SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

martes, 2 de julio de 2024

Patrones de relación


“Cada uno de nosotros proyecta una sombra tanto mas oscura y compacta cuanto menos presente se halle en nuestra vida consciente, esta sombra constituye un impedimento que malogra nuestra mejores intenciones.” C. Jung


Asumimos ante el mundo una personalidad evidente y reconocible, pero hay otra parte que queda sumida en la oscuridad de la inconsciencia, y solo se expresa en contadas ocasiones, de modo indirecto y turbulento. Es una parte de nuestra personalidad que no aceptamos, porque así lo aprendimos, ya sea por causas familiares, sociales o culturales, y que mantenemos oculta a los ojos de los demás y a los propios.

A veces ocurre que vemos esas sombras de nuestra personalidad reflejadas en otras personas (por ej. en nuestra pareja) y ello nos provoca un rechazo que es tan grande como la fuerza con que nos negamos a reconocer esas sombras en nosotros mismos, ese rechazo se hace evidente cuando vemos en el otro aquello que no nos gusta en nosotros mismos, en un fenómeno conocido como proyección, que adjudica a los demás ciertas características y actitudes que se rechazan en uno mismo.

De ahí deriva que un pacto oculto de protección en la pareja incurra en otro nivel de complicación: cuido de tu dificultad para asumir tu fuerza, que es algo sombreado para ti, haciendo que sigas siendo débil mientras yo te protejo, pero al mismo tiempo rechazo tu debilidad porque no la soporto en mi.

Es decir, que sufrimos interminablemente en pareja por complicaciones que no entendemos, pero que no dejan de ser una invitación a conocernos mejor y asumir y poseer aquello que hemos empujado hacia nuestro propio lado de la sombra.

Existen diversos modelos de vínculo emocional aprendidos en la infancia, en especial durante la relación con nuestros padres y que, ya de adultos, aplicamos en nuestras relaciones.

Nuestra forma de relacionarnos con la pareja esta de un modo u otro condicionada por estos patrones adquiridos durante la niñez, que nos impulsan a responder de una manera reactiva ante determinadas situaciones de nuestra vida, experimentando las misma sensaciones que nos atrapaban en la infancia.

Son estrategias que aprendimos los primeros años de vida para salvar determinadas situaciones y que sirvieron para sentirnos buenos, aunque no necesariamente bien, y sentirnos buenos, en la infancia, significa ni mas ni menos, estar en sintonía con papá y mamá.

Por lo que aprendimos a ser buenos y obedientes porque era lo que esperaba nuestra madre de nosotros; o a ser dulces y divertidas para ser la princesa de papá; o a experimentarnos como inseguros y ansiosos ante la ambivalencia amorosa que nos demostraban nuestros padres; o seguros y confiados, porque así experimentábamos a nuestros padres.

Estas formas de comportarse repetitivas, se fueron quedando grabadas en nosotros y, a medida que las íbamos repitiendo, se convirtieron en mecanismos de reacción fijos, en pautas de relación.

Algunos de esos patrones de relación tomaron un cariz positivo y se reconocen porque únicamente expresan tendencias y enriquecen las relaciones, mientras que otros, tomaron un cariz negativo, pues expresan formas compulsivas de funcionar y empobrecen o tensan las relaciones.

Un patrón de relación aparece sin que nos demos cuenta, casi de manera automática o compulsiva, y se activa durante los primeros minutos de nuestro contacto con cualquier persona.

Lo bueno es que tenemos el poder de influenciar y podemos elegir comportarnos o no de ese modo, siempre que tengamos conciencia de que estamos ante un patrón y lo logremos reconocer, transitar y desactivar las cargas emocionales que lo alimentan.

Se trata entonces de articular respuestas alternativas a ese patrón fijo y buscar respuestas en el adulto, no en el niño.

Importa tanto que el adulto pueda reconocer al niño y todas las dificultades que le toco vivir, como que lo pueda abrazar e integrar de forma que logre quitarle el poder que no debería tener sobre nuestra vida presente.

Sin duda, transformar algunas de estas pautas y estilos de relación puede requerir de un acompañamiento terapéutico, por las dificultades que entraña vernos a nosotros mismos con la ayuda de alguien que nos contenga y guie el foco para que podamos explorarnos con mas luz.

A menudo, los patrones de relación son disfuncionales y nos perjudican en nuestras relaciones con los demás (especialmente en las relaciones de pareja).

La tomar de conciencia de esos modelos del pasado que siguen dirigiendo nuestras vidas, supone un gran primer paso, la mitad del trabajo, pues es la diferencia entre una mente adormecida y vivir con los ojos abiertos, a pesar del dolor que ello supone en ocasiones; el segundo paso seria aprender a regular el combustible emocional que lo alimenta. J. Garriga




ACOMPAÑAMIENTO  EN  PROCESOS  TERAPÉUTICOS

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Juana María Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
      (Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
      (IPPNIM)
Yoga Terapéutico Integral
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación-
        Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación)
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía
        Craneosacral y Visceral, entre otras…)

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