SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Cuando el dolor se transforma en sufrimiento

 

Aceptar el dolor sin agregarle sufrimiento. Si no lo haces, tu mente te conducirá a vivir el infierno generado por tus deseos contrariados.

Nos apegamos a lo que debería ser en lugar de aceptar lo que es. Los demás deberían…., yo debería…, la vida debería… y hasta dios tendría que actuar como yo creo que deberían.

Exigir o demandar que todo suceda de acuerdo con lo que deseamos o según alguna norma personal resulta una forma rígida y absurda de comportamiento, que solo acarrea sufrimiento.

El deseo se transforma en una imposición irracional que conduce indefectiblemente a la frustración, a la ira o a la depresión, entramados moleculares nefastos de la experiencia del pensar y del sentir: “yo debería tener o ser más exitosa y como no lo soy me siento frustrada, desvalorizada, ignorada…!

¿Cuántos “debería” o “tendría que” están actuando hoy en tu vida?


El dolor es un sentimiento que lastima y cuanto más queremos ignorarlo, más se intensifica, lo que resistes se potencia, pero si aprendes a vivirlo aceptándolo, rindiéndote ante él y descubriendo un sentido a esa experiencia, el dolor se transforma en la gran oportunidad para liberarte de la carga insoportable del sufrimiento.

Somos el dolor y también somos lo que sana ese dolor.

Hay creencias que restringen y creencias que expanden, creencias que nos tornan impotentes y creencias que nos dan el poder de cambiar nuestra vida. Hay creencias que construyen salud y hay otras que la destruyen, entre estas últimas se encuentra una muy arraigada en la mayoría de las personas: la creencia de que el dolor debería desaparecer de nuestra vida. Nos negamos, nos resistimos y al resistirnos, sufrimos más. Pero el dolor y las pérdidas son parte esencial de la vida.

Quien puede experimentar la tristeza con dignidad, sin pelear contra ella (“esto no puede estar pasando”), sin negarla (“aquí no ha pasado nada”, “no tengo que llorar”), sin agregarle sufrimiento (“¿por qué?, ¿qué hice para merecer esto?, ¿en qué me equivoque?”), se dobla pero no se quiebra.

Cuando nos abrimos al dolor con toda nuestra humanidad y nos rendimos ante él, el mismo dolor nos sana, nos eleva al punto de trascenderla, siendo transformados por él. El dolor se convierte así en nuestro gran maestro.


Cuando el cuerpo y el corazón lloran por lo que han perdido, el alma sonríe por lo que ha ganado.


El peor sufrimiento no es el dolor en sí, sino no saber el para qué nos pasa lo que nos pasa.

Todo dolor es portador de un mensaje que hay que saber descifrar, ya que en la plena comprensión de este sentido está la clave para su superación.

En el dolor no hay mente, es dolor. Se caen las máscaras y las corazas, somos dejados solos en el misterio de ser. Estamos frente a frente con la realidad.

Para estar dispuestos a explotar la realidad tenemos que estar preparados para cometer muchos errores, debemos ser capaces de arriesgarnos, podemos perdernos, pero es así como llegamos a un nuevo destino, perdiéndonos muchas veces, aprendemos como nos extraviamos, cometiendo muchos errores, llegamos a saber lo que es un error, nos acercamos más y más a lo que es la realidad.

Se trata de una exploración individual, no puedes partir de las conclusiones de los demás, la realidad es una experiencia, no una creencia. Nunca se encuentra la realidad estudiándola: la realidad hay que confrontarla, hay que encararla.

Así también hay que encarar el dolor. Para sanar el dolor, debemos hundirnos en lo profundo, en la oscuridad de las raíces, donde surge la vida. Nos resistimos a ir hacia abajo, elegimos quedarnos en la superficie, buscar soluciones con la mente caótica, que prefiere podar las ramas marchitas o enfermas y hacerlas desaparecer. “si no se ve, no existe”, creemos ingenuamente. Pero el dolor no se puede ocultar.

Experimentar la tristeza con integridad es un acto de máxima fortaleza. Quien se oculta detrás de la máscara queriendo mostrar que “aquí no pasa nada”, quien se cree o pretende ser invulnerable, cuando se quiebra le será muy difícil recuperar su integridad.

En cambio, al abrirnos a la sensación de perdida y experimentar la emocional natural de la tristeza, nos tornamos vulnerables y desde ese sentir aceptamos lo que es, renunciando a su permanencia. Así la energía psíquica resultante, se dirige hacia la toma de decisiones que nos harán modificar el curso de lo vivido.

Lo que no es aceptado, no puede ser cambiado. Esto muestra claramente un principio básico de la acción correcta: jamás podre cambiar o modificar algo si no lo acepto primero.

Recordemos que cuando elegimos cerrar el corazón al dolor, recurriendo a mecanismos de evitación, también lo cerramos frente a la alegría y el gozo.

Si aprendemos a abrir el corazón al dolor, el proceso es tan extraordinario como milagroso, y no se trata de creerlo, sino de experimentarlo.

Las heridas que nos hacen sufrir, no están destinadas a destruirnos, si las asumimos e integramos, contribuyen a nuestro crecimiento y nos tornan capaces de transmitir a los demás la riqueza de nuestra humanidad.

Un conocimiento profundo de nuestro propio dolor permite convertir la debilidad en fuerza, para ofrecer la propia experiencia como fuente de sanación a otros que también están sufriendo. Entonces ya no hay espacio para lamentarse, la queja o la auto-conmiseración. La posibilidad de acoger, acompañar y hermanarnos hace que todo cobre sentido, incluso el dolor. Este, como experiencia de la desnudez y fragilidad humana, se torna promesa de un bien mayor.

Es un estado de conciencia superior, es el reino del servicio. Para alcanzarlo, es imperativo aceptar y atender las propias heridas, de modo de adquirir la libertad que nos permite acercarnos a las heridas de los demás sin sentirnos amenazados. Desde este espacio nos transformamos en sanadores heridos, verdaderos seres humanos que aprendieron a hacer de sus límites y sufrimientos una fuente de sanación para los demás.


“Solo el doctor herido puede curar.” Jung.


Para salir de la zona de sufrimiento:

1- Reconocer que no somos los únicos que sufrimos. Lo logramos cuando dejamos de mirarnos el ombligo y podemos expandir el foco de lo que somos capaces de ver.

2- Darnos cuenta y reconocer que hay otros seres humanos que sufren más que nosotros

3- Pasar a la acción, hacer algo para mitigar el sufrimiento de los demás

El servicio actualiza el potencial de la conciencia humana que todos compartimos, es el portal de entrada al universo del alma. Tiene en si la capacidad de transformar el amor al poder en el poder del amor, otorgándonos una mirada nueva y más compasiva de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos.

Permite trascender el imperio de la mente, para presenciar la transmutación del sufrimiento hacia la compasión y el amor incondicional.


La sanación sigue a la conciencia. Donde hay conciencia profunda, hay compasión. Este es el territorio del milagro, sentirnos uno con el otro, identificarnos con una visión más amplia de nuestra existencia humana para liberarnos del limitado concepto de nosotros mismos.

El servicio se convierte en el camino más seguro para sanarnos y construir un mundo más justo y verdaderamente humano.

S. M. Marusso


Amar lo que es.

 

El sufrimiento surge al creer un pensamiento que está en desacuerdo con lo que es.

Cuando nuestra mente está clara, entonces lo que es, es lo que queremos.

Pretender que la realidad sea diferente a lo que es, es un deseo imposible de satisfacer.

Si observamos nuestra mente, durante el dia solemos tener muchos pensamientos del tipo “tal persona debería ser de tal manera”, “mi pareja debería estar de acuerdo conmigo”, “debería estar más delgada”, “debería haber menos cola en el supermercado”, etc., así, con estos pensamientos deseamos que las cosas sean diferentes a lo que realmente son.

Todas las tensiones que sufrimos, tienen que ver con la discusión con lo que es. Lo que piensas que no debería haber sucedido, sí debería haber sucedido, sencillamente porque así fue, y ningún pensamiento puede cambiarlo.

Ahora, esto no quiere decir que deba tolerarlo, ni aprobarlo, solo significa que puedes ver las cosas sin resistirte y sin luchar interiormente, lo cual genera confusión.

Nadie quiere enfermarse o tener un accidente, pero si ya ocurrió, ¿por qué discutir mentalmente con lo que sucedió? Y sabemos que esto no tiene sentido, sin embargo, lo seguimos haciendo por no saber cómo dejar de hacerlo.

Cuando discutimos con la realidad, sufrimos, sentimos tensión y frustración, no nos sentimos normales ni equilibrados. Cuando dejamos de oponernos a la realidad, la acción se convierte en algo sencillo, fluido, amable y seguro.

Byron Katie

 

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

Psicoterapia espiritual


La psicoterapia convencional actúa dentro del modelo médico de la enfermedad y de la curación, y se orienta fundamentalmente al alivio de los síntomas y la resolución de problemas, la Psicoterapia espiritual, pretende situar adecuadamente el trabajo psicológico dentro de un contexto espiritual.

Obviamente, la terapia convencional tiene su importancia y no hay nada malo en el alivio de los síntomas, especialmente cuando eso es todo lo que las personas y las compañías de seguros están dispuestas a pagar. Sin embargo, desde la perspectiva espiritual la mera eliminación de los síntomas, es un objetivo sumamente limitado, en el sentido de que nos impide estar completamente presentes a lo que ocurre en este mismo instante. Y es que, cuando el trabajo sobre uno mismo se centra en la eliminación de un determinado problema, o cuando nos esforzamos en ser diferentes a lo que somos, nos alejamos de la inmediatez del Ser, el único agente verdadero de la curación y de la transformación.

Si no estamos plenamente donde estamos, resulta imposible acceder a la fuente más profunda de nuestro Ser, el único lugar en donde puede tener lugar la auténtica curación.

La mentalidad fija, que sólo apunta a corregir los problemas, sólo funciona en el nivel más exterior Y burdo de las cosas. Así aunque ésa sea la mejor actitud para eliminar la capa de cal que recubre una tubería de nuestro fregadero o del sistema de refrigeración de nuestro automóvil, resulta completamente inadecuada para abordar un problema interno porque, de ese modo, sólo lograremos intensificar los problemas. Y ello es así porque, en tal caso, la parte de nosotros que tratamos de corregir se siente inaceptada o rechazada y, en consecuencia, las cosas se complican todavía más. Pero más importante todavía, es que la fuente de todo cambio reside en el flujo de nuestro Ser, un flujo que se ve obstaculizado por cualquier tipo de forzamiento.

Cuando, por ejemplo, estemos trabajando con el miedo, no deberíamos preguntarnos tanto: «¿cómo puedo superar este miedo?»,
«¿cómo puedo tranquilizarme? « o
«¿de qué modo podría evitar las situaciones que provocan este miedo?»
sino «¿cómo podría abrirme a este sentimiento?»,
«¿cómo puedo descubrir de dónde viene?» o
«¿cómo podría aprender a permanecer completamente presente con la dimensión corporal de esa experiencia y saber así realmente lo que está ocurriendo?».

Obviamente, la intención o el deseo de superar el miedo son muy adecuados, siempre y cuando no se trate de alguna forma sutil de rechazo. Y es que la actitud de alejamos de algún aspecto de nuestra experiencia, no hace sino llenar nuestro psiquismo de agujeros negros emocionales.

La auténtica curación sólo tiene lugar cuando aprendemos a estar presentes en aquellos lugares de los que antes hemos estado ausentes.
El factor curativo más importante del trabajo psicológico en un contexto espiritual reside en el poder de la presencia incondicional, lo cual supone aprender a reconocer, permitir, abrimos e indagar en nuestra experiencia tal cual es, sin tratar de alejarnos ni un ápice de ella.
Se trata de un método que requiere tanto de la presencia del cliente como de la del terapeuta y, en consecuencia, también lo denomino counseling centrado en la presencia.

Es lamentable que el sistema educativo occidental, no suela contribuir al desarrollo de la capacidad de estar presente. De hecho, bien podríamos decir que nuestra educación apunta precisamente en la dirección contraria.

La práctica de la meditación enseña a permanecer presentes en medio de todos los altibajos de la mente y, en este sentido, ha demostrado ser fundamental para el aprendizaje de la terapia y, más allá de todo eso, para ser un buen oyente, un estudiante receptivo, un buen amigo, un amante sensible y un maestro amable. Y es que, aunque la meditación implique una desconexión provisional del mundo y de sus distracciones, no tiene nada que ver con el retiro del mundo.

Al ayudarnos a descubrir una cualidad de presencia y de conciencia mucho más estable y discriminativa que el habitual torbellino en que se hallan sumidas nuestra mente y nuestra emoción, y ayudarnos a experimentarnos a nosotros mismos y a los demás más directamente, la meditación reporta considerables beneficios sociales. Entonces podemos ver a las personas más claramente, entendemos mucho mejor lo que sienten y tenemos la posibilidad de responderles de un modo mucho más empático.




John Welwood
(Psicólogo y Psicoterapeuta, Figura destacada de la Psicología Transpersonal, fue pionero en la integración de la Psicología Occidental y la Sabiduría Oriental)


lunes, 11 de noviembre de 2024

Felicidad Interna


Aunque la felicidad es un estado de conciencia, un estado interno, hay algunos tips que puedes tener en cuenta para conectar con esa felicidad interna:

- Aceptación: las cosas son como son, no siempre como me gustarían, hay cosas que no se pueden cambiar…, sin embargo tu si puedes cambiar la forma de verlas, de interpretarlas.

- Vive tu vida con coherencia ( armonía entre lo que piensas, sientes y haces).

- Pon amor en todo lo que haces por simple que parezca.

- Saca tus resentimientos de tu mente y de tu corazón, expresa las emociones sanamente, aprende a gestionarlas.

- Agradece lo que tienes y evita las quejas y lamentaciones.

- Aprende a escucharte y a escuchar.

- Déjate sorprender: aprende a vivir en la incertidumbre, la vida es cambio constante.

- Suelta la necesidad del control que tiene la mente, se consciente que no controlamos nada; aprende a soltar y fluir con lo que es.

- Tienes gran cantidad de dones, cualidades, aprende a conectar con tu potencial, exprésalo y decide quien quieres ser en cada momento.

- Sana tu sistema de creencias y con ello tu percepción de la vida.

- Presta atención al diálogo interno, observa como tu mente justifica las cosas y esto muchas veces reafirma tu infelicidad.

- Se consciente de tus estados emocionales, obsérvalos, no los justifiques ni te identifiques con ellos, aprende a gestionarlos y si no puedes, busca ayuda.

- Aprende a escucharte sin juicios, sin expectativas, la mente está llena de explicaciones y justificaciones.

- Aprovecha los acontecimientos y relaciones para conocer partes de ti mismo que de otra manera no podrías conocer.


En realidad nadie puede decirte como ser feliz, pero te puede ayudar el ver qué aspectos emocionales y que creencias (muchas inconscientes) te bloquean e impiden llegar a esa felicidad que está en ti y no eres consciente de ella.