SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

sábado, 22 de febrero de 2014

Templanza



Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos. 
                                                                    Victor Frank

  ¿Quién cree todavía que puede cambiar el mundo en los momentos en que éste parece empeñado en seguir otra ruta? En realidad, podemos influir más o menos en situaciones y personas con nuestro tesón e inteligencia, pero donde sí podemos operar con plena eficacia es modificando nuestra manera de ver e interpretar los aspectos que nos perturban e inquietan. Y lo más curioso es que, tras la inteligente aceptación de los hechos, no sólo equilibramos nuestra vida emocional, sino que, además, el mundo también cambia.

  Una vez que aceptamos y adaptamos nuestra lente interna al curso de “lo que hay”, ¿qué extraña ley modifica incluso las actitudes y conductas de personas ajenas? En realidad, y según las más avanzadas leyes de la Física, la película que vemos en el exterior no deja de ser, en buena medida, una proyección del programa que tenemos en nuestro interior. Los acontecimientos discurren en función de unas leyes naturales, pero la interpretación que hacemos de lo que sucede es una opción íntima y subjetiva, y por ello, susceptible de ser modificada. ¿Qué hizo sobrevivir al judío Victor Frank de la torturadora vida en el campamento nazi? La respuesta fue dada por él mismo al señalar su profundo sentido de la vida y la capacidad de optar por una óptima interpretación de los acontecimientos que a otros torturaban. No había salida, no podía cambiar las normas de aquel campamento nazi, tan sólo podía cambiar su mente y con ella el signo de lo que sucedía.

  A menudo, el hecho de aceptar y positivizar una situación eligiendo la interpretación más positiva, desencadena un insólita influencia sobre la faceta externa que considerábamos inamovible y ajena. Una vez que nos adaptamos a la situación, se mueven energías insólitamente favorables. Una vez hemos logrado relativizar las cosas que, anteriormente nos perturbaban, adquirimos un grado mayor de templanza. Sabemos que nuestra forma de mirar el mundo y de pensar a las personas, influye, tarde o temprano, en el diseño y guión de nuestras experiencias. Sabemos también que muchas de las emociones que experimentamos son consecuencia de un proceso que se desarrolla en la parte inconsciente de nuestra mente. Es por ello que merece la pena evitar culpar a los demás, y tener en cuenta que si no nos gusta lo que recibimos, convendrá prestar atención a lo que emitimos.

  Cuando somos conscientes de que nuestro conjunto de creencias son las que crean el mundo emocional que habitamos, uno se torna alerta con las opciones de pensamiento que aparecen ante su corriente de consciencia. Atención a las palabras que pronunciamos y a los patrones que subyacen tras nuestras actitudes. La persona que ha comprendido el enorme poder que su mente tiene en la configuración del mundo, ya no controla tanto las circunstancias externas sino que, más bien, dirige su mirada hacia las propias actitudes y pensamientos que sutilmente las posibilitan.


  Tenemos mucho más que ver de lo que parece en aquello que “nos sucede”. Cuanto más conscientes seamos de nuestros pensamientos y anhelos, el destino, cada vez, estará, en mayor medida, en nuestras manos. Se trata de cambiar el foco de visión elaborando opciones más positivas y formulando el mundo tal y como lo deseamos vivir. Sin duda, una competencia nacida de nuestra madurez co-creadora que aprendió que el secreto que mueve el mundo está en el corazón de la propia alma.
                                                                                                    Jose Ma. Doria

No hay comentarios:

Publicar un comentario