SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 10 de mayo de 2020

¿Puedo simplemente admitir lo que aparece en la experiencia presente?


La pregunta que tienes que hacerte a ti mismo es siempre: 

¿cuál es mi verdad en este momento? 

Dicho de otro modo: ¿qué pienso y siento realmente ahora mismo? 

¿Puedo simplemente admitir lo que aparece en la experiencia presente? 

¿Puedo empezar, al menos, a admitir estos pensamientos, estas sensaciones, estos sentimientos, por mucho que no los quiera admitir, por mucho que hagan peligrar la imagen que tengo de mí? 

¿Puede considerarse entonces que lo que admita ya está admitido en la experiencia presente? 

¿Es posible simplemente percibir, ahora mismo, que lo que soy ya ha dicho sí a este momento, que la aceptación que busco ya está aquí? 

Si de verdad he de aceptar este momento, como muchas enseñanzas espirituales me dicen que haga, debo aceptar todo —sencillamente todo— lo que aparece justo ahora. 

Y en ese «todo» podría estar incluida cualquier resistencia a aceptar o no aceptación que aparezca justo ahora. 

La aceptación no tiene por qué ir acompañada de una sensación bonita o tener una apariencia agradable. La verdadera aceptación va más allá de todas las ideas que tengamos sobre la apariencia que debería tener. 

La verdadera aceptación es lo que eres en esencia; es eso que permite que este momento sea exactamente como es. Lo que eres acepta incluso lo inaceptable. Es una aceptación radical. 

Admitir lo que aparece en la experiencia presente —es decir, percibir simplemente y sin ningún esfuerzo que estos pensamientos, estas sensaciones, estos sentimientos están presentes aquí y ahora— es percibir que lo que eres ya ha admitido estos pensamientos, sentimientos y sensaciones aquí, en este momento, incluso aunque no quieras admitirlos porque ponen en peligro una imagen de ti. 

Así que, en este momento, ¿cuál es mi verdad? 

Mi verdad es que no puedo aceptar este momento. Lo admito, aunque haga peligrar la imagen que tengo de mí mismo. Pienso que debería ser capaz de aceptarlo; sé que las enseñanzas espirituales me dicen que lo acepte, pero mi verdad, en este momento, es que no lo puedo aceptar. Eso es lo que es. Debo decir la verdad. Debo admitir que no lo acepto. 

En este momento, soy incapaz de aceptar a mi marido, a mi esposa, a mi amigo, a mi jefe, a mi madre, a mi padre, a mi gurú. En este momento, soy incapaz de aceptar su comportamiento, lo que me han dicho, lo que me han hecho. En este momento, soy incapaz de aceptarlos como son. 

Quizá mañana pueda hacerlo. Quizá el año que viene. Quizá nunca. No lo sé. Lo único que sé es que, ahora mismo, no los puedo aceptar. Admito la verdad acerca de este momento. Admito lo que es. 

La verdadera libertad llega cuando me doy cuenta de que esa imposibilidad mía de aceptarlos en el presente es totalmente aceptable para la vida, en este momento. Admito que no los puedo aceptar (o que no puedo aceptar el dolor, el miedo, la tristeza, la ira, el aburrimiento o lo que quiera que aparezca ahora) y descubro que mi falta de aceptación esta ya admitida en la experiencia presente. Es lo que es, y la vida lo acoge en este momento. 

Esa es la verdadera aceptación que he estado buscando..., una aceptación que es más profunda que ninguna otra que tú pudieras ofrecerme, más profunda que ninguna otra que pudiera encontrar en el mundo del tiempo y el espacio. 

Cuando dejo de buscar tu aceptación, ¿qué miedo puedo tener a ser sincera contigo? No voy a perder la aceptación. Incluso aunque rechaces lo que digo, incluso aunque no estés en condiciones de escucharlo ahora mismo, incluso aunque discrepes totalmente, no voy a perder esta aceptación. Esta aceptación seguirá estando aquí incluso aunque sienta que me rechazas de la manera que sea. Me sostiene, siempre, aun en medio del conflicto. 

Y, una vez que he reconocido que lo que soy ha aceptado totalmente mi verdad, en esta admisión total de la experiencia presente ahora soy libre de decírtela a ti sin miedo. Mi verdad tal vez te resulte difícil de escuchar, pero es mi verdad, y no puedo disculparme por ella. Esta profunda aceptación no está bajo mi control. 

Una vez que ves lo que está sucediendo en tu experiencia, una vez que ves la búsqueda que está teniendo lugar y eres sincero contigo mismo acerca de ella, la comunicación fluye, sin esfuerzo. Ya no hay necesidad alguna de buscar la manera de comunicarse. Comunicarse es ahora tan sencillo como decir lo que ves; es decir la verdad sobre lo que realmente está ocurriendo desde tu perspectiva, en tu experiencia..., sin ninguna expectativa. 

¿Podría haber algo más simple? La comunicación clara y sincera fluye con naturalidad cuando descubrimos la profunda aceptación de la experiencia presente. 

Cuando nos desprendemos de todas las ideas sobre el aspecto exterior que debería tener este momento o cómo debería hacer que nos sintiéramos, somos libres de admitir la verdad. Es la verdad la que nos libera de la carga de vivir respondiendo a una imagen.

Jeff Foster





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