SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Fortaleza


Juega la partida que te toca. Puede ser dolorosa pero debes jugarla. 
James Brady

¿Traemos acaso un pliego de experiencias que "por narices" nos toca vivir?
¿Se trata de algún extraño plan prenatal que nuestra supuesta entidad espiritual ha planeado para el tratamiento de sutilización?
¿Podemos escapar del laberinto emocional que parece habernos íntimamente tocado?
Son preguntas que la humanidad, conforme se ha visto enfrentada a situaciones incómodas y dolorosas, ha venido haciéndose de forma sistemática y cuyas respuestas no se plantean en clave racional.

La intuición termina por insinuar sutilmente a cada cual que existen áreas de pesadumbre no tan fluidas como otras y que, al parecer, es nuestro llamado Karma el que nos demanda experimentarlas con todas las consecuencias que conllevan.

¿Nos toca ser padres de hijos con defectos que atribuimos a nuestros excónyuges?, ¿nos toca trabajar con un jefe insoportable y déspota?, ¿acabar el proyecto en que nos hemos visto metidos?, ¿aplazar nuestra gratificación placentera para un momento más adecuado?, ¿quedarnos una noche en vela?, ¿cuidar de esa persona que nos "cayó en el lote" al nacer?, ¿sentir dolor por el sufrimiento de alguien con el que nos sentimos irrenunciablemente vinculados?, ¿nos toca esperar y esperar? Pesadumbres variadas que parecen saldarse en alguna etapa del camino a través de procesos que no podemos soslayar y que tememos nos acompañen "de por vida".
Sin embargo, con el paso del tiempo, las aparentes cruces que parecieron llegar a nuestras vidas por una desgraciada lotería cósmica, son precisamente los resortes de un futuro salto de conciencia por el que se supera un modelo mental caduco y se accede a una nueva expansión de conciencia.

¿Nos toca aguantar a compañeros o socios que sentimos "ponen menos"?, ¿nos toca vivir un período de estrechez económica?, ¿aceptar un cuerpo que no nos gusta?, ¿nos ha tocado una familia que nos abruma?, ¿hemos vivido ocasiones en las que hemos deseado morir y, que al parecer, todavía no era el tiempo?, ¿nos toca soportar una pérdida tras otra?, ¿nos toca enfrentar la soledad? Son momentos de dolor que conllevan la certeza de un nuevo y esperanzado ascenso. Y bien es cierto que, mientras éste aprieta, la sabia aceptación del mismo rebaja la dolencia en grado sumo.



El dolor aceptado conduce al alma a reinos insospechados. Cuando un ser humano se siente motivado por el correcto juego de sus cartas y por terminar la partida con dignidad y nobleza, en realidad, está elaborando la competencia emocional que madurará su persona y abrirá la puerta del sentido de su vida.

Cuando transmutamos aspectos tales como lo puedan ser la cólera, el sentimiento de injusticia, el deseo de venganza, la codicia, la envidia y otras muchas miserias personales, convirtiéndolas en amplitud mental y desapegada templanza, estamos haciendo aflorar al alquimista interno que encontró plomo en su interior y terminó por transformarlo en oro. El oro de la lucidez y la conciencia despierta.

En pleno dolor, el hecho de seguir adelante, aceptando sin resistencias, supone encender un cohete hacia planos de amor y lucidez que, más pronto o más tarde, endulzan el alma de ternura y grandeza. Una actitud que recuerda las palabras del lúcido: En Tus manos encomiendo mi Espíritu. J.M.Doria