SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

martes, 10 de septiembre de 2013

ALGUNAS RAZONES DEL DESENCUENTRO EN LA PAREJA


  

  • FUNCIONAMIENTO DE LOS HEMISFERIOS CEREBRALES
  Saber sobre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro ayudará a entender y aceptar que desde diversos aspectos, algunos meros determinantes biológicos, SOMOS diferentes.

  Es sabido que la mayoría de las mujeres tienen preponderancia a la mirada holística y los hombres a la mirada focalizada.

  La mirada masculina tiene que ver con la actitud de dividir, analizar, focalizar, cambiar, en fin, con lo activo, que los neurobiólogos suelen identificar con la función del hemicerebro izquierdo (el dominante). 

  La mirada femenina, en cambio, tiene más que ver con la conciencia de unidad, la capacidad receptiva, de espera, con la predisposición para entablar relaciones, soñar y crear (funciones aparentemente de jerarquía para el hemicerebro derecho).

  En La Enfermedad como Camino, refiriéndose al cerebro, Dethlefsen y Dahlke dicen: “Uno y otro hemisferio se diferencian claramente por sus funciones, su capacidad y sus respectivas responsabilidades."

  El hemisferio izquierdo podría denominarse el hemisferio verbal, pues es el encargado de la lógica y la estructura del lenguaje, de la lectura y la escritura; descifra analítica y racionalmente todos los estímulos de esta área, es decir que piensa en forma digital. 

  El hemisferio izquierdo es también el encargado del cálculo y la numeración. La noción del tiempo se alberga asimismo en el hemisferio izquierdo.

  En el hemisferio derecho encontramos todas las facultades opuestas: en lugar de capacidad analítica, la visión de conjunto de ideas, funciones y estructuras complejas.

  Esta mitad cerebral permite concebir un todo partiendo de una pequeña parte. Al parecer, debemos también al hemisferio cerebral derecho la facultad de concepciones y estructuraciones de elementos lógicos que no existen en la realidad. Aquí reside también el pensamiento analógico y el arte para utilizar los símbolos. El hemisferio derecho genera también las fantasías y los sueños de la imaginación y desconoce la noción del tiempo que posee el hemisferio izquierdo.”

  Creo que es evidente que en las mujeres parece predominar el hemisferio derecho y en los hombres el izquierdo.

Norberto Levy dice:

“Así como existe una relación de pareja con otro ser humano, existe una relación de pareja interior entre los aspectos femeninos y masculinos de la propia individualidad”.

  Todos estamos constituidos como polaridades. Tenemos aspectos masculinos y femeninos, activos y pasivos, débiles y fuertes. El asunto es que si nos identificamos culturalmente con uno solo de estos aspectos polares proyectaremos el otro en el afuera.

  La confusión que se da habitualmente es creer que mi pareja es la causa de mi conflicto, sin darme cuenta de que es un conflicto interno entre dos aspectos polares que vengo acarreando, sin hacerlo consciente.

  Es la misma energía que uso en pelearme con mi pareja la que necesito para descubrir qué me pasa a mí con el asunto.

  Muchas dificultades que tienen las parejas estan en última instancia ligadas a la no aceptación de la diferencia de miradas entre el hombre y la mujer.

  Uno no puede dejar de preguntarse ¿Cómo se armonizan dos personas que viven en mundos diferentes? ¿Cómo se pueden comunicar un hombre y una mujer si están en diferentes frecuencias?

Respuesta: Sólo si pueden abandonar la idea de que hay un único punto de vista.

  Es nefasto creer que el mío es el único lugar de análisis, aunque es peor aún dejarme convencer de que el tuyo es lugar de la mirada privilegiada.

  Es imprescindible incorporar las dos maneras de estar en el mundo, para integrase como personas y con el otro.

  Respeto mi identidad y mi forma de ser en el mundo y, a partir de allí, doy y reclamo respeto.

  El problema en el contacto es que, si no tengo la flexibilidad de ir de un nivel a otro, cuando estoy instalada en uno de ellos tiendo a repudiar a mi compañero.

  Si me lanzo a la aventura de entender tu cabeza incorporo cosas nuevas pero sobre todo te incorporo a vos.

  El desafío de la pareja pasa por abrirse a una forma diferente de estar en el mundo e integrarla en mí mismo. Abrirse a un pensamiento nuevo, a una manera diferente de encarar la vida. El amor empieza cuando descubro al otro. Ya no es una idea de lo que debería ser, es alguien nuevo que me sorprende con su originalidad.

  Allí comienza el amor, con la sorpresa, con el descubrimiento, abrirse al amor es abrirse a lo nuevo... Amar es abrirse a lo real.

  Hay dos maneras de estar en el mundo: una seria, desde la conciencia focalizada, y otra difusa, abarcativa.

  La primera tiene que ver con la lógica y es la mirada analítica.

  La segunda tiene que ver con percibir el mundo holísticamente, como una totalidad, e incluye las emociones y las vivencias; es la mirada experiencial.

  Cuando dos personas tratan de comunicarse y una está hablando desde la lógica y la otra desde lo que le pasa, el encuentro es imposible. Es como intentar una comunicación desde dos idiomas distintos, un choque de paradigmas. 

  Es fundamental darnos cuenta desde dónde me está hablando el otro. Cómo es la manera del otro de pensarse, de pensarme, de pensar lo que nos pasa.

  Si yo estoy acostumbrado a ver las cosas desde mi conciencia difusa o desde mi intuición, querer encontrarme en armonía con otro que mira la vida desde la coherencia es, en principio, una pretensión de posibilidad casi nula.

  La propuesta es que yo me abra a entender otra manera de ver las cosas, y entonces no sólo podré encontrarme con el otro, sino que incorporaré para mí mismo esa otra manera de estar en el mundo.

  Si una pareja plantea un problema y él lo ve desde la lógica y ella desde lo que siente, es muy difícil que se entiendan si antes no perciben y aceptan como punto de partida estas diferencias.

  Afortunadamente, en la actualidad hay un cambio: las mujeres están ocupándose de desarrollar el lado masculino y los hombres el femenino.

  Si yo acepto y respeto tu mirada y la voy integrando con la mía, eso es crecimiento para mi; si la rechazo tratando de convencerte de lo que pienso, me quedo solo e igual a mi mismo.

  Sin embargo, esto es lo que hacemos: tratar de que el otro haga las cosas como a nosotros nos parece, sin detenernos a pensar que el otro puede darnos una opción mejor, diferente, nueva.

  •  DIFICULTAD DE ESTAR PRESENTES
  Con respecto a las otras actitudes que impiden el encuentro, Castillejo habla de la dificultad para estar presentes. Si nos escondemos detrás de disfraces, no podemos tener contacto con nadie, pues nadie puede conectar verdaderamente con un personaje.

  Otra forma de no estar es el autoengaño; las personas no se dan cuenta de lo que les pasa, pero casi siempre tienen una explicación coherente de su sufrimiento, un libreto que justifica todo lo que les pasa pero que realmente no tiene nada que ver con su verdadero dolor. ¿Cómo podría alguien ayudarme o entenderme, si yo mismo estoy confundido respecto a lo que me lastima o a lo que necesito?

  •  DIFICUTAD PARA LA ESCUCHA
  El tercer tema es la dificultad para escuchar. Esperar con más o menos paciencia a que el otro termine de hablar sólo para poder decir lo que ya estábamos pensando, no necesariamente es dialogar, sino muchas veces la mezcla y superposición de dos monólogos... En estos casos las personas no se conectan para nada con lo que el otro dice, no se escuchan porque cada uno ya decidió que tiene la razón y, por lo tanto, lo único que están dispuestos a hacer es esperar que sea su turno para poder argumentar y demostrarlo.

                                                                                                                 Jorge Bucay