SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

martes, 2 de febrero de 2016

La atención. Observación consciente.

                               



Lo primero para liberarnos de la identificación inconsciente, consiste en hacerla consciente, dar un paso atrás, que nos permita tomar distancia de la experiencia y así poder observar los pensamientos, creencias, formas de concebir la realidad. La solución para salirnos del sufrimiento y del dolor, está en el despertar del sueño, recuperar nuestra identidad esencial. La clave está en la atención sostenida.

La atención, es la facultad de dirigir la mente a algo, de ser conscientes intencionalmente; así como la consciencia es el hecho de simplemente darse cuenta de algo, la atención es el hecho de percatarnos de ello de un modo intencional. Esta dirección del foco de nuestra mente hacia algo, la atención, la venimos ejerciendo hace años, pero no la perfeccionamos, cambiamos constantemente el objeto de atención (necesidades, obligaciones diarias, etc.) y esto nos parece lo normal, a veces estamos atentos, y otras distraídos. La podemos dirigir hacia fuera, hacia adentro, hacia arriba, hacia la atención misma. He de descubrir que, la atención, soy yo mismo y que si en lugar de estar atento sólo a las cosas, estuviera a la vez atento a la atención, me acercaría más a la consciencia de sujeto, a la lucidez que hay en nuestro ser profundo. 
No se trata de introspección, ni tampoco de concentración, sino simplemente de tomar consciencia del gesto de estar atento,  mirando hacia su raíz y no solamente hacia su proyección exterior. Si queremos mirar la atención, hemos de mirar dentro de la mente, y desde ahí podemos ser conscientes de lo que vemos fuera y del sujeto que está mirando, ampliamos nuestra consciencia, nuestro campo mental, y así lo que percibimos y el sujeto que percibe, forman una unidad.


En la práctica de la atención, es importante no volverse de espaldas al exterior, el gesto es de apertura, para abarcar más, conviene llevar la práctica a cada momento de la vida, incluso si estamos aburridos, o descansando, porque yo como realidad estoy constantemente allí. Esta técnica básica y simple, produce la conexión de nuestra mente consciente con el centro, y una integración con toda la personalidad. Si sólo  trabajo una disciplina aislada, ejemplo sólo la meditación, o sólo el estudio filosófico, etc., ahondo sólo en un nivel de la mente; en cambio, la atención constante, integra paulatinamente todos los contenidos  y esto, es muy importante para la salud mental y la realización espiritual. Es importante el equilibrio de la personalidad, porque de lo contrario, cuando venga un nuevo torrente de energía, una nueva expansión de consciencia profunda o superior, puede producirse un trastorno en algún sector de la personalidad que esté menos sólido y menos equilibrado.

El desidentificarse de una situación, supone  despegarse, desprenderse de ella, porque nos impide vivir en equilibrio y  no supone actuar hacia fuera, modificando el exterior, sino un trabajar hacia dentro, desviando la atención del objeto que nos altera y dejando pasar tiempo para enfriar las emociones y, al recuperar el silencio interno, la calma, poder actuar correctamente, es aflojar la relación interna de dependencia con lo que sucede. El desapego con mayúsculas se da cuando reconocemos nuestra identidad esencial, al ser que está más allá del tiempo, trascendiendo al ego. Para descubrir mediante la atención, esta realidad que somos, nos hemos de valer de la mente. 


La mente  por un lado es un obstáculo, y por el otro, es ayuda, instrumento primordial. 
Es un obstáculo, por la manera rígida, tensa, acelerada y superficial a que está acostumbrada a funcionar, porque necesita constantemente atender necesidades y exigencias del exterior, que son de gran valor para la persona, que no sólo pone interés e inteligencia  en solucionar sus problemas, sino que también pone miedo, ansia y hasta desesperación, quedando envuelta en mecanismos afectivos que son una traba. Al estar acostumbrada a pasar de un objeto a otro con rapidez, sin ahondar, sin ver con profundidad, con serenidad, cuando queremos comenzar a silenciarla, cuesta mucho trabajo. 
Otra causa que la convierte en un obstáculo, es que buscamos solucionar todos los problemas a través del pensamiento y el lenguaje, como lo hacemos con los problemas del mundo exterior; pero nuestra realidad interior, no podemos descubrirla mediante el pensamiento, sino por medio de otra de las muchas  capacidades que tiene la mente que es la lucidez de nuestro intelecto, la atención sostenida, que nos permite ahondar, descubrir cosas nuevas y es la que se necesita para un trabajo interior.

A.     Blay


jueves, 21 de enero de 2016

Mas alla de la dualidad


"La unidad se percibe en un estado de observación de la dualidad. El observador interior está mas allá del pensamiento dual"

Cuando tu meditas, cuando "observas" sin juicio los movimientos de la mente, los pensamientos, cuando observas las sensaciones corporales, cuando observas la naturaleza, etc, cuando esa observación es sin análisis, sin juicio, sin interpretación, sin aferrarte, solo observas, estas en una dimensión distinta de tu ser, que cuando estas analizando enredada en tus pensamientos, problemas, etc., esa parte tuya que observa sin juicios, le podemos llamar "el observador", o "el testigo interno", esa parte es una dimensión mas profunda, que escapa a la dualidad : lindo/feo, agradable/desagradable, bueno/malo, justo/injusto, etc. que no son mas que interpretaciones de nuestra mente dual.


Esta reflexión te invita a darte cuenta quien esta detrás de esa dualidad? quien es el que observa? acaso no es una parte tuya donde hay unidad en la observación, ya que no juzga, esa parte no se inclina por "esta bien/está mal", "me gusta/no me gusta", etc., esa parte de ti solo atestigua, observa...allí reside la unidad.... solo observa y conecta con esa parte profunda, porque ahi no hay división, ahi no hay ni placer ni dolor...al principio, llegamos a percibir esa unidad en la meditación, luego puedes llevar esa observación a tu vida diaria, y veras como todo cambia, ya no reaccionas de manera mecánica y condicionada a los acontecimientos, sino que desde esa observación, puedes elegir la manera mas adecuada de responder a la situación. 
                                                            Juani
                                                       

sábado, 16 de enero de 2016

Despertar el Observador


¿Te sientes con ansiedad, preocupación, tristeza, etc.?

Cuando te asalta un estado de ánimo que viene por pensamientos influidos por esquemas, patrones mentales, tiendes a buscar alternativas para salir rápidamente del estado. Quieres solucionarlo por medio del pensamiento, pero al ser el pensamiento mismo el que crea el estado, no puedes solucionarlo mientras estés atrapado en la mente.

Como dice Albert Einstein: “Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de consciencia en que se creó”. Si el problema surge de la mente, del pensar, debo “salirme” del pensamiento y despertar al observador, debo tomar consciencia, prestar atención.

El darse cuenta, la consciencia, tiene un gran poder curativo. El observar los mecanismos que hacen que adoptemos determinadas maneras de ser que no nos benefician, que nos invitan a estados emocionales insalubres; el darnos cuenta de los pensamientos, ideas, creencias, que dan origen al dolor y a tensiones, por viejas heridas irresueltas y que buscan salir a la superficie para ser “liquidadas”, ese darse cuenta, de por sí, es sanador, e invita a una profunda calma interior.

En Oriente, suelen afirmar que “un conflicto observado, es un conflicto resuelto”, este concepto se aplica también en psicología y, la física cuántica dice que el observador, modifica lo observado, si observamos una partícula subatómica, ésta se verá afectada en su carga y en su órbita, sólo por observarla.

La consciencia es el gran sanador.

El darse cuenta no tiene que ver con el pensar, es ir más allá del pensamiento, es observar el movimiento de la mente, es ser testigo de lo que está sucediendo en un plano superficial y pasajero.

El sólo hecho de darse cuenta de los programas mentales, nos lleva a la raíz de lo que ahora nos duele, nos preocupa, y nos permite hacer algo con ello, dejar de actuar mecánicamente, poder elegir pensamientos y acciones más saludables, saliendo del automatismo.

Se trata de despertar al testigo, a nuestra identidad Real, donde la dualidad no existe, desde donde surge el potencial que somos.

En la mente pensante, el ego, hay dualidad: bien/mal, placer/dolor, alegría/tristeza, etc., son como dos caras de una misma moneda, no podemos quedarnos con una sola cara y descartar la otra, es imposible; al igual, la mente dual, intenta aferrarse al placer, al bien, a la alegría, pretendiendo descartar el “mal, el dolor, la tristeza”, y no se da cuenta, que en ese plano no puede tener lo uno sin lo otro, que si tiene alegrías, tarde o temprano tendrá tristeza, que los estados son impermanentes, que hay que ir más allá de la mente, si uno busca trascender la dualidad, salir de la ilusión, debemos Aceptar la mente, las luces y las sombras de la personalidad e ir más allá, si queremos la plenitud, la comprensión, lo real.

Entonces: ¿te sientes ansioso, triste, desanimado.....?

CÉNTRATE, presta atención.

Hay una vieja anécdota sobre Bokuju, un maestro Zen:

Bokuju, vivía solo en una cueva. Durante el día, y a veces por la noche, decía en voz alta su propio nombre “Bokuju”, y luego se contestaba: “sí señor, aquí estoy” y no había nadie más.

Sus discípulos, que estaban muy intrigados, le preguntaban: ¿porqué te llamas a ti mismo “Bokuju”, tu propio nombre, y luego te contestas: “si señor, aquí estoy”.

A lo que el maestro Zen respondió: Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, entonces, pronuncio mi propio nombre “Bokuju” y me respondo “si señor, aquí estoy”, y el pensar con su carga de ansiedad, desaparece…

Al final de sus días, durante los últimos tres años, los discípulos advirtieron que el maestro dejó de pronunciar su nombre “Bokuju” y de responderse “si señor, aquí estoy”.

Un día, los discípulos le preguntaron:¿ maestro, porque no has vuelto a hacerlo?

Y el maestro respondió: es que ahora Bokuju siempre está ahí.

Esta historia, está tomada de The Book of Secrets, de Osho.


Cuando te sientas en un estado de ansiedad o cualquier estado “negativo”, puedes llamarte por tu nombre y responderte, verás una diferencia, ayuda a centrarte, la ansiedad desaparecerá, porque experimentarás que, más allá del estado, en un nivel más profundo y real, la ansiedad y cualquier otro estado, no existen, al ir al Ser, al centrarte, puedes observar el mecanismo y darte cuenta que eres muchísimo más que el estado de ansiedad, y que éste, como todo estado de la mente, es pasajero y efímero. Mientras estás en la mente, el querer salirte del estado, el resistirte a lo que te está pasando en el ahora, la falta de aceptación y querer solucionarlo rápidamente, no te da salida, te genera sufrimiento, porque estas todo tú en el estado, te conviertes en el estado, debes tomar distancia y observarlo, y para ello debes cambiar el nivel de consciencia, ir al observador, “salirte de la mente”, trascenderla; luego, podrás tomar las mejores decisiones y trabajar para “desinstalar” los patrones que ya no te sirven para una vida plena y en paz.

                                                                     Namasté 
                                                                         Juani

lunes, 11 de enero de 2016

El eterno Momento


Todo lo que es, fue y será, siempre es Aquí y Ahora. Es el eterno momento, sin tiempo; lo abarca todo, fuera de él no hay nada, es la vida. Este momento presente, sea cual sea su contenido, es lo único que es real.
El eterno presente es la conciencia de la unidad de todas las cosas, procesos y seres vivos.
Por lo general imaginamos y experimentamos la vida como una cadena de interminables momentos, donde un momento da paso al siguiente. Vivimos creyendo que viajamos del pasado hacia el futuro y que el momento presente es solo el nexo de unión, el punto de encuentro.
Esto es una equivocación fundamental, porque tanto el futuro como el pasado, sencillamente no existen, son solo proyecciones mentales. El tiempo es solo una idea, un pensamiento abstracto, un medio que utilizamos para fines prácticos, (para organizar y entender intelectualmente la vida), lo importante es no confundir el medio con la realidad.

La experiencia solo existe en este único momento en que es sentida, es decir en el momento presente, el aquí y ahora. Aunque esto pueda parecer muy obvio, es una realidad que no admitimos, puesto que normalmente estamos tan ocupados con el pasado y el futuro que ignoramos lo único que realmente importa y existe, el momento presente. Estamos tan ocupados intentando mejorar nuestra vida, que nos olvidamos de vivirla y de este modo vivimos como si nunca fuésemos a morir y morimos como si nunca hubiésemos vivido.

El maestro Eckhart lo describe magistralmente en el siguiente texto: “El tiempo es lo que impide que la luz penetre en nosotros. No hay mayor obstáculo a Dios (conciencia despierta) que el tiempo.”

Vivimos en esta equivocación, que nos conduce directamente a la autofrustración y sufrimiento. Sufrimos añorando o lamentándonos del pasado o vivimos en una proyección de un futuro mejor, e incluso podemos tener miedo de lo que nos pueda pasar en ese supuesto futuro. Vivimos sin vivir, en un  mundo inventado, y así nos escapa la plenitud de la vida.
Sin tiempo no hay sufrimiento. Nos hemos perdido en el laberinto de los pensamientos y vivimos recluidos en una cárcel mental.

  “Las rosas que están bajo mis ventanas no señalan a las rosas anteriores o a rosas mejores; son las que son y existen hoy en Dios (en el Ser). No conocen ningún tiempo.
  Las rosas simplemente están ahí, y son en cada instante de su existencia absolutamente perfectas.  Pero el ser humano se recuerda y aplaza, no vive en la presencia, mira atrás quejándose sobre el pasado o imaginando (ignorando la abundancia del presente) un futuro mejor. No puede vivir feliz y fuerte, hasta que no aprende a vivir con la naturaleza en la presencia - mas allá del tiempo.”

Con este texto, Ralph Waldo Emerson describe perfectamente como nos hemos alejado de lo único que es real.

Cuando comprendemos que solo existe el eterno momento, sin tiempo, donde todo es sanado, el Conocimiento de Uno Mismo brota de forma natural desde nuestro interior hacia el mundo, las limitaciones se disuelven y nos damos cuenta que no hay nada detrás o adelante de nosotros, solo el infinito y vasto espacio del momento presente.
                                              Somos el momento presente.
                                                                            Karsten Ramser.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Soltar viejos programas


Desapego es soltar lo viejo sin que lo nuevo haya llegado aún.
Nisargadatta

Nos encontramos en crisis cuando sentimos caducados nuestros modelos mentales y todavía no tenemos claro cómo serán los nuevos. El programa de pensamiento que hace años resolvió nuestra vida y que, incluso, fue bienvenido en su instalación y puesta en marcha, también tiene su momento de caducidad y decadencia. Cuando un modelo de vida llega a su declive, comenzamos a experimentar un “vivir de manera plana”, sin el chispazo de creatividad y sin ese sentir de que todo encaja. Atravesar este espacio de tránsito entre el final de lo viejo y el comienzo de lo nuevo, es tarea delicada. Son momentos de confusión que, a menudo, remueven emociones dolorosas, antiguas y tapadas. Y sucede que ante la muerte del viejo programa y la emergencia de lo nuevo, lo que realmente alumbra el túnel de acceso, es poner conciencia y respirar el dolor almacenado de las viejas sombras que enturbian nuestra calma.

En tales momentos, soltar es una idea clave. Dejar partir y caminar muy atentos por el filo de la navaja. Son tiempos en los que el cada día tan sólo da oxígeno para el momento inmediato y para resolver las pequeñas cosas. Sucede que tan sólo el hecho de darse cuenta de lo que pasa, ofrece claves para acelerar agonías y levantar la cortina de unas pupilas que todavía tenemos medio cerradas. Son tiempos de avanzar casi a oscuras, atentos a cada paso que, por pequeño que sea, disuelve ansiedades y pincha memorias virtuales y pasadas.

La libertad, tal vez, no está en romper relaciones con ésta o aquélla persona que nos incomoda. La libertad comienza por soltar dentro de uno mismo, y más tarde, cuando logramos que la conducta de dicha persona no nos afecte, todo cambia, ella sola se retira, se muere o simplemente la trasladan a otra tierra. La naturaleza es sabia y cuando toca renovar las hojas del otoño, soplan suaves brisas que las separan de las ramas. La vida entonces se renueva y la mirada se ensancha. Para desapegar los hilos dependientes que un día hemos tejido con otras personas y convertirlos en relación independiente y sana, pasaremos por soltar dependencias y fluir por al abismo del presente, atestiguando lo que pasa.

La libertad comienza por observar a la mente que piensa, experimentando que el veedor no es lo visto y que la identidad Real del sí mismo no es la mente que piensa, sino más bien la consciencia-testigo que la observa. Recuerde que el ojo no se ve a sí mismo, y si el yo es capaz de darse cuenta del pensamiento, es que el pensamiento no es el yo, sino del yo, de la misma forma que lo pueda ser “mi” chaqueta. Para despegarnos de la mente egoica, primero hay que abrir ese Ojo que ve el propio discurrir de las ideas y atestiguar el proceso que éstas siguen cuando brotan y se asocian.

Como dijo el sabio: Ábranse a lo nuevo, amigos, y detengan las suposiciones que, en realidad, no son más que proyecciones de memorias pasadas. Tal vez nos aguardan experiencias que creíamos deseables pero todavía imposibles, vivencias que para llegar, tan sólo requieren que ustedes se suelten y se abran. Permitan entrar al destino que, cada día, co-creamos con nuestros pensamientos e intuiciones abiertas. Déjense abrazar por La Presencia, y hoy, en algún minuto de la jornada, levanten el corazón al cielo y respiren confianza.

En realidad, lo viejo se desprende mientras lo nuevo avanza. La eternidad aguarda para hacernos libres del tiempo, para recobrar la Unidad perdida y observar la sonrisa del alma.

                         Inteligencia del Alma- J. M. Doria

martes, 22 de diciembre de 2015

Fluir con la vida


Fluir no significa pasarlo bien o disfrutar, sino navegar sin resistencia, adaptando el curso y la actitud a las condiciones externas que no controlamos. Esta falta de resistencia es la que hace que el camino sea más agradable. 

No estamos fluyendo cuando: tenemos sentimientos de frustración, enfado, envidia, celos, o tenemos la sensación de que todo es difícil, o que requiere mucho esfuerzo. 

Si le tienes que poner mucho esfuerzo, es posible que estés yendo contracorriente. 

Estamos fluyendo cuando: tenemos la sensación de que la situación es fácil, nos sentimos serenos, tranquilos, entusiasmados, alegres, confiados, aceptamos lo que sucede y nos responsabilizamos de cambiarlo cuando no es lo que queremos. 

¿Cuáles son las cualidades, o habilidades, que nos ayudan a fluir de manera natural con la vida? Flexibilidad emocional. Algo que podemos aprender de los niños, quienes pasan de la peor rabieta a la carcajada más grande en décimas de segundo. Aprender a reconocer, aceptar y sentir nuestras emociones es clave para que estás fluyan con naturalidad, en vez de resistirlas y hacer que se queden con nosotros más tiempo del necesario. Presencia. 

Vivir el momento presente por lo que es, un momento más, evitando los juicios y centrándonos en crear movimiento en la dirección que deseamos.

Aceptación. O lo que es lo mismo, ausencia de resistencia a lo que hay en el momento. Si lo esquivas, si lo evitas, si te sientes mal, a disgusto o nervioso, entonces no estás aceptando la situación o el momento. Aceptarlo es el primer paso para poder hacer algo! Ocuparse, No preocuparse! 

Si estás a disgusto en una situación responsabilízate de tu emoción y de hacer lo que sea necesario para cambiarla, si es lo que deseas.

Actitud de apoyo. Encuentra una actitud, o forma de ver la situación presente, que te ayude a sacarle el máximo provecho. Si te cuesta encontrarla, siempre puedes mirarlo desde el prima del aprendizaje. Cada momento nos puede servir para aprender algo! 

Conclusión: El arte de fluir con la vida es la habilidad de dejar atrás lo que pertenece al pasado y abrirnos a lo nuevo, o diferente, que se presenta en el presente, viviéndolo sin juicios, con aceptación y responsabilidad.

Martin Bugli

sábado, 17 de octubre de 2015

La Realidad: vivir el presente como una totalidad


Vivir la realidad es eminentemente vivir el presente; es descubrir que sólo existe el presente y que el presente es una totalidad, y que ahora yo no estoy viviendo esa totalidad porque hay una parte de mi que está pendiente del pasado que llevo dentro no liquidado, y esa parte del pasado no liquidado que llevo dentro es la que se proyecta mecánica e inevitablemente en un deseo de futuro determinado, entonces, este juego de que mi pasado dentro se está proyectando hacia mi futuro, mi idea de futuro, está impidiendo que yo viva toda la realidad que soy, y que encuentre la plenitud en el presente.

Realizarse es eliminar toda esa carga, todo ese lastre que llevamos del pasado; y cuando eliminamos todo esto, la necesidad compulsiva de proyectar hacia el futuro desaparece, y entonces, la persona descubre la dimensión ilimitada del presente, del instante. Sólo existe el instante, pero estamos resbalando por encima de ese instante porque no tenemos disponibilidad interior para vivir la situación hasta el fondo y desde el fondo, entonces, esta inercia mecánica que está funcionando en mí, constantemente me hace interpretar el presente en función del pasado y proyectarlo en función del futuro y eso es una distorsión que me está impidiendo vivir mi propia realidad a fondo, ahora, mucho más la realidad de los demás y de las cosas, porque siempre el cristal estará empañado por un pasado que me está echando sus motas negras.

Lo que afecta a la mente no es el que existan percepciones y fenómenos de conciencia, lo que afecta a la mente son todas las cosas vividas que yo no he liquidado, son todos los asuntos pendientes, deseos y temores que subsisten dentro, todo lo que son experiencias no finiquitadas, o sea no vividas del todo, no digeridas del todo.

Cuando era pequeño y luego de grande porque ya lo he aprendido, cuando tengo una experiencia desagradable, procuro olvidarme de ella, cuanto más pronto mejor, entonces, busco un estímulo que me sustituya esa cosa desagradable y esto impide que yo viva aquella experiencia desagradable del todo, que haga la digestión mental de ello, entonces esto yo lo corto, quiero que no exista porque es desagradable, lo estoy inhibiendo y así corto su digestión consciente; esto quedará allí, cortado, inhibido, no seré consciente de ello, pero estará empujando desde dentro constantemente y se traducirá en una tendencia a desear o temer, según sea la experiencia.

Si es una experiencia de dolor proyectará en mí el miedo a todas las situaciones similares a esa, inevitablemente, sin saber por qué; si la experiencia es agradable proyectará mi deseo hacia esa experiencia agradable para que esta se repita una y otra vez. Como nuestra vida está llena de cosas agradables y desagradables que no hemos vivido a fondo, nuestra mente es un tejido, una red que está llena de cosas pendientes y es por eso que nuestra cabeza no para nunca, y esto viene de toda la agitación interior que hay constantemente y afecta hasta el dormir en profundidad, porque hay tal cantidad de material dentro que está tratando de liquidarse, incluso a nivel inconsciente que no se puede llegar a descansar en profundidad.

Porque todo asunto interior que no se ha vivido totalmente, tiende a quererse vivir totalmente, entonces es esa dinámica interior que me está proyectando compulsivamente hacia algo, lo que interfiere; no es el recuerdo del pasado, es la agitación mental, emocional, vital que está implicando este pasado no completado, no vivido totalmente. Ej. Si yo he tenido problemas de sentirme disminuido, menospreciado, habrá en mí una absoluta necesidad de resolver esa situación, y resolverla definitivamente, porque sino, estaré repitiendo el mismo problema una y otra vez, y mientras yo no elimine la situación a fondo, eso actuará compulsivamente a pesar mío.

Extraído de una conferencia de A. Blay