SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

domingo, 24 de agosto de 2025

Madurez emocional



Allí donde se centra nuestra atención, es exactamente donde tiene lugar nuestra experiencia vital.
La calidad de todas nuestras experiencias viene determinada por la calidad de nuestras intenciones.
Del mismo modo que la ley de causa y efecto nos hace a todos igualmente responsables por cada pensamiento, palabra y acción que iniciamos, la calidad de nuestra experiencia = atención + intención.
¿Quién más puede ser responsable de las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y acciones que decidimos generar conscientemente?

Si podemos aceptar que esto es cierto:

¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por el amor, odiamos?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la armonía, peleamos?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la paz, elegimos el conflicto?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente ser comprensivos, elegimos ser cínicos?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la risa, elegimos la tristeza?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por una sonrisa, fruncimos el ceño?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por la gratitud, elegimos quejarnos?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por animar a los demás, elegimos competir?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por sentirnos confiados, nos sumimos en la duda?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por sentirnos bien, elegimos el sufrimiento?
¿Por qué, si podemos elegir conscientemente por ser optimistas, nos sumimos en la negatividad?

La respuesta a todas estas preguntas, y a algunas más que podamos formular en relación a por qué seguimos optando por irradiar negatividad en lugar de inspirar con la brillantez de nuestra presencia interior, es la misma.

Es porque:

En vez de optar por la madurez emocional requerida para «darnos» la atención que buscamos, preferimos representar un drama exterior para «sonsacar» esta atención de los demás.
Cuando nos comprometemos a darnos la atención que buscamos, nos comprometemos en nuestra libertad.

AHORA es el momento perfecto para optar por crecer emocionalmente. Quizás no sea la elección más fácil, pero sí la más responsable.
M. Brown


domingo, 17 de agosto de 2025

Cuando los "viejos amigos" vienen a visitarte...


Se te presenta una noticia completamente inesperada. Un suceso imprevisto, una revelación que surgió de la nada.
Algo que creías tuyo ahora se ha perdido, tal vez para siempre. 
Una vieja forma de vida ha desaparecido. 
Los viejos amigos vienen ahora a visitarte: Ese agujero en el estómago. Esa falta de aliento. Ese sentido primario de desorientación. 
¿Quién eres? ¿En qué puede confiarse? ¿Ahora qué pasará? 
El sueño de cómo "tenía que ser la vida" está muerto. Esa vieja identidad se está derritiendo. El viejo futuro se ha convertido en un vacío. 

¿La invitación?... Quédate con toda esa muerte. Respira a través de ella. Mantente presente en medio de todo ese movimiento. Conéctate a la tierra mientras el suelo viejo se abre bajo tus pies - de cualquier forma nunca fue seguro. 
Date cuenta que sólo lo falso puede desmoronarse. La vida, en sí misma, jamás puede ir mal, lo que realmente eres no puede perecer, sólo tus planes pueden hacerlo. 

"Mi vida" siempre está cambiando, esa es su naturaleza, así que permite que el cambio se dé en forma natural, y deja que lo falso se disuelva en la Vida que eres. 
Permite que la verdad se revele a sí misma, momento a momento, sin rebobinar ni adelantar la película. 
Confía en todo este aparente lío, descansa en la escena de este momento. 
Contempla la vida y la creatividad de la tormenta, tan sólo estás siendo testigo de la muerte de los sueños. 
Sé consciente de ser la profunda e inmutable calma dentro del eterno ojo del huracán. 
Aquello que eres ha sido siempre testigo del paso de las tormentas. 
La crisis no es un desastre, es nacimiento... 
Esta es tu invitación.

Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)

martes, 12 de agosto de 2025

Estar Presente es sanador


 ¿Querrías...

¿Tomar mi mano por un rato?
No necesito que me salves
No necesito que arregles nada
No necesito que sostengas mi dolor
Pero, ¿simplemente sostendrías mi mano?

No necesito tus palabras
Tus consejos
Ni tus hombros para apoyarme
Pero ¿te sentarías aquí un rato conmigo?

Mientras  fluyen mis lágrimas
Mientras se rompe mi corazón
Mientras mi mente me juega malas pasadas. 
¿Me harías saber con tu presencia que no estoy solo, mientras vago en mi interior desconocido?

Porque mi oscuridad es mía y he de enfrentarla
Mi dolor es mío y he de sentirlo
Y mis heridas son mías y de sanarlas
Pero, ¿te sentarías aquí conmigo, mientras yo valientemente me afronto todo esto, mi querido?

Porque brillo gracias a mi oscuridad
Soy hermosa gracias a mis heridas
Y fuerte gracias a mi tierno corazón
Pero, ¿tomarías amorosamente mi mano, cuando a veces viaje hacia la oscuridad?

No te pido que me quites la oscuridad
No espero que ilumines mi día
Y no creo que puedas reparar mi dolor
Pero me encantaría que te sentases un rato y me cogieses de la mano, hasta que encuentre el camino para salir de mi tierra de sombras.

Entonces, ¿podrías...
¿Sostener mi mano hasta que regrese de nuevo?"

Anónimo


domingo, 27 de julio de 2025

La ilusión del tiempo (E. Tolle)


La aceptación intelectual de algo es tan solo una creencia más, y no va a suponer una gran diferencia en tu vida. Para plasmar la verdad de que el tiempo es una ilusión, tienes que vivirla.
Cuando cada célula de tu cuerpo esté tan presente que vibre de vida, y cuando puedas sentir esa vida en cada momento como la alegría de Ser, entonces puedes decir que te has liberado del tiempo.

- Pero mañana tendré que pagar las facturas, e iré envejeciendo y moriré como todos. ¿Cómo puedo decir que estoy libre del tiempo?

El problema no son las facturas de mañana. La disolución del cuerpo físico tampoco es el problema. El problema es la pérdida del ahora; ese es el núcleo del engaño que convierte cualquier situación, suceso o emoción en un problema personal plagado de sufrimiento. La pérdida del ahora es una pérdida de Ser.

Liberarse del tiempo es liberarse de la necesidad psicológica del pasado para tener una identidad; y del futuro, para hallar nuestra realización.
Representa la transformación de la conciencia mas profunda que se pueda imaginar. En algunos casos aislados, dicho cambio de conciencia ocurre de manera dramática y radicalmente, de una vez por todas. Y cuando ocurre, suele producirse mediante la rendición total en medio de un intenso sufrimiento. No obstante, la mayoría de las personas han de trabajarlo.

Cuando has obtenido los primeros atisbos del estado intemporal de conciencia, empieza un ir y venir entre la dimensión temporal y la presencia. Empiezas por darte cuenta de que tu conciencia raras veces está verdaderamente en el ahora. Pero saber que no estás presente ya es un gran éxito: ese saber es presencia, aunque al principio solo dure unos segundos de reloj antes de volver a perderla.

A continuación con creciente frecuencia, eliges enfocar la conciencia en el momento presente más que en el pasado o el futuro, y al darte cuenta de que has perdido el ahora, eres capaz de permanecer en el por periodos más largos, según el tiempo del reloj.
Así, antes de establecerte firmemente en el estado de presencia, es decir, antes de poder ser plenamente consciente, pasas un tiempo yendo y viniendo entre la conciencia y la inconsciencia, entre el estado de presencia y el estado de identificación con la mente. Pierdes el ahora y vuelves a él, una y otra vez. Finalmente, la presencia se convierte en tu estado predominante.

La mayoría de personas no experimentan la presencia en absoluto, o bien solo la sienten accidental y brevemente en raras ocasiones, sin llegar a reconocerla como lo que es. La mayoría de los seres humanos no alternan entre conciencia e inconsciencia, sino entre distintos niveles de inconsciencia.




sábado, 26 de julio de 2025

Aprender a vivir


Le tenemos miedo a la Vida. Pensamos que en algún momento nos va a llevar a vivir algo que no queremos, que nos va a doler, que nos va a causar sufrimiento.
Es justo al revés.
La Vida, que es pura inteligencia, sabe que estamos sufriendo, sabe que hay sufrimiento y dolor dentro de nosotros. Entonces, diseña situaciones para que podamos ser conscientes de ese dolor y de ese sufrimiento. Cuando no aceptamos lo que ocurre en nuestra vida, estamos rechazándola, estamos negándonos a mirar nuestro dolor y, por lo tanto, estamos diciéndole a la Vida: “no quiero sanar ese dolor. Dame más tiempo, déjame sufrir más, déjame sentir más dolor”.
En la práctica, lo hacemos a un nivel tan inconsciente que creemos que rechazando la vida nos estamos defendiendo del dolor, pretendiendo ser felices con esto.
Creemos que evitando el dolor vamos a alcanzar la Felicidad.
Es falso, no es verdad. ¿Cuántos miles de años llevamos evitando sufrir?
Muchísimas personas creen que su vida no tendría que ser así e, incluso, piensan que están haciendo cosas mal hechas. Pero, en realidad, eso no es posible desde la perspectiva del aprendizaje, estamos aprendiendo a sentir la Vida. Se puede ver en la Vida de cualquier persona. Da igual lo que esté viviendo, da igual cómo lo esté viviendo, está aprendiendo a vivir.
Todos los seres humanos hacen aquello que creen que tienen que hacer para encontrar la Felicidad, absolutamente todos. Unos lo harán de una forma más eficiente, otros de una forma más desenfocada, pero todos estamos en el mismo propósito.
Creemos que aprender implica hacer las cosas bien, pero no tiene sentido porque, si estamos aprendiendo, lo lógico es que nos equivoquemos muchas veces.
El problema es que hemos vinculado aprendizaje igual a miedo a equivocarnos. Por eso nos cuesta tanto aprender porque no hay personas que estén abiertas a equivocarse una y otra vez en su vida. 

Sergi Torres.


viernes, 2 de mayo de 2025

Reflexionando: los cambios


Vamos a hacer un experimento. Tome una moneda. Imagínese que representa el objeto al que usted se aferra. Enciérrela en el puño bien apretado y extienda el brazo con la palma de la mano hacia el suelo. Si ahora abre el puño o afloja su presa, perderá aquello a lo que se aferra. Por eso está apretando.

Pero hay otra posibilidad: puede desprenderse y aun así conservarla. Con el brazo todavía extendido, vuelva la mano hacia arriba de forma que la palma quede hacia el cielo. Abra la mano y la moneda seguirá reposando sobre la palma abierta. Ha dejado de aferrarse. Y la moneda sigue siendo suya, aun con todo ese espacio que la rodea.

Así pues, existe un modo en que podemos aceptar la impermanencia sin dejar de disfrutar de la vida, todo al mismo tiempo, sin aferramos.
Pensemos en lo que suele suceder con frecuencia en las relaciones. Muchas veces las personas no se dan cuenta de cuánto aman a su pareja hasta que de pronto perciben que la están perdiendo. Entonces se aferran todavía más. Pero cuanto más se apegan, más se les escapa la otra persona y más frágil se vuelve su relación.

Muchas veces buscamos la felicidad, pero la propia manera en que la perseguimos es tan torpe y desmañada que sólo nos acarrea mayor pesar. Por lo general, suponemos que hemos de aferramos a fin de obtener ese algo que nos dará la felicidad.
No vemos cómo podemos disfrutar de algo si no podemos poseerlo. ¡Con cuánta frecuencia se confunde el apego con el amor! Incluso cuando se trata de una buena relación, el amor sufre a causa del apego, con su inseguridad, su posesividad y su orgullo; y después, cuando el amor se ha perdido, lo único que nos queda de él son los «recuerdos» del amor, las cicatrices del apego.

¿Cómo, entonces, podemos trabajar para vencer el apego?

Sólo conociendo su naturaleza no permanente; este conocimiento nos libra poco a poco de su dominio.
Llegamos a vislumbrar lo que, según dicen los maestros, puede ser la verdadera actitud para cambiar: como si fuéramos el cielo que contempla pasar las nubes, o tan libres como el mercurio. Cuando el mercurio se derrama por el suelo, su propia naturaleza es permanecer intacto; nunca se mezcla con el polvo.

Cuando intentamos seguir el consejo de los maestros y nos libramos poco a poco del apego, en nuestro interior se libera una gran compasión. Las nubes del aferramiento se separan y dispersan, y resplandece el sol de nuestro verdadero corazón compasivo.
Es entonces cuando empezamos a saborear en nuestro yo más profundo la euforizante verdad contenida en estas palabras de William Blake:

Aquel que se ata una Alegría
la alada vida destruye;
aquel que besa la Alegría según vuela
vive en la aurora de la Eternidad


Fuente: El Libro tibetano de la vida y de la muerte



martes, 15 de abril de 2025

Niveles de desarrollo en las relaciones humanas

 

En el mundo tan variado de las relaciones emocionales, podemos ver cinco niveles de desarrollo:


1- “Dependencia”

Es el primer escalón en la evolución de las relaciones, lo podemos ver claramente en un niño recién nacido, que depende naturalmente de su madre, pero también se da en muchos casos, por ejemplo, cuando un enamorado no es correspondido.

Se da mucho en la adolescencia, pero también en adultos, donde se proyecta en el ser amado todas las ilusiones y fantasías, creyendo no poder vivir sin la otra persona, y que conducen a la pareja a un desequilibrio donde predomina un patrón de dependencia, de sumisión y de dolor, cuando la otra persona no responde como uno quiere…

Con frecuencia se suele decir: “no puedo vivir sin ti”.

Si bien es cierto que uno puede amar mucho a una persona, y sentir lo maravillosa que es, y que si la “perdiera” se sentiría muy dolido, muy triste, ello no significa que es la única persona en el mundo, y que no se puede seguir viviendo sin esa persona, y esto generalmente se ve como algo normal, incluso las canciones románticas apoyan este modelo de dependencia, que a la larga, produce sufrimiento por el apego a la persona amada.


2º “Codependencia”

Algo así como “dos dependientes juntos”. En este tipo de relación, predomina el apego, la atadura, los celos y manipulaciones, controles, reproches, por ambas partes.

En este nivel, la pareja pasa por vaivenes de atracción y rechazo, de goce y sufrimiento; donde el amor y el odio se van alternando con facilidad.

La relación de co-dependencia se basa en uno es el complemento del otro, muchas veces tiene que ver con lo económico, uno es el sustento y la mujer permanece en casa, como sucede en parejas mayores, donde la mujer no ha trabajado fuera del hogar.

Es común escuchar en este tipo de relaciones frases como “nos complementamos y no podemos vivir uno sin el otro”.

No se trata de no definir roles, que es necesario en una pareja, sino que literalmente cada miembro en esta relación se siente la “mitad” del otro, se basa en el mito de la “media naranja”, donde uno necesita al otro, “te quiero porque te necesito” que no es igual que “te elijo, te abrazo porque te amo”.

Conviene trabajar, desarrollar con lo que a uno le falta, la mujer desarrollar sus aspectos “masculinos”, y el hombre sus aspectos “femeninos” (que no tienen que ver con la homosexualidad).

Esta estructura co-dependiente, lleva implícita la necesidad de cambiar al otro para que se ajuste a nuestros deseos, toda una manipulación emocional, muchas veces inconsciente, que lleva al miedo al abandono e incluso sentir confusión de la propia identidad.

La manipulación se trata de amenazas sutiles, una manera de decir y hacer las cosas con otros fines que los que aparecen a primera vista, actitudes de “dar pena”, “lo que me hace sufrir”, algunas personas han aprendido de niños a ser simpáticos o hacer gracias para obtener de sus padres golosinas, y demás, y estos patrones de seducción, tienden a crear la necesidad de aprobación de los demás cuando son adultos.

La codependencia, se puede ver también en personas que con frecuencia se han sentido tratadas injustamente y utilizan frases del tipo: ”con lo que yo he hecho por ti”, “no esperaba que te comportes así conmigo”, “pensaba que actuarías diferente”, “creí en ti y me has decepcionado”, “me has amargado la vida”…
También frases como “me haces tan felíz”… que depositan la responsabilidad en otra persona, tienen que ver con la expectativa que la persona se hace de cómo debiera responder el otro.

Y lo cierto es que, nadie es responsable de los sentimientos ajenos, uno debe asumir su propia independencia emocional.

De manera que, si alguien dice sufrir por tu causa, es responsabilidad de esa persona que, en nombre del amor te ha dado un “poder” sobre ella basado en un patrón de dependencia.

Tengamos en cuenta que estos patrones se forman en la niñez, en la relación que tienen los padres entre ellos y con los hijos.

La Codependencia socialmente es aceptada, ejemplo: en muchos países, la esposa al casarse figura como Señora “de” tal; generalmente decimos: mi mujer, mi marido, mi niño, con una cierta carga de propiedad…

Para salirse de los patrones tóxicos de la dependencia emocional, hay que apostar al desarrollo personal, donde uno sienta que “no necesita al otro para ser feliz, sin embargo lo elije para compartir”.


3º “Independencia”

Habla de una persona no dependiente, una persona que ha desarrollado una sensata autonomía emocional, es decir, una vida sin apegos excluyentes y con capacidad de renovarse y autogestionar los niveles de afectividad e intimidad.

Personas que no tienen que negarse a sí mismas para satisfacer las expectativas de los demás acerca de ellas.

Personas que no necesitan la aprobación sistemática de los demás y que se saben completas y auto-referenciadas, que han aprendido a buscar lo que requieren para su equilibrio, y además, saben encontrarlo.

Esto recuerda a la frase de Fritz Perls (Gestalt) acerca de la Independencia:

“Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo,

No estoy en el mundo para satisfacer tus expectativas

Y tú no estás en el mundo para llenar las mías.

Tú eres tú y yo soy yo.

Y si, por casualidad, nos encontramos, es hermoso.

Si no, no puede remediarse.”

Se trata de modelos de desarrollo que han superado la manipulación soterrada, y pueden vivir en la sociedad sin necesidad de aislarse.

Tengamos en cuenta que la soledad y el retiro es una bendición para el alma, no así el aislamiento, que resulta enfermizo y patológico.

Para llegar a este nivel de independencia emocional, se ha de haber trabajado en integrar y desarrollar aquellas cualidades que, en principio nos faltaban para expresar nuestra madurez emocional.

Aquella cualidad o habilidad que nos atrae de forma un poco exagerada del otro, es justo lo que debemos desarrollar en nosotros…

Una relación de amor en nuestra vida, es una bendición donde podemos aprender a sanar, gozar y crecer. Pasaremos por dificultades, miedo a ser abandonados, etc., pero si sabemos ver, creceremos…

Es importante tener en cuenta la diferencia entre amor y pasión: la pasión busca la felicidad en el otro, mientras que el amor busca la felicidad del otro.


4º- Co-independencia

Una relación que se basa en dos independientes unidos. Dos “naranjas enteras” que desde su autonomía e individualidad deciden unirse en sinergias de amor.

En muchos casos, este tipo de relaciones, suelen iniciarse incluso en espacios físicos diferentes, por ejemplo, en casas distintas, situación que se prolonga hasta que deciden vivir en relación de “sumas” mutuas, y no de restas.

Este es un nivel donde las personas siguen creciendo, sin apegos, y por ello con una gran capacidad de compartir, interesarse, enriquecerse y aportarse mutuamente.

Aquí no se produce ese temor a la pérdida del amor porque el otro triunfe, y el miedo a la pérdida del ser amado, es reemplazado por la confianza en la cooperación y el amor genuino.

Aquí la relación es gratuita, nadie salva a nadie de nada, ni resuelve ningún problema. Ya no se siente aquello de “te quiero porque te necesito”, sino:

“permanezco contigo, porque te amo, o, te elijo porque te amo”.

En este nivel, no se depende de la aprobación de los demás, cada miembro de la relación puede tener amistades diferentes, las reuniones familiares de uno, no tienen por qué ser necesariamente compartidas por el otro… se basa en un profundo respeto y confianza al camino maduro y consciente del otro.


5º “Inter-Independencia”

Una red de independientes, de relaciones que se encienden y activan cuando la consciencia se enfoca en cada cual, en un presente pleno, sin grietas.

La persona está más allá de las perspectivas y está abierta a una red esencial de afectividad y cooperación.

Su compromiso se establece con la calidad de la relación que es capaz de crear en este instante.

Su familia, es la familia humana, y no se siente sola porque vive creando constantemente relaciones de afecto, respeto y sinceridad.

La inter-independencia la alcanzan aquellas personas que cuando sienten el regocijo del amor, reconocen que, lo que aman en realidad no es tanto el apego carnal al rostro o a la forma del ser amado, sino que han llegado a ser conscientes del estado de consciencia que experimentan cuando interactúan con dicho ser.

Esto quiere decir, que, cuando uno quiere y desea una pareja, un hijo, un coche….en realidad lo que quiere no es esa persona o coche en sí, sino el estado mental que supone que va a experimentar cuando tenga ese coche, o abrase a esa persona, etc.

Todos los deseos del ser humano, por muy sofisticados e idealizados que sean, corresponden a estados mentales, estados vibratorios de la consciencia, que se traducen en las más variadas emociones y sentimientos: exaltación, cariño, ternura, protección, entrega… sentimientos que forman toda una gama de frecuencias, y que sólo “suceden” en el interior del cerebro, y se suelen traducir como amor y sus variantes.

Podemos decir que la motivación para ser felíz, está en la calidad del amor del sujeto amante.

Las afinidades tanto físicas como mentales y emocionales, son claves en las relaciones, sin embargo, el papel del sujeto que logra limpiar su mente de “proyecciones” que atribuye al otro, de sus carencias y sentimientos de abandono para llegar a no necesitarlo, sino simplemente amarlo, es un desarrollo que corresponde a cada cual hacer.


De cualquier forma, el amor es

un estado de consciencia profunda y esencial.

Cuando tu conectas contigo mismo, con la esencia de tu ser,

tú eres amor,

cuya experiencia en nada depende de tu ser amado.


Cuando mejor te lleves contigo mismo, más amarás a tu amada/o, a los árboles, a los pájaros, a todo el universo, incluso a tus propios enemigos.


Amar no es un pensamiento, un sentimiento, una acción,

Amar es una experiencia divina,

nacida de un profundo acto de voluntad evolutiva,

un Sí, a veces misterioso que calienta el corazón.