le diga “si”. Se trata del gesto interior por el cual yo acepto vivir todo aquello que está pendiente, sea agradable o desagradable, por una exigencia de vivir toda mi verdad, de ser sincero, de ser yo de una pieza. 

  El modo concreto de proceder es: en una situación de tranquilidad, de relajación, evocar la situación, una situación que uno recuerde, que sea la más dura, aquella situación que ha dejado en mí como una carga, un peso, y que de algún modo está lastrando toda mi vida. Tal vez el caso de resentimiento hacia la madre porque uno no ha recibido el afecto y comprensión que esperaba sino quizá lo contrario, y entonces, eso es un peso que está dentro o puede ser cualquier otra situación. Entonces se trata de revivir la situación. Y revivir la primera, la más antigua, la inicial, la más profunda si uno se acuerda. Si no, partir de lo que uno recuerda, y permitir, manteniéndose muy conciente, que esa situación adquiera en mi mente toda la fuerza que tenía en su momento. Se trata, pues, no solamente de recordar, sino también sentir lo que va junto con el recuerdo. Esta fase del sentir es fundamental. Veréis que cuando uno empieza a evocar la situación y a permitirse sentir viene inmediatamente una tendencia a cerrar o a reaccionar en contra, que es lo que hemos estado aprendiendo a hacer toda la vida, desde pequeños, y ahí es cuando, estando alerta, debemos decir “no”. Ante esa situación no debo quejarme, no debo agredir, no debo cerrarme y huir, debo vivir la situación del todo y aceptar el malestar que produzca. Es aceptar aquella realidad tal como está grabada dentro. Esto, a veces, puede ser muy difícil porque dentro puede estar registrado como algo muy penoso, muy desagradable, y se trata de que, en la medida que yo pueda, acepte vivirlo. Aceptar simplemente, que no es interpretar, no es justificar; simplemente aceptar vivir, que es lo que yo no acepté en su momento. 

  Cuando yo voy permitiéndome sentir todo, sin reaccionar agresivamente, sin huir, entonces llega un momento en que, después de pasarlo mal y permitir que este pasarlo mal lo viva abierto, con sinceridad, a fondo, curiosamente desaparecerá el malestar. No porque yo lo elimine, lo borre, lo inhiba, sino porque desaparece. 

  Cuando yo permito que una experiencia se viva desde el fondo, el fondo la absorbe y la liquida completamente, tanto la idea como la carga emocional y el dolor. El fondo tiene el poder de absorber y diluir definitivamente toda experiencia. Es porque no hemos permitido que la experiencia penetrara hasta el fondo por lo que ha permanecido en nosotros. Se trata de abrir la mente, lo cual quiere decir aceptar vivir la cosa como idea, como imagen, como sentimiento, como dolor, como placer, lo que sea; libremente. Y cuando yo lo admito y me mantengo así, aquello que estaba detenido dentro fluye hasta el fondo y se diluye definitivamente. 

                                                    Material de Antonio Blay Fontcuberta

martes, 10 de julio de 2012

Desidentifícate



LAS COSAS ESTÁN AHÍ A TU ALREDEDOR debido a ti. Tú las atraes. Si sientes el infierno a tu alrededor, eres tú quien lo ha atraído. No te enfades por ello, no empieces a luchar contra ello; no sirve de nada. Lo has atraído tú, tú lo has invitado; ¡tú lo has creado! Y tus deseos se han realizado: lo que necesitabas, ahora está a tu alrededor. Y entonces empiezas a pelearte y a enfadarte. ¡Lo has conseguido!
Recuerda siempre que todo lo que ocurre a tu alrededor está enraizado en la mente. La mente es siempre la causa. Es el proyector, afuera sólo hay pantallas; tú te proyectas a ti mismo. Si te parece desagradable, entonces cambia la mente. Si sientes que cualquier cosa que procede de la mente es un infierno, una pesadilla, entonces abandona la mente. Trabaja sobre la mente, no pretendas arreglar la pantalla, no vayas pintándola, cambiándola. Trabaja sobre la mente.
Pero hay un problema, y el problema es que piensas que tú eres la mente. Así que, ¿cómo vas a dejarla? Sientes que puedes dejarlo todo, cambiarlo, volverlo a pintar, decorarlo de nuevo, volverlo a arreglar, pero ¿cómo vas a dejarte a ti mismo? Esta es la raíz de todo problema. Tú no eres la mente, estás más allá de ella. Has llegado a identificarte con ella, eso sí es verdad, pero no eres la mente.
Y este es el propósito de la meditación: darte pequeños vislumbres de que no eres la mente. Por unos momentos la mente para..., y ¡tú todavía estás ahí! Por el contrario, eres más, estás lleno de ser. Cuando la mente para, es como si se hubiera parado un drenaje que te estuviera constantemente drenando. De pronto la energía te desborda. ¡Sientes más!
Si te das cuenta de que la mente no está ahí, pero «yo soy», aunque sólo sea por un momento, habrás alcanzado el profundo núcleo de la verdad. Entonces será fácil abandonar la mente. Tú no eres la mente, de otra forma ¿cómo podrías abandonarte a ti mismo? Primero hay que abandonar la identificación, entonces puede abandonarse la mente.
La próxima vez que tengas un deseo, obsérvalo. Di para tu interior: «Voy a observar adónde va esta mente». Y al estar mirándolo sentirás una distancia. ¿Quién es este observador, el espectador? Y el deseo se mueve y crea sueños.
A veces, puede que te olvides y te vuelvas uno con el deseo. Céntrate de nuevo, mira otra vez el deseo: el deseo se mueve por sí mismo. Es como si hubiera aparecido una nube, ha surgido un pensamiento en el cielo de tu ser. Y recuerda, si puedes no identificarte aunque sea por un instante (el deseo está ahí y tú estás ahí pero hay una distancia), de repente hay iluminación, te llega una luz.
Ahora sabes que la mente funciona por sí misma, que es un mecanismo. ¡Puedes dejarla a un lado! Puedes usarla, o puedes no usarla; tú eres el maestro. Ahora el esclavo, el mecanismo, está en su lugar; ya no es el amo. Entonces es posible dejarlo. Sólo cuando eres diferente de algo, puedes abandonarlo. Meditar, atestiguar, sentarse en silencio y mirar la mente será de gran ayuda. Sin forzar, simplemente sentándose y observando. Sin hacer mucho, sólo observando, como se observa a los pájaros volando en el cielo. Sólo tumbándose en el suelo y observando, sin hacer nada, indiferente. Sin que realmente te concierna adónde van; van a su aire, van a lo suyo.  
                                                                  Osho

lunes, 2 de julio de 2012

Cambia tu programación


  Los hombres buscan y huyen de mu­chas cosas, y no entienden que, tanto lo que buscan fuera como aquello de lo que huyen, está dentro. 
 Estás inten­tando escapar de algo que está dentro de ti: tu inconsciente, en donde están grabadas todas tus programaciones. 
 Y lo que buscas, el amor, la felicidad, está dentro de ti, eres tú mismo. 
 Es el des­pertar a tu suficiencia lo que va a libe­rarte. 
 La resolución de todo está den­tro de ti, y si consigues ser suficiente, ya has llegado a ser tú mismo. Pero mientras no se te vayan tus neurosis de adormilado, no intentes cambiar el mundo; antes despierta tú. 

  Mientras duermes y sueñas, ves a las personas y al mundo igual que te ves tú. El día que cambies, cambiarán to­das las personas para ti, y cambiará tu presente. Entonces vivirás en un mun­do de amor. El que ama, termina siem­pre por vivir en un mundo de amor, porque los demás no tienen más reme­dio que reaccionar por lo que él los impacta. 

  Ahora piensa en las personas con las que ordinariamente vives y trabajas, y en los problemas que tienes con ellos. 

 ¿Sabes la solución? Te voy a decir un remedio mágico, porque no falla nun­ca: cambia tu programación y todo cambiará. Renuncia a tus exigencias: lo más importante para vivir el presente, tanto contigo mismo como con los de­más, es renunciar a las exigencias. 

  Las exigencias son la fuente de todo problema de relación y convivencia. Exiges que el otro no sea egoísta, que no sea indiferente, y te autoconvences de que lo haces por su bien. ¿Que lo haces por su bien? Y entonces, ¿por qué te molesta su actitud?; ¿no será que está reflejando algo que no te permites a ti mismo? No te engañes, llama las co­sas por su nombre. No seas exigente contigo mismo y comenzarás a no exi­gir a los demás. Sal de esa programa­ción que te tiene prendido en el árbol del bien y del mal y comenzarás a acep­tar la realidad sin juicios ni críticas. Cuando te molesta que tu amigo sea exigente, es que tú lo eres también. Cuando te molesta que no reaccione, no seas exigente y no le pidas lo que no está dispuesto a hacer en ese momen­to. Pero puedes comprenderlo y no juz­garlo, sino esperar que él sepa por sí solo salir de su pasividad. Eso puede ayudarlo, y en cambio la exigencia no. 

  No te compete a ti apresurar los re­sultados, porque tú no estás para arre­glar el mundo, sino para amarlo y comprenderlo. ¿No te das cuenta de que, cuando buscas un resultado y luchas por él, lo que haces es buscarte a ti mismo? Quieres, en el fondo, tener razón y demostrarlo. Olvidas que, para cada persona, la vida tiene reservados un ritmo y una ocasión. Mira a las personas tal como son, res­pétalas, acéptalas y trata de compren­derlas allí en donde están y dales la respuesta que a ti te corresponde: la del amor y la comprensión. 


  El mundo de la realidad que vives es falso, porque está sujeto a conceptos. Los conceptos no son más que añadiduras que ha puesto tu cultura.
                                                                                           A. De Mello


miércoles, 13 de junio de 2012

Vuelve a las raíces

   
La naturaleza de la consciencia consiste en ser solamente un espejo. El espejo no tiene elecciones propias. Refleja lo que aparece delante de él, sea bueno o malo, hermoso o feo; sea lo que sea. El espejo no tiene preferencias, no juzga y no condena. La naturaleza de la consciencia, en su origen, es exactamente igual que un espejo.
  Cuando un niño acaba de nacer refleja lo que aparece ante él. No dice nada, no interpreta. En el momento en que entra la interpretación, el espejo pierde la propiedad de reflejar. Entonces ya no es puro. Entonces está lleno de opiniones, trastornado, dividido, fragmentado. Se ha vuelto esquizofrénico.
  Cuando la consciencia se divide y deja de reflejar, se convierte en la mente. La mente es un espejo roto.
  La mente, en su raíz, es consciencia. Si dejas de discriminar, si dejas de hacer divisiones dualistas (eligiendo esto en oposición a aquello, gustándote esto y disgustándote aquello), si te sales de esas divisiones, la mente se convierte de nuevo en un espejo, en pura consciencia.

  Así que todo el afán de un buscador consiste en cómo abandonar todas las opiniones, las filosofías, las preferencias, los juicios, las elecciones. Y esto no debería convertirse de nuevo en otra elección; ese es el problema.
  Intenta entender el problema básico, de otra forma puedes hacer de esto una elección. «No voy a elegir, a partir de ahora ya no voy a elegir más. Ya no estoy interesado en elegir, a partir de ahora permaneceré en un estado de consciencia sin elección.» Y de nuevo vuelves a estar en la misma situación; has vuelto a elegir. Ahora estás en contra de elegir y a favor de no elegir.
  No lo has comprendido. No se puede estar a favor de no elegir, porque al estar a favor, de nuevo se ha convertido en una elección.

    Entonces ¿qué hacer? Sólo se necesita entender, no hay que hacer nada. Lo más elevado se alcanza a través del entendimiento, no a través del esfuerzo.
  Ningún esfuerzo te conducirá hasta ello, porque el esfuerzo siempre es parte de la mente dualista. Entonces rechazarás el mundo y elegirás a Dios; entonces rechazarás las ataduras y elegirás la libertad; entonces perseguirás el moksha, la liberación suprema. Pero de nuevo habrá entrado la mente, y la mente siempre está entrando.

  No puedes hacer nada; simplemente estar atento a toda la situación. Si estás atento, la mente se evapora en una repentina iluminación. De repente eres uno con esa consciencia que es como un espejo; has descendido a tu base, a tus raíces. Y cuando has descendido profundamente a las raíces, toda la existencia desciende a las raíces.
  La existencia se muestra ante ti de la forma que tú seas. Esta es una de las leyes fundamentales. Todo lo que ves depende de cómo lo veas.
 Si eres una mente, si estás dividido, entonces toda la vida estará dividida. La existencia le hace eco a tu ser. Si tienes una mente dividida, entonces todo el mundo aparecerá dividido, entonces el día estará en contra de la noche. Y no es así, porque el día se convierte en la noche, y la noche en día; ambos forman un círculo completo. No están en contra, son complementarios. El día no puede existir sin la noche, y la noche no puede existir sin el día. Así que no pueden ser opuestos; en el fondo son uno.

  La vida y la muerte aparecen como opuestos porque tú estás dividido. De otra forma la vida se vuelve muerte y la muerte se vuelve vida. El mismo día que naces has empezado a morir. Y en el momento en que mueres aparece una nueva vida. Es un círculo; el círculo chino del yin y el yang, que   incluye todos los opuestos de la existencia: la oscura noche y el luminoso día, la vida y la muerte, el amor y el odio.
  Todos los opuestos están unidos en la existencia. Tú estas dividido en el interior, ellos están divididos en el exterior.

  Cuando vuelves a tu origen y te haces uno, de repente toda la existencia se alinea y se hace una. Cuando eres uno, aparece Brahma, aparece lo supremo, porque al uno sólo se le puede aparecer el uno; al dos el dos, a lo múltiple lo múltiple. Y tú eres muchos, eres una multitud; ni tan siquiera eres dos. Llevas muchos seres en tu interior.

  Gurdjief solía decir que tú eres una casa en la que nadie conoce al dueño. En la casa vive mucha gente, hay muchos invitados; pero como nadie sabe quién es el dueño, todo el mundo piensa que es el dueño. Y quien sea que en cada momento tome el poder hace el papel de dueño.
  Cuando la ira asume el poder, la ira se convierte en el anfitrión. Cuando el amor se vuelve poderoso, el amor es el anfitrión. Cuando los celos toman el poder, los celos se adueñan de la casa. Pero hay una lucha constante, porque hay muchos invitados y todos quieren ser el anfitrión, el dueño de la casa. Y el dueño, o se ha ido de viaje y no ha regresado, o está durmiendo.
  Tu ser está profundamente dormido. De ahí la insistencia de todos los Cristos, los Krishnas y los Budas: «¡Despierta». Jesús usa constantemente la palabra «despierta»: «Despierta, observa, estate atento». Buda repite constantemente: «Hazte más consciente».
 Ambas cosas significan lo mismo: que si te vuelves consciente, el dueño aparece. Y en el momento (y esto es lo bonito) en que el dueño aparece, los invitados desaparecen. En el momento en que llega el amo, los sirvientes se ponen en fila y reconocen su servidumbre. No pretenden ser lo que no son.   Así que la verdadera cuestión no es luchar contra la ira, los celos o el odio.   La verdadera cuestión es traer al dueño, despertarle. Una vez que está consciente, cada cosa se pone en su lugar. Pero esta consciencia sólo es posible si regresas al origen.
  La mente está destinada a permanecer dividida, no puede volverse una; la propia naturaleza de la mente es así. Intenta entender la naturaleza de la mente.
                                                                                                                                      Osho