SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

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La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

viernes, 6 de abril de 2018

El “niño interior herido”






Abraza a tu niño interior

Abraza la soberbia que hay en ti, porque detrás de ella hay un niño no amado.
Abraza la ira y el enojo que hay en ti,
porque detrás de ella hay un niño abandonado.
Abraza tu necesidad de agradar.
porque detrás de ella hay un niño rechazado.
Abraza el dolor que hay en ti,
porque detrás de él hay un niño lastimado.


L.Pecotche


La huella del trauma inicial

Cuanto más pronto son inhibidas las emociones, más profundo es el daño. Existen evidencias de que hay un proceso en la maduración cerebral que sigue básicamente la secuencia evolutiva de la formación del cerebro.

Los neurocientíficos han demostrado que el cerebro visceral predomina en el feto durante las últimas etapas del embarazo y en el primer período Postnatal del bebé.
El sistema límbico empieza a operar durante los primeros seis meses de vida. El cerebro emocional permite que la importante vinculación inicial tenga lugar.
La neocorteza todavía está desarrollándose durante nuestros primeros años, y el cerebro pensante, necesita un ambiente adecuado y una estimulación correcta para desarrollarse sanamente.

Al estudiar el crecimiento cognoscitivo de los niños, Piaget no halló verdadero pensamiento lógico hasta los seis o siete años de edad.
Cuando reflexionamos sobre el hecho de que el cerebro visceral tiene que ver con la supervivencia y está gobernado por la repetición, la idea de la huella permanente adquiere sentido.

El neurocientifico Robert Isaacson, afirma que es difícil desarraigar los recuerdos traumáticos porque fueron fijados por reacciones que nos han salvado la vida.
El cerebro visceral aprende y difícilmente olvida; así el trauma permanece por tiempo indefinido. Todo aquello a lo que sobreviva el niño en los primeros años de su vida, época de intensa vulnerabilidad, quedará registrado.


La compulsión de repetir

La investigación neurológica, apoya lo que cada psicoterapeuta desde Freud hasta el presente sabe antes que nada: que la persona neurótica tiene La compulsión de repetir.
Los investigadores del cerebro han sugerido que las acrecentadas huellas neuronales de experiencias de tensión, tergiversan la forma de reaccionar del organismo a estímulos recibidos cuando ya se es adulto.

Las experiencias dolorosas realmente se graban en nuestro cerebro, de modo que éste se encuentra cada vez más preparado para reconocer como dolorosos aquellos estímulos que para otras personas pasarían inadvertidos.
Esto apoya la teoría de que, una vez que el núcleo del cerebro es determinado durante la infancia, actúa como un filtro supersensible que moldea eventos subsecuentes. Las contaminaciones del niño herido caen en esta categoría.

Cuando un adulto con un niño interior herido experimenta una situación similar a un suceso doloroso anterior, se desencadena también la reacción original. Se reacciona con intensa emoción ante algo que es realmente trivial o inocuo. Es decir, se responde a la que no existe en el exterior pero que aún está presente en nuestro interior.


Si quieres aprender más sobre el tema y como sanar e integrar a ese niño herido que habita en tu interior, puedes hacer el curso online:




Mas info: juani593@hotmail.com





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