SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

sábado, 15 de noviembre de 2025

Psicoterapia Espiritual



La psicoterapia convencional actúa dentro del modelo médico de la enfermedad y de la curación, y se orienta fundamentalmente al alivio de los síntomas y la resolución de problemas, la Psicoterapia espiritual, pretende situar adecuadamente el trabajo psicológico dentro de un contexto espiritual.

Obviamente, la terapia convencional tiene su importancia y no hay nada malo en el alivio de los síntomas, especialmente cuando eso es todo lo que las personas y las compañías de seguros están dispuestas a pagar. Sin embargo, desde la perspectiva espiritual la mera eliminación de los síntomas, es un objetivo sumamente limitado, en el sentido de que nos impide estar completamente presentes a lo que ocurre en este mismo instante. Y es que, cuando el trabajo sobre uno mismo se centra en la eliminación de un determinado problema, o cuando nos esforzamos en ser diferentes a lo que somos, nos alejamos de la inmediatez del Ser, el único agente verdadero de la curación y de la transformación.

Si no estamos plenamente donde estamos, resulta imposible acceder a la fuente más profunda de nuestro Ser, el único lugar en donde puede tener lugar la auténtica curación.
La mentalidad fija, que sólo apunta a corregir los problemas, sólo funciona en el nivel más exterior Y burdo de las cosas. Así aunque ésa sea la mejor actitud para eliminar la capa de cal que recubre una tubería de nuestro fregadero o del sistema de refrigeración de nuestro automóvil, resulta completamente inadecuada para abordar un problema interno porque, de ese modo, sólo lograremos intensificar los problemas. Y ello es así porque, en tal caso, la parte de nosotros que tratamos de corregir se siente inaceptada o rechazada y, en consecuencia, las cosas se complican todavía más. Pero más importante todavía, es que la fuente de todo cambio reside en el flujo de nuestro Ser, un flujo que se ve obstaculizado por cualquier tipo de forzamiento.

Cuando, por ejemplo, estemos trabajando con el miedo, no deberíamos preguntarnos tanto: «¿cómo puedo superar este miedo?»,
«¿cómo puedo tranquilizarme? « o
«¿de qué modo podría evitar las situaciones que provocan este miedo?»
sino «¿cómo podría abrirme a este sentimiento?»,
«¿cómo puedo descubrir de dónde viene?» o
«¿cómo podría aprender a permanecer completamente presente con la dimensión corporal de esa experiencia y saber así realmente lo que está ocurriendo?».

Obviamente, la intención o el deseo de superar el miedo son muy adecuados, siempre y cuando no se trate de alguna forma sutil de rechazo. Y es que la actitud de alejamos de algún aspecto de nuestra experiencia, no hace sino llenar nuestro psiquismo de agujeros negros emocionales.
La auténtica curación sólo tiene lugar cuando aprendemos a estar presentes en aquellos lugares de los que antes hemos estado ausentes.

El factor curativo más importante del trabajo psicológico en un contexto espiritual reside en el poder de la presencia incondicional, lo cual supone aprender a reconocer, permitir, abrimos e indagar en nuestra experiencia tal cual es, sin tratar de alejarnos ni un ápice de ella.
Se trata de un método que requiere tanto de la presencia del cliente como de la del terapeuta y, en consecuencia, también lo denomino counseling centrado en la presencia.
Es lamentable que el sistema educativo occidental, no suela contribuir al desarrollo de la capacidad de estar presente. De hecho, bien podríamos decir que nuestra educación apunta precisamente en la dirección contraria.

La práctica de la meditación enseña a permanecer presentes en medio de todos los altibajos de la mente y, en este sentido, ha demostrado ser fundamental para el aprendizaje de la terapia y, más allá de todo eso, para ser un buen oyente, un estudiante receptivo, un buen amigo, un amante sensible y un maestro amable. Y es que, aunque la meditación implique una desconexión provisional del mundo y de sus distracciones, no tiene nada que ver con el retiro del mundo.

Al ayudarnos a descubrir una cualidad de presencia y de conciencia mucho más estable y discriminativa que el habitual torbellino en que se hallan sumidas nuestra mente y nuestra emoción, y ayudarnos a experimentarnos a nosotros mismos y a los demás más directamente, la meditación reporta considerables beneficios sociales. Entonces podemos ver a las personas más claramente, entendemos mucho mejor lo que sienten y tenemos la posibilidad de responderles de un modo mucho más empático.


John Welwood
(Psicólogo y Psicoterapeuta, Figura destacada de la Psicología Transpersonal, fue pionero en la integración de la Psicología Occidental y la Sabiduría Oriental)


viernes, 14 de noviembre de 2025

¿Por qué emprendemos la misma clase de relaciones, o tenemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera…??


Los pensamientos generan un tipo de emociones; cada emoción que experimentamos, produce una química que circula por todo el cuerpo por medio de “neuropéptidos”.

Como lo explica la neurobióloga Candace Pert (quien llamó a estos neuropéptidos “moléculas de emoción”), cada célula se comunica con las demás y todo el cuerpo sabe lo que está pasando.
Candace dice que nuestras emociones deciden “a qué vale la pena prestarles atención”.

¿Por qué  emprendemos la misma clase de relaciones, o tenemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera….?

Cuando pensamos o interpretamos algo, el hipotálamo libera al torrente sanguíneo el péptido que corresponde al estado emocional, cada célula tiene receptores en su superficie que están abiertos a la recepción de estos neuropéptidos, así que todo el organismo es afectado por el estado emocional.

Cuando los receptores de las células sufren un “bombardeo” constante de péptidos, pierden sensibilidad, y necesitan de más péptidos para estimularlos, esto nos torna adictos a los estados emocionales.
Cuando atravesamos experiencias emocionales repetidas, similares, que dan lugar al mismo tipo de respuesta emocional, nuestro organismo desarrolla la necesidad de este tipo de experiencias (adicción). Esto explica el por qué nos cuesta tanto cambiar y crear ciertas respuestas emocionales, es por esa inconsciente adicción a los distintos sentimientos, que la persona se ve condenada a repetir comportamientos, haciéndose adicta a la combinación de sustancias químicas que son propias de cada sentimiento que inunda el cerebro con cierta frecuencia. Estamos neurológicamente condicionados por nuestras experiencias para ver el mundo y estamos preprogramados para relacionarnos con los demás.

Con lo cual, se impone la necesidad de cambiar nuestros modelos internos, reprogramar nuestro cerebro, nuestros patrones emocionales, que nos afectan negativamente en nuestra vida.
Las experiencias emocionales que han sido intensas, en especial durante la niñez, quedan grabadas como creencias inconscientes incuestionables, que se convierten en verdaderos sentimientos y estados de ánimo.
De manera que la mayor parte de las convicciones que nos limitan, actúan de manera inconsciente, sin que nos demos cuenta de ello.

El cerebro sólo percibe una porción de la realidad que somos y en cuanto a percepciones, nos puede engañar totalmente.
De hecho, hay ideas que de entrada las descartamos, porque contradicen lo que nuestros propios sentidos nos muestran.
Pensemos por ejemplo, en que solo dimos realidad a la existencia de microorganismos al poder verlos en el microscopio, hasta ese momento, aunque existían, se mantenían ocultos ante nuestros ojos.

A veces no nos planteamos superar los temores, los miedos, porque nos creemos en la incapacidad de hacerlo. Pero el cerebro es maleable, y las creencias se pueden cambiar, y cuando cambiamos la manera de ver las cosas, el cerebro físicamente cambia, las redes neuronales cambian y la química cerebral se modifica, esto ya está probado por las neurociencias.

Se habla de la plasticidad cerebral, podemos “cambiar el cableado”, reordenar las conexiones entre las células o redes neuronales (neuroplasticidad), como también el cerebro puede producir nuevas células cerebrales (neurogénesis) en cualquier edad de la vida; estos son dos descubrimientos revolucionarios de las neurociencias, que puede cambiar la manera de abordar la vida, la salud.




ACOMPAÑAMIENTO  EN  PROCESOS  TERAPÉUTICOS

CONSULTA PRESENCIALES - CONSULTAS TEAMS


Juana María Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
      (Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
      (IPPNIM)
Yoga Terapéutico Integral
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación-
        Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación)
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía
        Craneosacral y Visceral, entre otras…)

www.centroelim.org        Telf.- WhatsApp  653-936-074

 


martes, 11 de noviembre de 2025

Tendencias que nos mantienen atados a la rueda del sufrimiento



Según muchas tradiciones espirituales, existen tres tendencias básicas que nos mantienen atados a la rueda del sufrimiento:

- la tendencia a rechazar lo que nos resulta difícil o doloroso, la tendencia a identificarnos con algo sólido que nos proporcione consuelo y seguridad y la tendencia a insensibilizarnos para no experimentar, de ese modo los problemas inherentes al placer y al dolor, a la pérdida y a la ganancia.

El bypass espiritual es un síntoma de la primera de estas tendencias, la tendencia a huir de lo que nos resulta difícil o desagradable. El ego débil -el ego que no se siente lo bastante fuerte como para afrontar las dificultades busca el modo de eludir los sentimientos. Así pues, el intento de escapar de los problemas no resueltos de la personalidad condicionada constituye uno de los principales peligros del camino espiritual, sobre todo para los occidentales modernos.

- La segunda tendencia -la tendencia a la identificación y el estancamiento suele ser una de las trampas más sutiles de la psicoterapia. Hay personas que encuentran tan fascinante escarbar en sus sentimientos, arquetipos, sueños y relaciones, que permanecen continuamente absortos en su mundo psicológico. Y es que el hecho de considerar al trabajo psicológico como la culminación del viaje puede abocar a un callejón sin salida que no haga sino alentar el egocentrismo. 
Como dijera Freud en cierta ocasión, nunca llegaremos a drenar por completo el pantano: por esto, el hecho de centrar desproporcionadamente nuestra atención en los estados o conflictos internos de la estructura de nuestra personalidad puede convertirse en una trampa sutil que nos impida trascenderla.

- La tercera tendencia, la tendencia a insensibilizarnos tanto de nuestra experiencia personal como de nuestra vocación espiritual, es una de las trampas más comunes de nuestra sociedad. Todos nosotros tenemos una parte a la que le gustaría ocultarse y pasar la vida realizando el menor esfuerzo posible. Esto es, precisamente, lo que conduce a las dependencias tan frecuentes en Occidente -como la dependencia de la televisión, de los espectáculos deportivos, el consumismo, el alcohol y la drogadicción formas de adormecernos y evitar así afrontar las dificultades de la vida.

Las tres dimensiones de la condición humana de las que habla la filosofía china tradicional -el cielo, la tierra y el ser humano pueden ayudarnos a sortear estos tres grandes peligros: el bypass espiritual, la absorción egocéntrica en uno mismo y la distracción que conduce a la insensibilización.

Dicho en palabras muy sencillas, somos seres que permanecemos erguidos con los pies sobre el suelo y la cabeza orientada hacia el cielo. Nuestros pies se asientan en la tierra y no tenemos más remedio que permanecer donde estamos, lo cual implica la necesidad de respetar el mundo y a nosotros mismos en el plano horizontal, algo que trata de eludir el bypass espiritual. Este es el principio terrenal.

Pero nuestra cabeza también se halla simultáneamente orientada hacia el cielo que nos rodea y nos permite ver cosas que se hallan mucho más allá de los intereses y preocupaciones ligadas a la supervivencia inmediata, como el horizonte, las estrellas, los planetas y el espacio inmenso que rodea la Tierra.

A pesar del aparente significado de las preocupaciones terrenales, basta con ascender tres mil metros para que las cosas empiecen a perder parte de su importancia. Y, si todavía subimos más arriba –como hacen los astronautas-, todo acaba convirtiéndose en una mancha diminuta.
Cuanto más ascendemos verticalmente -algo que nuestra conciencia siempre puede hacer—, más nos adentramos en el espacio insondable. Y es que la conciencia humana no pertenece tan sólo a esta tierra, y nuestra vida sólo cobra sentido en el trasfondo que le proporciona el espacio infinito. Éste es el principio celestial.

Cuando no prestamos la atención debida a estas tres dimensiones, nuestra vida se distorsiona y desequilibra.
Si sólo nos ocupamos de las cuestiones ligadas a la supervivencia y a la existencia inmediata acabamos pegados a la tierra y hundiéndonos en el fango.
Si, por otra parte, no tenemos adecuadamente en cuenta nuestras necesidades terrenales, acabamos desconectándonos de la tierra y perdiéndonos con la cabeza en las nubes.
Si, por último, tratamos de dejar de lado nuestra ternura, acabamos atrapados en la coraza del carácter que desarrollamos para proteger nuestros vulnerables centros sensibles. Y es que, aunque no tengamos el caparazón del armadillo ni las púas del puerco espín, nosotros desarrollamos las defensas del ego.

Ser plenamente humano significa tender puentes entre la tierra y el cielo, entre la forma y el vacío, entre la materia y el espíritu. Y nuestra humanidad se expresa en el corazón, en la profundidad y la ternura que se abre en la intersección entre esos dos polos.
Welwood J.


sábado, 1 de noviembre de 2025

Sé tu propia luz


Si lo que ocurre ahora influye en lo que ocurre a continuación, quizá tenga sentido echar un vistazo a nuestro alrededor de vez en cuando para poder estar más en contacto con lo que está ocurriendo ahora, para poder orientarnos tanto interna como externamente y percibir con claridad el camino que estamos recorriendo realmente y la dirección en la que estamos yendo.

Si lo hacemos, es posible que esto nos permita trazar un recorrido que sea más fiel a nuestro ser interior: un camino del alma, un camino con corazón, nuestro Camino. Si no, el impulso de nuestra inconsciencia del momento presente simplemente determina el momento siguiente. Así los días, los meses y los años pasan rápidamente sin que nos demos cuenta, sin que los aprovechemos, sin que los valoremos.

Con demasiada facilidad podemos permanecer en una especie de pendiente resbaladiza cubierta de niebla que conduce directamente a la tumba; o bien despertamos en la claridad, que en ocasiones precede al momento de la muerte y despeja toda niebla, y darnos cuenta de que lo que habíamos pensado durante todos esos años acerca de como debíamos vivir nuestra vida y lo que era importante, era en el mejor de los casos, medias verdades no examinadas basadas en el miedo o en la ignorancia, meras ideas personales que constreñian la vida y que no eran la verdad...

Nadie puede hacer el trabajo de despertar por nosotros, nadie nos puede liberar de nuestra ceguera.
Despertar es algo que solo nosotros podemos hacer. Al fin y al cabo, donde quiera que vayas, allí estarás.
Es tu propia vida la que se está desplegando.

Como dice Buda: SÉ TU PROPIA LUZ.



lunes, 13 de octubre de 2025

Psicología del despertar



Una cosa es participar en retiros y tener experiencias extraordinarias y otra muy distinta llegar a integrar las nuevas comprensiones en la vida cotidiana.
Aisladamente considerados, el trabajo psicológico y el trabajo espiritual son limitados, y el desarrollo exige su adecuada complementación.
El despertar necesita de la psicología tanto como la psicología necesita del despertar.

Cualquier psicología del despertar realmente completa deberá investigar la relación existente entre las dimensiones suprapersonales, personales e interpersonales.
La psicología del despertar subraya la necesidad de emprender una práctica en tres dominios diferentes, la meditación (en lo que respecta a la dimensión suprapersonal), el trabajo psicológico (como forma de explicar las relaciones personales) y la práctica de las relaciones conscientes (en cuanto a su dimensión interpersonal).

Cada una de estas prácticas tiene ramificaciones en las demás.
No basta con alcanzar determinadas comprensiones espirituales, sino que también es esencial desarticular las pautas emocionales y mentales subconscientes ancladas en el cuerpo y en la mente que impiden la realización de una modalidad de ser más elevada y plena.

El proceso de individuación requiere un proceso de clarificación psicológica que estimule el desarrollo de un individuo auténtico que pueda encarnar y expresar en su persona las dimensiones superiores del ser.
No sólo debemos aprender a abrirnos y entregamos a lo divino y a lo último, sino que también debemos comprender -al menos en Occidente- el modo como la maduración individual puede ayudarnos a integrar la realización espiritual en el entramado de nuestra vida personal y de nuestras relaciones interpersonales.
No sólo debemos, pues, despertar a nuestra naturaleza espiritual última, sino que también debemos crecer y convertirnos en personas maduras plenamente desarrolladas.

La psicología occidental se ha dedicado al estudio de la mente condicionada y la ha investigado de un modo tan brillante como lo ha hecho Oriente con la conciencia incondicionada. Así es como nos ha permitido comprender, por primera vez en la historia, el funcionamiento del psiquismo individual, su proceso de desarrollo, los conflictos que le aquejan y cómo reproduce, en la vida adulta, las contradicciones internas, las pautas defensivas y la dinámica interpersonal que aprendió en los primeros años de la infancia. 
Desde esta perspectiva, la curación psicológica exige la comprensión, la explicación y el trabajo con esa dinámica evolutiva.

Oriente y Occidente han dado origen a dos modalidades de psicología que se basan en métodos distintos y que apuntan en direcciones completamente diferentes.
Por su parte, las psicologías contemplativas orientales, se han basado en la práctica meditativa y enseñan el modo de alcanzar el conocimiento directo de la naturaleza esencial de la realidad que subyace más allá de nuestra mente conceptual convencional.

La psicología terapéutica occidental, por su parte, se basa en la práctica clínica y el análisis conceptual y nos permite rastrear las causas y condiciones concretas que determinan nuestra conducta, los estados de nuestra mente y la estructura global de nuestra personalidad.

Pero aunque el énfasis oriental -en la conciencia no personal y en la realización directa de la verdad y el énfasis occidental -en la psicología individual y en la comprensión conceptual puedan parecer contradictorios, también son, desde otra perspectiva, complementarios.
En última instancia, ambos enfoques resultan esenciales para una comprensión plena de los potenciales intrínsecos a la existencia humana.

El hecho es que, más allá de sus diferencias geográficas, étnicas y culturales, Oriente y Occidente representan dos facetas diferentes de nosotros mismos cuya relación podríamos asimilar a la que existe entre la inspiración y la espiración.
En este sentido, el énfasis oriental en abandonar toda fijación a la forma, los rasgos individuales y la historia se parece a la espiración, mientras que el énfasis occidental en la forma, la individuación y la creatividad personal se asemeja a la inspiración. Y del mismo modo que la inspiración culmina en la espiración, la espiración concluye en una nueva inspiración. Se trata de dos facetas tan complementarias que resulta inconcebible separarlas ya que una, sir la otra, sólo representa la mitad de la ecuación.
J. Welwood


domingo, 5 de octubre de 2025

Tu verdadero valor



Tu verdadero autovalor, no radica en lo que los demás piensen de ti, o lo que no piensen. La opinión de los demás, no es lo que te define!!!

Puedes recibir elogios, como también muchas críticas y ambos aspectos son neutros.
Ninguno de estos polos, habla de la verdad acerca de quién eres tú.
Tu autovalor tampoco está en tu cuerpo físico, ni en tu estado anímico, ni tampoco en la actividad que en este momento de espacio-tiempo estas desarrollando.

Si sientes que tienes problemas para auto aceptarte y amarte a ti mismo, piensa por un momento, a quien o a qué le has dado autoridad y poder para definirte.

Hoy medita: En qué te sostienes? :
En lo que otros piensen o digan...
En el aspecto de tu cuerpo físico...
En una relación...
En cuánto dinero tengas...
En tu profesión o habilidad...

Un sabio Indígena decía:

" QUIERO SABER QUÉ TE SOSTIENE DESDE ADENTRO, CUANDO ESTÁS SOLO..."

Hoy busca ese lugar dentro de ti que es inmutable y eterno, donde sostienes la carga energética ilimitada y única, de quién eres tú.
Una nueva felicidad y paz llenarán tu ser, porque una vez mas, recordarás quien eres...

Chary Mágica


domingo, 28 de septiembre de 2025

Aceptación desde sabiduría


Cuando tengo ira, tristeza, angustia, estrés, miedo, apego, es porque hay algo que yo no acepto. Cuando me siento obligado a hacer algo, hay algo que no acepto.

En general, cualquier situación que no sea de paz y armonía está relacionada directamente con una no-aceptación de una realidad de la vida...

Cuando una persona tiene cualquier nivel de sufrimiento interior ante algo que no acepta, su ego trata de disfrazar la situación para que no se elimine, porque si se eliminara, se eliminaría el ego mismo. Entonces todo sufrimiento ante algo externo, es una limitación mental que yo tengo, limitación que no me permite aceptar la realidad.

Si yo tengo estrés, ¿qué es lo que no estoy aceptando?
No estoy aceptando que hay una situación que es superior en un momento dado a mi capacidad de acción, y no estoy aceptando la posibilidad de que yo voy a disminuir algo porque yo creo que no puedo vivir sin eso.

Siempre está la no aceptación, cuando tú le dices esto a la vida: “Yo no aceptaría esto de ninguna manera. Yo no puedo vivir sin esto”.
La vida te va a responder: “Vamos a demostrarte que sí puedes”. Es la ley de correspondencia, a través de la no-aceptación.

Logras saber que ya aceptaste alguna situación porque en tu interior hay un síntoma inequívoco de paz interior, satisfacción, alegría, entusiasmo y energía para la acción. Cuando eso es lo que está presente, tú sabes que ya aceptaste algo. Ante la aceptación desaparece la posibilidad de sufrimiento.

Mientras yo no acepte algo, me hago correspondiente con la situación que me enseña a aceptarlo. Cuando lo acepto, esa situación ya no es necesaria. 
Entonces la persona que lucha contra algo, cada vez se hace más correspondiente con mantener esa situación.
 “Todo aquello a lo que tú le hagas resistencia, se manifestará con más fuerza contra ti”, porque esa es una ley del Universo.
Deja de hacerle resistencia a la vida, y ninguna fuerza podrá ir en contra tuya, ese es el secreto de la aceptación.
Cuando alguien tiene un rechazo a la vida, no acepta la oportunidad de aprendizaje que ofrecen las dificultades.

Cuando yo me preocupo por algo, ¿qué no estoy aceptando? ¿Qué puedo perder?
Algo que yo ya no necesito. Ese es el motivo de la preocupación; no has comprendido que jamás podrás perder lo que necesitas, y que si alguien se lleva algo es porque tú ya no lo necesitas, o lo que necesitas es la experiencia del desapego.

Cuando criticamos a los demás, no estamos aceptando las costumbres, las ideas y las decisiones de los demás... es decir, no los estoy respetando. Para dejar de sentirme mal con el comportamiento de los demás, debo ser capaz de aceptar lo que no acepto.
Por ejemplo, cada quien hace y dice lo mejor que sabe aunque se equivoque, y yo no tengo por qué ir a rechazarlo, ni a juzgarlo, ni a criticarlo... Él tiene derecho a eso, él no tiene la culpa de que yo me sienta mal con lo que él hace: esa es la reflexión para poder empezar a comprender la necesidad de aceptar a las otras personas como son.

Cuando yo no puedo aceptar algo, no puede haber un disfrute, una satisfacción. Si no eres capaz de disfrutarte algo, es porque hay algo que no aceptas. Aquello que eres capaz de disfrutar, es porque ya lo tienes aceptado.

Aquello que trae paz, alegría, entusiasmo y sube tu energía para la acción, está relacionado directamente con lo que tú ya tienes aceptado, con lo que ya tienes comprendido.

La persona con capacidad de aceptación es la persona que es capaz de ser feliz por sí misma, tiene más flexibilidad mental, más sabiduría y más amor.

Cada vez que se presenta una disparidad de criterios en una relación, el que cede (en forma consciente y voluntaria, dándose plena cuenta de lo que está haciendo) ha ganado en flexibilidad, en aceptación, en comprensión. Ha derrotado su ego. Ha ganado algo. El que gana pierde, porque dejó pasar la oportunidad de aprender algo. “Triunfó” pero quedó igual...

G. Schmedling