SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

viernes, 14 de febrero de 2014

La analogía del péndulo


 
  Podemos comparar el proceso existencial con el movimiento de un péndulo. El movimiento del péndulo es el movimiento entre dos opuestos polares: felicidad/tristeza, salud/enfermedad, conseguir lo que quieres y no conseguirlo…; la vida es un movimiento continuo entre estos dos opuestos polares. Si te identificas totalmente como autor de tus acciones, estás ubicado en el extremo del péndulo, de modo que, cuando las cosas van bien, te sientes eufórico y, cuando van mal, desgraciado. Es el estado de la mayoría de la gente.

   En su proceso, algunos organismos cuerpo-mente se convierten en «buscadores» y se inicia el proceso de desidentificación como autor personal de la acción. Es, figurativamente, un ascenso por la barra del péndulo. En la vida, siguen ocurriendo cosas buenas y malas, pero si has ascendido por la barra del péndulo, el movimiento subjetivo en este balanceo será menor.   Ya no tienes la sensación de «yo lo estoy haciendo», sino que tienes más la sensación de que está ocurriendo y tú eres el instrumento a través del cual está sucediendo algo, y ocasionalmente, en días muy buenos, asciendes a lo más alto de la barra del péndulo.

    El vivir sigue, pero nada te altera. Eres pura testificación de lo que pasa. Hay una sensación de conexión impersonal con todas las cosas, palpas la Unidad. Eres uno con el Universo, hay una paz absoluta, es lo mejor que pueden llegar a ser las cosas fenoménicamente, ya no pueden mejorar más.
   Esta experiencia puede durar cinco o seis meses, o incluso más tiempo, pero es experiencia fenoménica. Aunque sea impersonal, tiene características y, como toda experiencia, está sujeta al cambio; lleva la semilla de la experiencia opuesta, de la dualidad. Y el cambio es trágico, la barra del péndulo está grasienta, es deslizante hacia la implicación; aumenta el balanceo, sufres; pese a todo lo vivido, crees que eres el que lo hace. Es lo que han llamado los místicos «la noche oscura del alma».

   El despertar impersonal no se sitúa en lo alto de la barra del péndulo, ya que es un punto fenoménico sujeto a cambios. Los sabios apuntan a un cambio cuántico, a un cambio completo de paradigma, en el que pasas de identificarte con la barra a identificarte con el fulcro. Éste es el punto fijo en torno al cual se mueve el péndulo y es crucial para el movimiento: sin él, éste no existe, pero en él no hay movimiento.
   No ocurre nada, no hay relación sujeto-objeto (movimiento), sólo unidad; no hay características, nada que experimentar, nadie que experimente. Es el estado del sabio. No hay experiencia permanente de la Unicidad, es dualista; toda experiencia requiere dualidad, sujeto/objeto. En el fulcro no hay experiencia de Unidad, todo es sujeto, todo es Unidad, pura Seidad. Por eso, la experiencia de despertar se compara al sueño profundo. Pocos buscadores lo buscan, ya que el buscador suele querer placer permanente, huir del dolor. Pero no existe el estado de eterna dicha, no hay monedas de una sola cara.

                                                                                    Wayne Liquorman
                                                                               Aceptación de lo que es.



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