SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 18 de marzo de 2012

El papel de víctima


   Este tema del victimismo es muy importante, nos atañe a todos porque la mayoría de las veces, es inconsciente, y por lo tanto muchas veces, no lo detectamos en nosotros.
   Funcionamos de manera condicionada y automática, según unos patrones aprendidos…., y en general, el ser humano no se observa, no sabe como funciona, es un desconocido para sí mismo, entonces, se expresa y actúa de manera automática, mecánica, impulsiva…,que tanto perjudica en ocasiones a la propia persona, pero también a las relaciones interpersonales, (recordemos que, en definitiva, la relación con otra persona es internamente una relación “con uno mismo”). 
  Además, es un tema importante, porque es algo que nos afecta a todos;  de alguna manera, alguna vez quien no se ha sentido víctima de las circunstancias?. 
  Pero si lo observamos con detenimiento y con ánimo de crecer e integrarnos, veremos que se trata de un “papel” de victima, de una manera de funcionar, no muy saludable, que tiene sus “aparentes” ventajas y sus inconvenientes. 

   A saber, cuando la persona se siente víctima, muchas veces consigue lo que desea, consigue que le presten atención, consigue que le proporcionen cariño, cuidados, comprensión, justifica lo que le sucede, etc. Es como ponerse en el papel de " el bueno de la película", este personaje, es generalmente mejor visto socialmente que el papel de "malo". Pero sostener este papel en el tiempo, genera mucho sufrimiento y gastos de energía. 

   La persona que se siente víctima, utiliza este sufrimiento como un medio para conseguir lo que pretende (muchas veces este victimismo es un mecanismo a nivel inconsciente…) la persona se vale de quejas, exigiendo a los demás, a veces soterradamente, que se comporten de una manera determinada, despertando en ellos, en muchas ocasiones, un sentimiento de culpabilidad.

   Esta manera de ver de la persona que se siente víctima, es una distorsión de la realidad, una manera de interpretarla, que se basa en la creencia de que son los otros los responsables, los culpables de lo que le sucede, y por ello, son los otros los que tienen que cambiar, los que tienen el problema, siendo ella la que sufre las consecuencias. Los otros se puede referir a situaciones, personas, el país, etc. proyectando afuera un conflicto que es interior, y de esta manera, no necesita hacerse responsable de su vida, pues si el “afuera” es el culpable, o responsable de lo que le sucede, entonces no tiene mucho para hacer….. 

   Al ver las cosas de esta manera, el víctima, siente que la otra persona saca beneficios a su costa, que no lo trata como se merece, sino de manera injusta, siente que todo le sale mal, que siendo una "buena persona", está padeciendo una serie de injusticias y el culpable siempre es el exterior : la vida, el destino, las personas, la mala suerte, Dios, etc.
   Esta postura de víctima, tiene que ver con percibir sólo una cara de la misma moneda, sólo una parte de la realidad, donde la persona siente que está en lo cierto, que tiene razón, y que es el otro el que está equivocado, por lo que está sufriendo injustamente. De esta manera, al sentirse víctima, delega la responsabilidad de lo que le sucede, porque se siente indefensa, paralizada, sin poder para actuar.

   El papel de victima puede representarse de manera “pasiva” o de manera “activa”. Actúa de manera pasiva, cuando se vale de la queja y siente que el "exterior, el mundo, el otro, la situación" es más fuerte, entonces, la persona se siente indefensa y sumisa, y “permite” que el otro se abuse, prioriza la opinión de la otra persona, carece de una sana autoestima, y muchas veces, por su manera de actuar y hablar despierta sentimientos de culpabilidad en la otra persona (todo un juego psicológico, que conviene observar, para poder salirse de él….).

   Pero puede ocurrir lo contrario, que actúe de una manera más activa, y es la persona que se justifica por todo lo que ha sufrido en la vida, lo que "le han hecho injustamente", por toda la adversidad que ha soportado, y por ello se siente con derecho de mostrarse o comportarse de manera agresiva, guarda un gran resentimiento en su interior, y este resentimiento le da la fuerza para luchar, atacar, contra la situación o contra la persona que siente que es la culpable de lo que le sucede o le sucedió.

 Cuando ha habido un daño real, donde la persona recibió agresiones graves, es natural y saludable, que durante un tiempo, se sienta víctima, debiendo trabajar adecuadamente las emociones, todo un proceso que muchas veces requiere de la ayuda terapéutica, que le ayude a gestionar ese mundo emocional turbulento, y que le aporte una nueva visión más amplia de lo que le sucede, para no quedarse instalada en el papel de víctima indefinidamente, teniendo la posibilidad de salir de la situación crecida, integrada y fortalecida…, como decimos en la Psicología Transpersonal: aprovechar la adversidad como una oportunidad para crecer, integrar y trascender las limitaciones de la personalidad.


 ¿Si he detectado esta conducta, que puedo hacer para salirme del papel de víctima?

  Como en todo proceso de desarrollo personal, lo primero es “darme cuenta”, tomar consciencia de las ocasiones en que se “activa” y adoptamos o hemos adoptado ese papel de víctimas.  Esas circunstancias en que culpamos a la vida, a los demás, de lo que nos está ocurriendo, o de lo que nos ocurrió, asumiendo la parte que nos toca, la responsabilidad que nos corresponde ante lo que nos acontece, y sólo somos responsables de nosotros mismos, de nuestras respuestas ante las situaciones….no podemos hacer que el otro cambie, muchas veces no podemos cambiar una situación, sin embargo, nuestra respuesta, si que es determinante y dará un giro a nuestra vida. Si no nos hacemos responsables, quedamos “paralizados”, “estancados”, sin saber que hacer, cediéndole el poder al “otro, a la situación….” 

   Es importante conectarse con los sentimientos, las emociones, que surjan que tienen mucho que ver con lo que nos dijimos de la situación, tiene que ver con nuestro diálogo interno, conviene sacar esas emociones, trabajarlas para poder integrarlas, aceptando lo ocurrido. Si no lo acepto, es difícil que pueda avanzar, se trata de todo un proceso, que muchas veces no es fácil de transitar, pero que realmente nos hace crecer.
   A veces, sólo se puede aceptar el hecho de que “no puedo aceptar lo sucedido”, es decir, aceptar que no puedo aceptar lo sucedido por el momento, me libera un poco de la carga emocional, pero he de seguir trabajándolo, hasta poder aceptarlo, para liberarme internamente…… 

   Luego, conviene observar tomando distancia: preguntarnos en qué medida contribuimos a lo que nos está pasando, haciéndonos responsables de la "parte que nos toca". Quizá, esto no nos resulte nada fácil, pero es el principio de la salida, el cambio de percepción de los acontecimientos y el pensar que tenemos el poder de hacer algo con lo que nos pasa.   

  Tendríamos que ver, observar, qué se esconde detrás de ese papel de víctima, qué "beneficios ocultos" recibo al adoptar esta actitud, en qué me compensa. A veces, es una manera de controlar al otro, es el liberarse de la responsabilidad de lo que nos ocurre o quizá, una manera de dejar salir la rabia contenida, hacia los demás, de una manera "justificada" socialmente. 

   Es saludable ver qué necesidad no expresada se oculta tras el papel victimista, por ejemplo, puedo estar necesitando afecto, y en vez de decirlo abiertamente a la persona, la "manipulo" quejándome y expresando: "con lo mucho que hago por tí, y no me vienes a visitar, o no eres cariñoso conmigo....." 

  Todo esto, no es fácil, y conviene hacer la observación aprendiendo a tomar distancia interna, y así poder objetivizar y comprender... para ello hay técnicas de meditación, de atención plena, donde uno puede aprender a observarse sin quedar identificado con lo que observa…. Estas técnicas son herramientas muy valiosas en la Terapia Transpersonal. 

   Hacernos responsables de lo que nos pasa, no significa que debemos cargar con la culpa y no reconocer cuando la otra persona actúa de una manera inadecuada y hasta agresiva con nosotros, no se trata de eximir al otro de su responsabilidad, no se trata de negar el daño que la otra persona está provocando, tampoco se trata de exponernos, sino, más bien, buscar una solución saludable a la situación, partiendo de la aceptación de lo que ocurre, y tratando de cambiar lo que se pueda cambiar. 

   Se trata de recuperar el poder sobre nuestra propia vida, sin creer que el afuera es el responsable de mi felicidad; aceptar que cada uno es como es, que las circunstancias son como son, y que el cambio es de adentro hacia afuera. 

    Recordemos que los hechos en sí son neutros, y que es la interpretación que les damos la que nos hace sentirnos de una manera o de otra. Cambiar el "color de las gafas" que llevamos puestas para ver la vida es de gran ayuda..... 

   Tampoco significa que deba seguir relacionándome con la persona que siento me ha dañado, pero si conviene liberarme internamente de la carga emocional, pues aunque ponga distancia física, aunque no vuelva a ver a la persona, aunque la situación dolorosa cambie…., llevaré dentro mío la carga si no me libero de ella, ya que “donde quiera que vayas, allí estás”.
                                                                                Juana Ma. Martínez Camacho 
                                                                                   Terapeuta Transpersonal                 

miércoles, 7 de marzo de 2012

Lo que valoro y lo que Soy



Cuando nos encontramos en un estado de desorden, lo primero que deberíamos hacer es adentrarnos en nosotros mismos, hacer unos momentos de silencio y empezar a descubrir lo que realmente hay en nuestro interior. Descubrir los valores. Entonces la meditación se hará muy sencilla, movida por esos valores.
  Alguien podría decir que no tiene esa demanda, esa necesidad de investigar, pero ¿no la tiene realmente?. Se puede mirar despacio, para descubrir si se tiene o no esa demanda de valores.
 Empecemos por ver que es lo que me mueve en la vida cotidiana. Si lo que quiero es estar tranquilo, que me quieran, tener dinero, una casa nueva, viajar, que me valoren, que me respeten, da lo mismo... 
 Todos los deseos, los que me parecen buenos o los que me parecen menos buenos o malos provienen del mismo origen; de esa necesidad de los valores, de esa necesidad de la manifestación de lo Real en nosotros. Vienen del anhelo de fuerza, de potencia de ser, de amor y de claridad de la Inteligencia.
  Pero es necesario descubrir en nosotros la potencia de ser para que desaparezca la sed del deseo. Es entonces cuando surge la demanda de la meditación, porque ese deseo de triunfo, de ser poderoso, de tener cosas, no es más que la expresión externa del anhelo de ser, de ser de Verdad.

   Si cuando me encuentro ante el escaparate de una tienda, investigo el origen de mi deseo por lo que he visto a la venta, comprobaré que detrás de ese deseo hay un anhelo de algo mayor, que en este caso podría ser de belleza. Si me quedo contemplando la Belleza, comprobaré que está en mí y que por ignorancia, el anhelo de ella ha creado mi deseo
  Todos los valores están ahí, en lo profundo de la conciencia. Contemplo la Belleza y soy Belleza. Contemplo el Amor y soy Amor, contemplo el Poder, la Fuerza, y soy Poder y Fuerza.
  Y contemplando voy penetrando en lo profundo, porque es el hilo conductor que me lleva por la Belleza, la Fuerza, el Poder, hacia la conciencia profunda que soy.

  Todo esto se encuentra después de uno o mil intentos, no se sabe cuando, pero hay un momento en el que algo, como una gracia, hace su aparición y sucede lo que tantas veces hemos estado intentando y no hemos alcanzado. Y este descubrimiento compensa con creces el tiempo invertido en intentarlo.
  Queríamos tener una vida maravillosa y no nos damos cuenta de que lo que anhelamos está ya en la conciencia. Queremos cambiar la vida por fuera sin darnos cuenta de que eso no es posible.
  Esto es tan abstracto que nuestra mente no se lo puede creer.Solamente vivenciando el silencio llegamos a descubrir lo divino, lo sagrado, la realidad absoluta que somos. Estoy aquí y ahora, pero ¿qué es lo que realmente soy? No soy estos pensamientos cambiantes que pasan por mi mente y que no se de donde vienen. No soy estas sensaciones de mi cuerpo que aparecen y desaparecen. No soy esos sentimientos, estas emociones, sentirme bien o sentirme mal, que son pasajeros. ¿Donde está lo permanente en mí?.
  Si me quedo en el "darme cuenta", el silencio cobrará vida para mí, será algo creativo, que me llevará a lo que realmente soy, aquello desconocido que está por descubrir.
                                                                                          Texto de Consuelo Martín