SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

sábado, 1 de junio de 2024

La realidad es neutra


La realidad es neutra, aproblemática y además aconseptual. Las cosas nos resultan problemáticas porque les imprimimos un sesgo conceptual, un punto de vista, y las percibimos desde un margen emocional.

Si tuviéramos la capacidad de mantenernos en la no discursiva neutralidad amorosa, en el espejo o conciencia ecuánime, simplemente seriamos discípulos de la realidad. Es obvio que desde la perspectiva de la bondad y de la ética humana tan necesarias, hay cosas completamente injustificables e injustas, en especial la violencia que impera en el mundo. O la guerra que, empapada en devociones ciegas y justificada por amores mal gestionados, se libra a diario en el seno de las familias: una danza mal acompasada que los terapeutas atestiguamos a diario.

Pero desde la perspectiva de la realidad, lo adverso y devastador no es distinto del baile alegre, o del trabajo o del respeto o del cuidado recíproco de los unos hacia los otros.

Podemos pensar o sentir la realidad como dura o adversa, pero esto no la invalida ni la hace diferente de como es. Por ejemplo, que se acabe tu relación de pareja o que te rompas una pierna son hechos, considerar estos hechos como una suerte o una desgracia es solo un pensamiento. Siempre estamos navegando en esta dialéctica: la realidad tal como decide ser, frente a las perspectivas que le imprimimos. Y toda perspectiva burlesca con los hechos que intente excluir algo o a alguien, desemboca en más problemas. Por eso, toda convicción de atesorar la verdad moral, agrede a la realidad, al pretender elevarnos por encima de ella.

La mejor perspectiva de las cosas, es la que incluye y asume la realidad tal y como fue y abre caminos de acción y de vida, no la que se desgasta gritando proclamas moralistas.

Mirar la realidad de frente, a la cara, e integrarla, y generar a partir de ahí, una perspectiva que abra caminos. Nuestras armas principales serán la fortaleza, la verdad y la fluidez emocional, que nos conducirán al asentimiento interior hacia lo que sucedió, durante ese proceso, podremos emprender las acciones adecuadas y necesarias respecto a ello.

No sorteemos la realidad a través de los conocidos mecanismos psicológicos de defensa: negar, fantasear, disfrazar, esquivar, proyectar, disociar, escindir, reprimir, anestesiar, tragar, hiperreaccionar, engañar, huir, congelar, desplazar, racionalizar o intelectualizar, desviar, introyectar, etc.; todo ello para amortiguar lo que nos duele, humilla o devasta.

Celebremos nuestra capacidad de defendernos y por el hecho de que todo ser humano, o todo ser vivo, procure preservarse en su integridad y en su dignidad en todo momento y por todos los medios a su alcance. Sin embargo, no debemos alegrarnos precisamente por nuestro también indudable talento para permanecer en la fortificación, cuando los peligros ya cesaron; esto nos perjudica, recordemos la epigénetica y la persistencia del trauma.

Al mirar la realidad de frente, cuidamos, por añadidura, de nuestros posteriores. AL unir y reconciliar nuestra alma lo que fue terrible y lesivo, dibujamos un futuro más libre.

Las dificultades y el dolor van a aparecer en algún momento, es algo inevitable, y la principal herramienta que tenemos las personas para afrontarlos, es nuestra capacidad de sostener las dificultades (y el dolor que viene con ellas) sin irnos a pique. Se llama resiliencia, término extrapolado de la física que refiere a la capacidad de los materiales a regresar a su forma original después de haber sido deformados, y que Boris Cyrulnik, psiquiatra francés de origen judío, lanzo a su exitosa circulación dentro de los territorios de la psicología profesional y popular.

Todos padecemos dolor cuando hay pérdidas, traumas o contratiempos graves. Podemos hacer el tránsito del dolor, con todo el proceso emocional y espiritual que comporta, y seguir adelante, o encerrarnos en nuestras diatribas y defensas internas y perpetuarlas.

Es cierto que el dolor tiene mala prensa, que desagrada, pero es un gran recurso sumergirse en él: tiene la potencialidad de llevarnos de la orilla de la devastación a la de la transformación, donde con suerte, llegaremos un poco más sabios.

Joan Garriga


No hay comentarios:

Publicar un comentario