SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Soltar viejos programas


Desapego es soltar lo viejo sin que lo nuevo haya llegado aún.
Nisargadatta

Nos encontramos en crisis cuando sentimos caducados nuestros modelos mentales y todavía no tenemos claro cómo serán los nuevos. El programa de pensamiento que hace años resolvió nuestra vida y que, incluso, fue bienvenido en su instalación y puesta en marcha, también tiene su momento de caducidad y decadencia. Cuando un modelo de vida llega a su declive, comenzamos a experimentar un “vivir de manera plana”, sin el chispazo de creatividad y sin ese sentir de que todo encaja. Atravesar este espacio de tránsito entre el final de lo viejo y el comienzo de lo nuevo, es tarea delicada. Son momentos de confusión que, a menudo, remueven emociones dolorosas, antiguas y tapadas. Y sucede que ante la muerte del viejo programa y la emergencia de lo nuevo, lo que realmente alumbra el túnel de acceso, es poner conciencia y respirar el dolor almacenado de las viejas sombras que enturbian nuestra calma.

En tales momentos, soltar es una idea clave. Dejar partir y caminar muy atentos por el filo de la navaja. Son tiempos en los que el cada día tan sólo da oxígeno para el momento inmediato y para resolver las pequeñas cosas. Sucede que tan sólo el hecho de darse cuenta de lo que pasa, ofrece claves para acelerar agonías y levantar la cortina de unas pupilas que todavía tenemos medio cerradas. Son tiempos de avanzar casi a oscuras, atentos a cada paso que, por pequeño que sea, disuelve ansiedades y pincha memorias virtuales y pasadas.

La libertad, tal vez, no está en romper relaciones con ésta o aquélla persona que nos incomoda. La libertad comienza por soltar dentro de uno mismo, y más tarde, cuando logramos que la conducta de dicha persona no nos afecte, todo cambia, ella sola se retira, se muere o simplemente la trasladan a otra tierra. La naturaleza es sabia y cuando toca renovar las hojas del otoño, soplan suaves brisas que las separan de las ramas. La vida entonces se renueva y la mirada se ensancha. Para desapegar los hilos dependientes que un día hemos tejido con otras personas y convertirlos en relación independiente y sana, pasaremos por soltar dependencias y fluir por al abismo del presente, atestiguando lo que pasa.

La libertad comienza por observar a la mente que piensa, experimentando que el veedor no es lo visto y que la identidad Real del sí mismo no es la mente que piensa, sino más bien la consciencia-testigo que la observa. Recuerde que el ojo no se ve a sí mismo, y si el yo es capaz de darse cuenta del pensamiento, es que el pensamiento no es el yo, sino del yo, de la misma forma que lo pueda ser “mi” chaqueta. Para despegarnos de la mente egoica, primero hay que abrir ese Ojo que ve el propio discurrir de las ideas y atestiguar el proceso que éstas siguen cuando brotan y se asocian.

Como dijo el sabio: Ábranse a lo nuevo, amigos, y detengan las suposiciones que, en realidad, no son más que proyecciones de memorias pasadas. Tal vez nos aguardan experiencias que creíamos deseables pero todavía imposibles, vivencias que para llegar, tan sólo requieren que ustedes se suelten y se abran. Permitan entrar al destino que, cada día, co-creamos con nuestros pensamientos e intuiciones abiertas. Déjense abrazar por La Presencia, y hoy, en algún minuto de la jornada, levanten el corazón al cielo y respiren confianza.

En realidad, lo viejo se desprende mientras lo nuevo avanza. La eternidad aguarda para hacernos libres del tiempo, para recobrar la Unidad perdida y observar la sonrisa del alma.

                         Inteligencia del Alma- J. M. Doria

martes, 22 de diciembre de 2015

Fluir con la vida


Fluir no significa pasarlo bien o disfrutar, sino navegar sin resistencia, adaptando el curso y la actitud a las condiciones externas que no controlamos. Esta falta de resistencia es la que hace que el camino sea más agradable. 

No estamos fluyendo cuando: tenemos sentimientos de frustración, enfado, envidia, celos, o tenemos la sensación de que todo es difícil, o que requiere mucho esfuerzo. 

Si le tienes que poner mucho esfuerzo, es posible que estés yendo contracorriente. 

Estamos fluyendo cuando: tenemos la sensación de que la situación es fácil, nos sentimos serenos, tranquilos, entusiasmados, alegres, confiados, aceptamos lo que sucede y nos responsabilizamos de cambiarlo cuando no es lo que queremos. 

¿Cuáles son las cualidades, o habilidades, que nos ayudan a fluir de manera natural con la vida? Flexibilidad emocional. Algo que podemos aprender de los niños, quienes pasan de la peor rabieta a la carcajada más grande en décimas de segundo. Aprender a reconocer, aceptar y sentir nuestras emociones es clave para que estás fluyan con naturalidad, en vez de resistirlas y hacer que se queden con nosotros más tiempo del necesario. Presencia. 

Vivir el momento presente por lo que es, un momento más, evitando los juicios y centrándonos en crear movimiento en la dirección que deseamos.

Aceptación. O lo que es lo mismo, ausencia de resistencia a lo que hay en el momento. Si lo esquivas, si lo evitas, si te sientes mal, a disgusto o nervioso, entonces no estás aceptando la situación o el momento. Aceptarlo es el primer paso para poder hacer algo! Ocuparse, No preocuparse! 

Si estás a disgusto en una situación responsabilízate de tu emoción y de hacer lo que sea necesario para cambiarla, si es lo que deseas.

Actitud de apoyo. Encuentra una actitud, o forma de ver la situación presente, que te ayude a sacarle el máximo provecho. Si te cuesta encontrarla, siempre puedes mirarlo desde el prima del aprendizaje. Cada momento nos puede servir para aprender algo! 

Conclusión: El arte de fluir con la vida es la habilidad de dejar atrás lo que pertenece al pasado y abrirnos a lo nuevo, o diferente, que se presenta en el presente, viviéndolo sin juicios, con aceptación y responsabilidad.

Martin Bugli

sábado, 17 de octubre de 2015

La Realidad: vivir el presente como una totalidad


Vivir la realidad es eminentemente vivir el presente; es descubrir que sólo existe el presente y que el presente es una totalidad, y que ahora yo no estoy viviendo esa totalidad porque hay una parte de mi que está pendiente del pasado que llevo dentro no liquidado, y esa parte del pasado no liquidado que llevo dentro es la que se proyecta mecánica e inevitablemente en un deseo de futuro determinado, entonces, este juego de que mi pasado dentro se está proyectando hacia mi futuro, mi idea de futuro, está impidiendo que yo viva toda la realidad que soy, y que encuentre la plenitud en el presente.

Realizarse es eliminar toda esa carga, todo ese lastre que llevamos del pasado; y cuando eliminamos todo esto, la necesidad compulsiva de proyectar hacia el futuro desaparece, y entonces, la persona descubre la dimensión ilimitada del presente, del instante. Sólo existe el instante, pero estamos resbalando por encima de ese instante porque no tenemos disponibilidad interior para vivir la situación hasta el fondo y desde el fondo, entonces, esta inercia mecánica que está funcionando en mí, constantemente me hace interpretar el presente en función del pasado y proyectarlo en función del futuro y eso es una distorsión que me está impidiendo vivir mi propia realidad a fondo, ahora, mucho más la realidad de los demás y de las cosas, porque siempre el cristal estará empañado por un pasado que me está echando sus motas negras.

Lo que afecta a la mente no es el que existan percepciones y fenómenos de conciencia, lo que afecta a la mente son todas las cosas vividas que yo no he liquidado, son todos los asuntos pendientes, deseos y temores que subsisten dentro, todo lo que son experiencias no finiquitadas, o sea no vividas del todo, no digeridas del todo.

Cuando era pequeño y luego de grande porque ya lo he aprendido, cuando tengo una experiencia desagradable, procuro olvidarme de ella, cuanto más pronto mejor, entonces, busco un estímulo que me sustituya esa cosa desagradable y esto impide que yo viva aquella experiencia desagradable del todo, que haga la digestión mental de ello, entonces esto yo lo corto, quiero que no exista porque es desagradable, lo estoy inhibiendo y así corto su digestión consciente; esto quedará allí, cortado, inhibido, no seré consciente de ello, pero estará empujando desde dentro constantemente y se traducirá en una tendencia a desear o temer, según sea la experiencia.

Si es una experiencia de dolor proyectará en mí el miedo a todas las situaciones similares a esa, inevitablemente, sin saber por qué; si la experiencia es agradable proyectará mi deseo hacia esa experiencia agradable para que esta se repita una y otra vez. Como nuestra vida está llena de cosas agradables y desagradables que no hemos vivido a fondo, nuestra mente es un tejido, una red que está llena de cosas pendientes y es por eso que nuestra cabeza no para nunca, y esto viene de toda la agitación interior que hay constantemente y afecta hasta el dormir en profundidad, porque hay tal cantidad de material dentro que está tratando de liquidarse, incluso a nivel inconsciente que no se puede llegar a descansar en profundidad.

Porque todo asunto interior que no se ha vivido totalmente, tiende a quererse vivir totalmente, entonces es esa dinámica interior que me está proyectando compulsivamente hacia algo, lo que interfiere; no es el recuerdo del pasado, es la agitación mental, emocional, vital que está implicando este pasado no completado, no vivido totalmente. Ej. Si yo he tenido problemas de sentirme disminuido, menospreciado, habrá en mí una absoluta necesidad de resolver esa situación, y resolverla definitivamente, porque sino, estaré repitiendo el mismo problema una y otra vez, y mientras yo no elimine la situación a fondo, eso actuará compulsivamente a pesar mío.

Extraído de una conferencia de A. Blay 



jueves, 10 de septiembre de 2015

El fin de la culpa




Entiende esto de una vez por todas. Tú no eres responsable de la felicidad de los demás. Tú no causaste su infelicidad.
La lección más dura, y la más liberadora.
Puedes seguir viendo por los demás, escucharlos, entender su dolor, sentir una profunda compasión por ellos. Sin embargo, tú no eres la causa de su tristeza, ni su solución, sin importar lo mucho que te rueguen, lloren, griten, reaccionen, juzguen, mientan; sin importar cuánto intenten hacerte 'sentir culpable' por ellos.
Puedes ofrecer tu verdad, tu consejo, tu alivio, si te lo piden. Pero tú no eres culpable.
Tú no puedes completar a nadie, y tampoco los puedes hacer incompletos. Ellos recorren su propio camino, y tú el tuyo. Su felicidad es su camino, y tu felicidad es el tuyo.
La verdadera felicidad ni se da ni se retira, ya ves. La verdadera felicidad es la fuente. Es la presencia. Es tu disposición para metabolizar tu propia experiencia; no para adjudicarle la carga a los demás. Es no buscar el amor fuera de ti mismo, sino encontrarlo en lo más cercano. En la respiración. En cada sentimiento, de la alegría a la tristeza, de la felicidad al aburrimiento. En cada latido del corazón, en cada sonido, en cada anhelo, en cada momento sagrado.
Estás vivo.
- Jeff Foster


miércoles, 11 de marzo de 2015

Simplifica tu vida


                                     Atención Plena

“Si estás bien contigo mismo todo está bien”

Te invito a simplificar tu vida:

  Contempla cada momento como un nuevo comienzo, como una nueva oportunidad para volver a empezar, para sintonizar, para volver a conectarte con la vida. Date el permiso de vivir cada momento de manera plena y total.

  Existe una manera de vivir la “adversidad” que hace la vida mas rica, mas agradable y tu puedes tomar las riendas de tu vida y esa manera es el camino de  la Atención Plena.

  La práctica del “no hacer”, sintonizar con la intensidad de cada instante es intentar estar despierto y darse cuenta del momento y luego del siguiente: practicar el “Ser”.

  Relájate en el presente sin intentar llenarlo de algo, permite a tu mente  y a tu cuerpo descansar en este momento, en este instante, sin apegarte a los contenidos  que hay en tu mente o a como se siente tu cuerpo, sólo observando, permitiendo, respirando y soltando.
Sintonizar con las experiencias básicas del vivir, aceptando las cosas, las situaciones tal y como están, ya que desde esa aceptación, podrás luego hacer los cambios oportunos, si procede.

  Adquiere un compromiso contigo mismo para “solo ser”, permitir que todo “el hacer” automático y compulsivo de la mente  se detenga.

  Conecta con ese espacio profundo de tu realidad esencial, “detrás” de los pensamientos, detrás del ruido mental, con ese estado de puro gozo, inafectado, con ese potencial que eres, desde donde todo está surgiendo…

  Aprender a pasar del “modo hacer” del ego/personalidad, al modo “ser”, es aprender a buscar tiempo para uno mismo y a ralentizar, a alimentar la calma y la aceptación de uno mismo, observar a qué está dispuesta la mente  en cada momento, aprender a observar nuestras ideas, y a darle rienda suelta sin que nos capturen, o arrastren, la observación es sin juicio, sin razonamiento, sin intentar aferrarse a los pensamientos que te resulten agradables, ni enfadarte con aquellos pensamientos que no te agraden, es decir sin rechazar, soltando, dejando pasar como “sin interés”,  aprender a hacer sitio a nuevas formas de contemplar mejor los problemas y percibir la vinculación de unas cosas con otras, esta clase de aprendizaje hace  que nos asentemos en el ser.

  Cuando se amplia la consciencia, y aprendes a observar la mente concreta y a darte cuenta que eres más que todos esos mecanismos, condicionamientos que te hacen funcionar, que eres mas que esos programas mentales, entonces puedes aprender a responder de nuevas maneras mas acordes a los valores esenciales, del ser, y   todas tus decisiones se ven afectadas por ello.

  No es que la Atención Plena sea la “respuesta”, la solución a todos nuestros problemas de la vida, sino mas bien que, todos los problemas de la vida, pueden verse con mas nitidez a través de una mente clara y serena.

 Juana Ma. Martinez Camacho
Terapeuta Transpersonal
Biodescodificacion
Liberación de la Memoria Celular 
Consultas Presenciales y skipe
 www.centroelim.org

viernes, 9 de enero de 2015

Conflicto en las relaciones



   Aquí es en donde empieza el mayor conflicto dentro de las relaciones: compartes algo conmigo y eso me hiere hasta cierto punto. Compartes cómo te sientes, cómo me percibes; compartes tu punto de vista, tu perspectiva, aquello que crees. Y eso me lastima. Me asusta o me enoja o simplemente me hace sentir incómodo. Inmediatamente siento que debo mostrarte que estás cometiendo un error con el fin de que dejes de pensar y sentir aquello que estás pensando y sintiendo, con el fin de corregir tu experiencia, para que pueda yo cambiarte y controlarte. Si me siento lo suficiente lastimado por aquello que dijiste, incluso puedo empezar a sentir el deseo de atacarte, de lastimarte como tú lo has hecho conmigo. Me sentí lastimado por ti y yo trato de lastimarte - tal vez en una forma muy sutil e ingeniosa para que así dé la apariencia de que mi intención no es lastimarte.

  Existe la tentación de huir de la sensación de dolor, de no permitirme sentir, y de actuar inmediatamente para defenderme, ya sea evitándote o atacándote de algún modo. Me siento amenazado por aquello que me estás diciendo, en otras palabras, surge la amenaza de una pérdida. De esta manera, yo me apresuro para invalidar tu experiencia, para neutralizar la amenaza. Tus pensamientos acerca de mí están completamente equivocados. Tus sentimientos no son válidos. "¡No puedo creer que estés pensando eso!" "¡No puedo creer que estés sintiendo eso!" "¡Cómo te atreves!" decimos. En la desesperación por defendernos, terminamos cerrándonos o retrayéndonos de alguna manera. La defensa es el primer acto de una guerra, como lo dijo Byron Katie.

  La verdad es que, te guste o no, estés o no de acuerdo con él, la otra persona piensa y siente de la forma en que lo está haciendo ahora, en este momento. Puede ser que no te agrade, sin embargo, ese es su presente, esa es su experiencia de este momento. Podría no sentirse así el día de mañana, podría no sentirse así por varias semanas. Pero en este momento sí. ¿Sería correcto que esta persona experimentara aquello que está sintiendo en el momento? ¿Podría ser correcto que, tan sólo por un momento, trataras de no corregirlo o hacerlo pensar que está equivocado? Empezar a honrar la experiencia presente de los demás es en donde el ciclo de la violencia puede encontrar su fin. ¿Qué significa honrar la experiencia de los demás?

  ¿Puedo permitir profundamente que pienses lo que piensas y sientas lo que sientes en este momento? ¿Puedo permitir que expreses tu experiencia con libertad y apertura hacia mí? ¿Hasta qué punto te hago creer que aquello que piensas, dices y sientes, no está bien? ¿Hasta qué punto propicio una guerra contigo?

  Este cuerpo viejo indefenso no conoce realmente la diferencia entre una amenaza real (un tigre acechándolo, enseñando sus dientes, preparándose para atacar físicamente) y una amenaza psicológica (una metáfora, la imagen de un tigre que viene a devorarme, con ansias de devorar mis propias imágenes de mí mismo). La amenaza de una muerte física y la amenaza de una muerte de identidad. A veces resulta muy difícil establecer la diferencia. Huimos físicamente del tigre que amenaza nuestros cuerpos, y mentalmente huimos de aquello que amenaza las imágenes de nosotros mismos. ¿Cuál es la diferencia? Atacamos al tigre físicamente, y atacamos la imagen que el tigre metafórico tiene acerca de sí mismo, tratando de derribarlo. ¿Cuál es la diferencia real?

  La mayoría de nosotros somos raramente atacados físicamente. La mayor parte de nuestro sufrimiento surge cuando nuestras identidades son atacadas, lastimadas, amenazadas, o heridas de alguna manera y también surge en nuestra respuesta a esos ataques. Actuamos como si nos hubieran atacado físicamente.  En defensa de las imágenes, salimos a la guerra con otras imágenes.

  La pregunta es, cuando te sientes herido por lo que alguien te ha dicho, ¿por qué te duele? ¿Por qué te enojas tanto? ¿Qué es lo que estás tratando de defender? ¿Qué imagen de ti mismo se siente amenazada? ¿Qué pensamientos y sentimientos indeseables aparecen en el espacio que eres? Observa con qué urgencia surge el deseo de no sentir esas olas que aparecen, junto con la urgencia de defenderte o atacar.

  Al calor del momento, en lugar de correr a defender una imagen de mí mismo que se esté viendo amenazada, ¿podría yo encontrar ese sitio en donde todo aquello que está apareciendo ahora sea profundamente aceptado? ¿Podría simplemente ver este momento como una enorme invitación a la aceptación profunda? Ante aquellos sentimientos de no ser amado, la posibilidad de que el otro esté en lo correcto, así como también aquello que se dice de mí; ante el temor de que me estén rechazando, incluso el miedo de que esto sea el fin de la relación, ¿podría todo esto simplemente estar aquí, en este momento? ¿Podrían ser permitidas todas estas olas de experiencia, ser profundamente permitidas, en este momento? Olvídate de poder permitirlas el día de mañana, olvídate de si fuiste capaz de aceptarlas el día de ayer. ¿Podrían estar permitidas ahora? El ahora es lo único que importa.

  ¿Podría permitirme sentirme herido, sentir dolor, tristeza, ira, no amado, indefenso e impotente ante tu presencia y no hacer nada al respecto, tan sólo por un momento? ¿Podría admitir ese gran dolor en mí mismo, sólo por un momento? ¿Puedo encontrar ese lugar en donde ese dolor ya esté permitido?

  Cuando nos permitimos sentir completamente el dolor -por mucho que la admisión de esto vaya en contra de nuestro sentido común y que amenace nuestro orgullo- dejamos de ser lastimados. En otras palabras, el dolor, aceptado profundamente, destruye la historia de yo soy "el lastimado", y destruye la historia de que tú eres "aquel que me lastima", y esta profunda aceptación del momento, es el comienzo del fin del conflicto con aquellos que amamos...

Jeff Foster


Traducido por Tarsila Murguía Morales