Si en vez de escuchar su mensaje lo ignoramos tratando de ocultarlo en las profundidades de nuestro ser, la investimos de poder para que cambie su función de emisaria y nos haga daño en nuestras vidas: estamos dejándole que gane la partida.Cuando no somos capaces de admitir nuestras debilidades, nuestra vulnerabilidad, reconocer nuestras conductas inadecuadas, entonces gana la sombra.
Cuando nos negamos a aceptar nuestra naturaleza tal y como es, gana la sombra.
Si no iluminamos la oscuridad de nuestros impulsos humanos y naturales con la luz de lo que es real, entonces gana la sombra.
Hasta que no aceptemos todo lo que somos, la sombra tendrá el poder de impedir nuestra felicidad.
Pablo Caño
Lo habitual es que ocultemos lo que nos duele, nos parece indigno e inadecuado, lo que vivimos como conflictivo para nosotros o para los demás.
La última meta de la terapia es hacer consciente lo inconsciente, poner luz en donde no hay.
Nuestro lado oscuro tiene que ver con lo que reprimimos y empujamos al fondo de nosotros, a un lugar en el que teóricamente no es visto por nadie, ni siquiera por nosotros. Porque nos genera dolor, culpa o resentimiento, nos supone vergüenza y sentimientos de no ser como deberíamos, porque tememos que no será recibido ni aceptado por los demás y que por tanto estos nos retirarán su amor.
Es cierto que en ocasiones no somos muy conscientes de esto, pero si nos detenemos e indagamos sinceramente en nuestro interior, encontraremos que estas o parecidas son las razones por las que empujamos y empujamos hacia el más profundo e inaccesible sótano de nosotros determinados aspectos o inclinaciones que nos parecen inaceptables.
En realidad, La sombra es uno de nuestros mayores tesoros. Nos permite ver los aspectos más inconclusos de nuestro ser. No es un problema que debamos resolver o algo que debamos ocultar, sino la posibilidad de ampliación del campo de nuestra consciencia y de experimentar la fuerza escondida en nuestra debilidad cuando es iluminada, aceptada, abrazada e integrada.
Es de sabios convertir en la medida de lo posible a su enemigo en aliado. Cuando dejamos de luchar en su contra y nos disponemos a escucharle, aceptando lo que dice y permitiéndonos dejar a un lado la condena, puede que encontremos una alianza mucho más fructífera que la guerra o el temor.
En el trabajo terapéutico:
- En vez de luchar, aceptamos y observamos. En vez de resistir, nos rendimos.
- Restablecemos también el contacto con nuestras capacidades ocultas.
- Ampliamos nuestro autoconocimiento y, en consecuencia, nos aceptamos de manera más completa.
- Podemos encauzar adecuadamente las emociones incómodas que irrumpen inesperadamente en nuestra vida cotidiana.
- Nos liberamos de la culpa y la vergüenza asociadas a nuestros sentimientos y acciones repudiadas.
- Reconocemos las proyecciones que tiñen de continuo nuestra opinión de los demás.
- Sanamos nuestras relaciones mediante la observación ecuánime de nosotros mismos y la comunicación directa.
- Accedemos a la integración en nuestra vida de todas nuestras partes, de todo lo que somos, lo que nos lleva a la calma interior y nos orienta hacia la plenitud.
Habitualmente dejamos ver nuestra parte más luminosa, pero escondemos con empeño la parte de oscuridad que también tenemos. Nos resignamos a no estar completos expulsando de nosotros lo que enjuiciamos inaceptable.
Nos cuesta reconocer que estamos hechos de luces y sombras, que ambas interactúan y danzan para conformarnos.
Hasta que no pongamos presencia en esta parte oscura, será difícil vivirnos desde la integración y la plenitud.
Sin el conocimiento de la sombra es imposible conocerse bien. El reconocimiento y la reintegración de la sombra nos permiten recuperar aspectos propios y ajenos que estaban repudiados.
Es el camino para conocerse a sí mismo y la primera condición del crecimiento humano.
Hacer las paces con la propia sombra y entablar amistad con ella constituye la condición fundamental de una auténtica autoaceptación pues ¿Cómo podríamos aceptarnos a nosotros mismos y amarnos de verdad si una parte de nosotros es ignorada o vista como enemiga?
Quien evita la aventura de conocer y atravesar su sombra, tarde o temprano se sentirá estresado y deprimido, atormentado por un sentimiento difuso de angustia, de insatisfacción consigo mismo y de culpabilidad, abrirá quizás la puerta a obsesiones y se sentirá arrastrado con frecuencia por impulsos y emociones. Es energía contenida y atrapada en aspectos rechazados y no mirados, que busca cualquier fisura para expresarse y reclamar su lugar.
Trabajar con la sombra en terapia es trabajar con el alma. Pues para que se produzca la alquimia en el trabajo terapéutico, no sólo tenemos que tener preparación y experiencia, sino también la destreza para ver la belleza, la fragilidad y el misterio que reside en el otro. Para distinguir el alma apresada en sus máscaras. Es un trabajo de alma a alma. Sólo así podremos ayudar a liberar todo el potencial y la verdad del ser que tenemos junto a nosotros.
Jean Shinoda Bolen
Hay una conexión entre nuestras sombras y la energía que proyectamos al mundo por medio de nuestras actitudes y acciones. En realidad los conflictos en los que sostenemos que “la pelota no está en nuestro tejado”, tienen muchas probabilidades de ser simplemente un reflejo de nuestra sombra.
Cuando nos comprometemos a explorar nuestras zonas sombrías, comprobamos cómo no sólo mejora la relación con nosotros mismos, sino también con todo lo que nos rodea.
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Juana María Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
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