SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

viernes, 11 de diciembre de 2020

El poder de las creencias

 

Cuentito: 

Un mercader de camellos, un árabe que atravesaba el desierto del Sahara, acampó para pasar la noche. 

Los esclavos levantaron tiendas y clavaron estacas en el suelo para atar a ellas los camellos. 

- Hay sólo diecinueve estacas y tenemos veinte camellos; ¿cómo atamos el vigésimo camello? - le preguntó un esclavo al amo. 

- Estos camellos son animales tontos. Hagan los movimientos como para atar al camello y permanecerá quieto toda la noche. 

Eso hicieron, y el animal se quedó quieto allí, convencido de que estaba atado. 

A la mañana siguiente, al levantar campamento y prepararse para continuar el viaje, el mismo esclavo se quejó al amo de que todos los camellos lo seguían, excepto aquél, que se rehusaba a moverse. 

- Se olvidaron de desatarlo - dijo el amo. 

Y el esclavo realizó entonces los movimientos como si lo desatara, y el camello comenzó a andar... 

Ésa es una imagen de la condición humana, de cómo estamos atados a cosas que no existen; tenemos miedo de cosas que no son... Son ilusiones, falsedades, creencias y hábitos; no son realidades. 

¿Alguna vez te has preguntado por qué en muchas áreas de la vida vivimos por debajo de nuestras verdaderas posibilidades? 

Nuestras conductas están teñidas por las creencias que subyacen en nuestro subconsciente y, en realidad, son las que determinan muchas de las capacidades y conductas que se las atribuimos al azar. 

Es necesario identificar estas creencias, muchas de las cuales derivan en miedos ocultos, silenciosos, que, boicotean nuestros esfuerzos, debilitan nuestra voluntad y hasta nos paralizan a la hora de actuar y tomar decisiones. 

Si en tu vida padeces una limitación y te hace “tropezar varias veces con la misma piedra”, y te resignas creyendo que no puedes cambiar los resultados, podrías pensar que gran parte del problema es que estás influenciado por tu manera de ver los acontecimientos, y te has olvidado que tu capacidad de salto, es más extraordinaria de lo que te imaginas. 

En primer lugar, debemos reconocer que estamos gobernados por nuestras creencias más de lo que nos imaginamos. 

Conviene observar en la niñez qué mensajes limitadores recibimos, como: “no puedes”, “no hagas eso”, “eres un inútil”, “no eres como tu hermano”, “no vales”, etc. 

Las creencias son como filtros de nuestra concepción del mundo, nos apoyan o nos sabotean. Hay creencias que restringen y creencias que expanden, unas nos tornan impotentes y las otras nos dan el poder para cambiar nuestra vida. 

Una vez que asumes una creencia, se convierte en “tu verdad”, y toda tu vida estará teñida por ella. Es como un cristal de color a través del cual vez el mundo. 

En segundo lugar: hacia dónde me conducen las creencias instaladas en mi mente. 

Examinar ideas y creencias fundamentales, es una experiencia de cambio de vida. 

Cuando cambiamos nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química del organismo. 

Podemos aprender nuevos comportamientos, nuevas formas de pensar. No estamos condenados a seguir repitiendo patrones de conducta que nos resultan tóxicos y dañinos para nuestra salud física, mental o emocional. 

No tenemos que quedarnos conectados con aquellas creencias que nos transmitieron en la infancia: eres torpe, no cambiarás, no podrás seguir la carrera universitaria, eres como tu abuelo, etc. 

A diferencia de los pensamientos, que forman activamente palabras o imágenes, la creencia actúa de manera pasiva y silenciosa. 

Si es tóxica, genera pensamientos negativos, que irán acompañados por imágenes y emociones negativas. 

Nuestras limitaciones personales responden a creencias limitantes. Si alguien por ejemplo, se cree que no merece recibir amor, se sentirá miserable por más que lo quieran, porque su creencia lo hará enfocar su atención en cualquier detalle que confirme que nadie lo quiere. 

Incluso si alguien lo amara de un modo evidente, que no se puede dudar, esta persona no llegaría a confiar por completo de ese amor, es más como las creencias generan actitudes, es probable que esta persona actúe, aunque sea inconscientemente, de manera que provoque el rechazo de los demás, para así alimentar su creencia original, con el tiempo conseguirá eso en lo que está enfocado: el rechazo. 

Así funcionan la mayoría de nuestros patrones de comportamiento. 

Todos actuamos según nuestras creencias y lo que recibimos de la vida depende de nuestras creencias profundas. 

Toda creencia despierta un potencial, 

Que genera una conducta, 

Que a su vez provoca un resultado, 

Y este refuerza la creencia inicial. 


Así una creencia negativa nos hace entrar en un círculo de acción y reacción. 

Nuestros supuestos más profundos son los que activan los cambios físicos. Si la creencia es acertada o no, si es buena o no, no tiene importancia. Una vez aceptada, será el software que manejará nuestra computadora biológica. 

Si creo que “nací para sufrir”, esta es una creencia muy tóxica para mí. 

Pero si afirmo, “todo es posible y tengo el poder para lograrlo”, esa es una creencia muy saludable. 

En cualquier proceso de evolución y de sanación es vital prestar atención a nuestras creencias, muchas inconscientes. 

Hemos de detectarlas, profundizar en ellas y cambiar aquellas que nos limitan por otras que favorezcan nuestro desarrollo y expansión. 



Te acompaño en el proceso 

CONSULTAS PRESENCIALES- CONSULTAS SKYPE 



Juana Ma. Martínez Camacho 

Terapeuta Transpersonal 
Especialista en Bioneuroemoción 
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular) 
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Psiconeuroendocrinoinmunolía 

www.centroelim.org     Telf. 653-936-074 


RECURSOS: 







jueves, 10 de diciembre de 2020

Eres más que los "estados negativos"



 ¿Te sientes con ansiedad, preocupación, tristeza, etc.?

Cuando te asalta un estado de ánimo que viene por pensamientos influidos por esquemas, patrones mentales, tiendes a buscar alternativas para salir rápidamente del estado. Quieres solucionarlo por medio del pensamiento, pero al ser el pensamiento mismo el que crea el estado, no puedes solucionarlo mientras estés atrapado en la mente.

Como dice Albert Einstein: “Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de consciencia en que se creó”. 

Si el problema surge de la mente, del pensar, debo “salirme” del pensamiento y despertar al observador, debo tomar consciencia, prestar atención.

El darse cuenta, la consciencia, tiene un gran poder curativo. El observar los mecanismos que hacen que adoptemos determinadas maneras de ser que no nos benefician, que nos invitan a estados emocionales insalubres; el darnos cuenta de los pensamientos, ideas, creencias, que dan origen al dolor y a tensiones, por viejas heridas irresueltas y que buscan salir a la superficie para ser “liquidadas”, ese darse cuenta, de por sí, es sanador, e invita a una profunda calma interior.

En Oriente, suelen afirmar que “un conflicto observado, es un conflicto resuelto”, este concepto se aplica también en psicología y, la física cuántica dice que el observador, modifica lo observado, si observamos una partícula subatómica, ésta se verá afectada en su carga y en su órbita, sólo por observarla.

                                              La consciencia es el gran sanador.

El darse cuenta no tiene que ver con el pensar, es ir más allá del pensamiento, es observar el movimiento de la mente, es ser testigo de lo que está sucediendo en un plano superficial y pasajero.

El sólo hecho de darse cuenta de los programas mentales, nos lleva a la raíz de lo que ahora nos duele, nos preocupa, y nos permite hacer algo con ello, dejar de actuar mecánicamente, poder elegir pensamientos y acciones más saludables, saliendo del automatismo.

Se trata de despertar al testigo, a nuestra identidad Real, donde la dualidad no existe, desde donde surge el potencial que somos.

En la mente pensante, el ego, hay dualidad: bien/mal, placer/dolor, alegría/tristeza, etc., son como dos caras de una misma moneda, no podemos quedarnos con una sola cara y descartar la otra, es imposible; al igual, la mente dual, intenta aferrarse al placer, al bien, a la alegría, pretendiendo descartar el “mal, el dolor, la tristeza”, y no se da cuenta, que en ese plano no puede tener lo uno sin lo otro, que si tiene alegrías, tarde o temprano tendrá tristeza, que los estados son impermanentes, que hay que ir más allá de la mente, si uno busca trascender la dualidad, salir de la ilusión, debemos Aceptar la mente, las luces y las sombras de la personalidad e ir más allá, si queremos la plenitud, la comprensión, lo real.

Entonces: ¿te sientes ansioso, triste, desanimado.....? 

CÉNTRATE,  atención.


Hay una vieja anécdota sobre Bokuju, un maestro Zen:

  Bokuju, vivía solo en una cueva. Durante el día, y a veces por la noche, decía en voz alta su propio nombre “Bokuju”, y luego se contestaba: “sí señor, aquí estoy” y no había nadie más.

  Sus discípulos, que estaban muy intrigados, le preguntaban: ¿porqué te llamas a ti mismo “Bokuju”, tu propio nombre, y luego te contestas: “si señor, aquí estoy”.

  A lo que el maestro Zen respondió: Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, entonces, pronuncio mi propio nombre “Bokuju” y me respondo “si señor, aquí estoy”, y el pensar con su carga de ansiedad, desaparece…

  Al final de sus días, durante los últimos tres años, los discípulos advirtieron que el maestro dejó de pronunciar su nombre “Bokuju” y de responderse “si señor, aquí estoy”.

  Un día, los discípulos le preguntaron:¿ maestro, porque no has vuelto a hacerlo?

  Y el maestro respondió: es que ahora Bokuju siempre está ahí.

   (Esta historia, está tomada de The Book of Secrets, de Osho.)


   Cuando te sientas en un estado de ansiedad o cualquier estado “negativo”, puedes llamarte por tu nombre y responderte, verás una diferencia, ayuda a centrarte, la ansiedad desaparecerá, porque experimentarás que, más allá del estado, en un nivel más profundo y real, la ansiedad y cualquier otro estado, no existen, al ir al Ser, al centrarte, puedes observar el mecanismo y darte cuenta que eres muchísimo más que el estado de ansiedad, y que éste, como todo estado de la mente, es pasajero y efímero. 

Mientras estás en la mente, el querer salirte del estado, el resistirte a lo que te está pasando en el ahora, la falta de aceptación y querer solucionarlo rápidamente, no te da salida, te genera sufrimiento, porque estas todo tú en el estado, te conviertes en el estado, debes tomar distancia y observarlo, y para ello debes cambiar el nivel de consciencia, ir al observador, “salirte de la mente”, trascenderla; luego, podrás tomar las mejores decisiones y trabajar para “desinstalar” los patrones que ya no te sirven para una vida plena y en paz.

                                                                                                                


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Serenidad- cuento de reflexión


El soberano de un gran reino se encontraba ya en una avanzada edad y quería asegurarse de que, antes de abandonar el mundo, le transmitía a su hijo una importante lección. A lo largo de las épocas más difíciles de su reinado, aquello había sido clave para mantenerse firme y conseguir que finalmente reinara en su país la paz y la armonía. Por alguna razón, el joven príncipe no acababa de entender lo que su padre le decía. 

–Sí, padre, comprendo que para ti es muy importante el equilibrio, pero creo que es más importante la astucia y el poder. 

Un día, cuando el rey cabalgaba con su corcel, tuvo una gran idea. 

–Tal vez mi hijo necesita no que yo se lo repita más veces, sino verlo representado de alguna manera. 

Llevado por un lógico entusiasmo, convocó a las personas más importantes de su corte en el salón principal del palacio. 

–Quiero que se convoque un concurso de pintura, el más grande e importante que se haya nunca creado. Los pregoneros han de hacer saber en todos los lugares del mundo que se dará una extraordinaria recompensa al ganador del concurso. 

–Majestad –preguntó uno de los nobles–, ¿cuál es el tema del concurso? 

–El tema es la serenidad, el equilibrio. Sólo una orden os doy –dijo el rey–: bajo ningún concepto rechazaréis ninguna obra, por extraña que os parezca o por disgusto que os cause. 

Aquellos nobles se alejaron sin entender muy bien la sorprendente instrucción que el rey les había dado. 

De todos los lugares del mundo conocido acudieron maravillosos cuadros. Algunos de ellos mostraban mares en calma, otros cielos despejados en los que una bandada de pájaros planeaba creando una sensación de calma, paz y serenidad. 

Los nobles estaban entusiasmados ante cuadros tan bellos. 

–Sin duda, su majestad el rey va a tener muy difícil elegir el cuadro ganador entre obras tan magníficas. 

De repente, ante el asombro de todos, apareció un cuadro extrañísimo. Pintado con tonos oscuros y con escasa luminosidad, reflejaba un mar revuelto en plena tempestad en el que enormes olas golpeaban con violencia las rocas oscuras de un acantilado. El cielo aparecía cubierto de enormes y oscuros nubarrones. 

Los nobles se miraron unos a otros sin salir de su incredulidad y pronto irrumpieron en burlas y carcajadas. 

–Sólo un demente podría haber acudido a un concurso sobre la serenidad con un cuadro como éste. 

Estaban a punto de arrojarlo fuera de aquella sala cuando uno de los nobles se interpuso diciendo: 

–Tenemos una orden del rey que no podemos desobedecer. Nos dijo que no se podía rechazar ningún cuadro por extraño que fuese. Aunque no hayamos entendido esta orden, procede de nuestro soberano y no podemos ignorarla. 

–Está bien –dijo otro de los nobles–, pero poned este cuadro en aquel rincón, donde apenas se vea. 

Llegó el día en el que su majestad el rey tenía que decidir cuál era el cuadro ganador. 

Al llegar al salón de la exposición, su cara reflejaba un enorme júbilo y, sin embargo, a medida que iba viendo las distintas obras su rostro transmitía una creciente decepción. 

–Majestad, ¿es que no os satisface ninguna de estas obras? –preguntó uno de los nobles. 

–Sí, si son muy hermosas, de eso no cabe duda, pero hay algo que a todas les falta. 

El rey había llegado al final de la exposición sin encontrar lo que tanto buscaba cuando, de repente, se fijó en un cuadro que asomaba en un rincón. 

–¿Qué es lo que hay allí que apenas se ve? 

–Es otro cuadro majestad. 

–¿Y por qué lo habéis colocado en un lugar tan apartado? 

–Majestad, es un cuadro pintado por un demente, nosotros lo habríamos rechazado, pero siguiendo vuestras órdenes de aceptar todos los que llegaran, hemos decidido colocarlo en un rincón para que no empañe la belleza del conjunto. 

El rey, que tenía una curiosidad natural, se acercó a ver aquel extraño cuadro, que, en efecto, resultaba difícil de entender. Entonces hizo algo que ninguno de los miembros de la corte había hecho y que era acercarse más y fijarse bien. Fue entonces cuando, súbitamente, todo su rostro se iluminó y, alzando la voz, declaró: 

–Éste, éste es, sin duda, el cuadro ganador. 

Los nobles se miraron unos a otros pensando que el rey había perdido la cabeza. Uno de ellos, tímidamente, le preguntó: 

–Majestad, nunca hemos discutido vuestros dictámenes, pero ¿qué véis en ese cuadro para que lo declaréis ganador? 

–No lo habéis visto bien, acercaos. 

Cuando los nobles se acercaron, el rey les mostró algo entre las rocas. Era un pequeño nido donde había un pajarito recién nacido. La madre le daba de comer, completamente ajena a la tormenta que estaba teniendo lugar. 

El rey les explicó qué era lo que tanto ansiaba trasmitir a su hijo el príncipe. 

–La serenidad no surge de vivir en las circunstancias ideales como reflejan los otros cuadros con sus mares en calma y sus cielos despejados. 

La serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención, en medio de la dificultad, en aquello que para ti es una prioridad.


miércoles, 5 de agosto de 2020

Adicción de comportamientos y sensaciones

El cerebro está formado por aprox. 10.000 millones de diminutas células nerviosas denominadas neuronas, cada neurona tiene entre 1.000 y 500.000 sinapsis o lugares donde se conectan con otras neuronas. Las neuronas utilizan estas conexiones para formar redes entre sí, estas células nerviosas integradas o conectadas, forman lo que denomina redes neuronales.

Una manera simple de pensar, es que cada red neuronal representa un pensamiento, una habilidad, un recuerdo, una información, etc.

Sin embargo, estas redes neuronales no están solas, sino que están todas interconectadas. Es su interconexión la que elabora ideas complejas, recuerdos, emociones. Cada uno de nosotros tiene su propia colección de experiencias y habilidades representadas en las redes neuronales de su cerebro.

Si crecimos o no en una familia de un solo progenitor, si fuimos criados o no con muchos hermanos, si fuimos o no a la universidad; nuestras creencias religiosas, nuestra cultura, los lugares donde vivimos, si fuimos amados y comprendidos de niños o se abusaron de nosotros físicamente, todo esto forma las redes neuronales en nuestro cerebro, todas estas experiencias dan forma al tejido (desde el punto de vista neurológico) con lo que está pasando en nuestra percepción y en nuestro mundo.

Cuando recibimos estímulos del ambiente que nos rodea, ciertos aspectos de esas redes neuronales van a conectarse o desconectarse y van a producir modificaciones químicas en el cerebro. Estos cambios químicos, a su vez, producen reacciones y condicionan las respuestas a las personas y acontecimientos de nuestra vida.

Desde las neurociencias podemos considerar que todas las emociones, recuerdos, las actitudes y los conceptos están codificados neuronalmente y se interconectan. El resultado es lo que se denomina personalidad. Así como las células del cuerpo se juntan e interrelacionan para producir un organismo en funcionamiento, de igual manera todas las redes neuronales se interrelacionan o asocian para producir esta entidad que llamamos nuestra personalidad.

Lo que distingue principalmente a los seres humanos de las otras especies es el gran lóbulo frontal y su proporción con respecto al resto del cerebro.

El lóbulo frontal es el área del cerebro que nos permite centralizar la atención y concentrarnos. Es crucial para la toma de decisiones y para mantener firmes las intenciones, nos permite extraer información del medio que nos rodea y de nuestro depósito de recuerdos, procesarla y tomar decisiones o realizar elecciones a partir de las decisiones y elecciones pasadas.

Sin embargo, un considerable número de elecciones dista mucho de ser libres. Gran parte de nuestro comportamiento consiste en respuestas condicionadas, aprendidas o automáticas a los estímulos. Le llamamos reacción a cada situación, como apretando un botón de “repetir” a cada estimulo.

Una segunda manera de reaccionar seria eligiendo, y es cuando conscientemente nos separamos de nuestro medio y sus estímulos, nos alejamos de nuestra conducta habitual o biológica y nos convertimos en un observador, desde este lugar, en vez de reaccionar, accionamos.

El lóbulo frontal toma la información, que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida mediante la experiencia, y los datos intelectuales fácticos, ahí podemos decir: “acá está la información que tengo, esto ha sido así, puedo elegir de esta manera”, es como si ahora apretáramos el botón de “avanzar”.

Localizan las neuronas que controlan el envejecimiento

En el primer caso, las redes neuronales biológicas realizan adicción, el cerebro reacciona ante su medio y ciertos aspectos del cerebro se vuelven centros automáticos que hacen que el cuerpo responda.

En el segundo caso, la conciencia se mueve por el cerebro y lo utiliza para examinar sus opciones y posibilidades. En lugar de que el cerebro funciones en piloto automático y nos dirija, somos nosotros los que comenzamos a utilizarlo a él. 

La conciencia comienza a tener dominio sobre el cuerpo.

Son nuestros pensamientos los que provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones.

Las neurociencias están demostrando que cuando aprendemos como se crean esos malos hábitos, no solo podemos romperlos, sino también reprogramar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.

La investigación de vanguardia está demostrando que la genética tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores, y es el estado químico en el que vivimos que hace que algunos estén encendidos y otros apagados.

O sea que cada vez que pensamos, fabricamos sustancias químicas y estas sustancias actúan como señales que nos permiten sentir exactamente como estábamos pensando.

Por lo que si tienes un pensamiento de preocupación, al cabo de unos segundos, te sientes preocupado. Lo que tenemos que comprender es que en el momento que empezamos a pensar de manera en que pensamos, empezamos a pensar de manera en que sentimos, y esto produce más química de tensión y nos cuesta mas salir del estado emocional en el que nos encontramos. Entramos en un círculo vicioso. Así se crea lo que Joe Dispensa llama “un estado de ser”, la repetición de estas señales, hace que algunos genes estén activados y otros apagados.

Registramos este estado como nuestra personalidad, decimos “soy una persona preocupada, infeliz, negativa, culposa, llena de resentimiento, etc.”., en realidad lo único que hacemos es memorizar la continuidad química y definirnos como tal.

Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por el torrente sanguíneo, rodeando nuestras células o inundando nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo, dará como resultado malestar.

Entonces, parte de la solución es cambiar la química del cerebro con nuevos pensamientos, pero no solo eso, sino que es necesario cambiar los circuitos cerebrales y redes neuronales. Podemos enseñar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, creando una nueva “mente”.

Las neurociencias dicen que si las células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una conexión más permanente. Una persona, ante una situación por más nueva que sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y otra vez, y da las mismas respuestas. Su cerebro no cambia y vive la misma mente cada dia.

Es necesario aprender a interrumpir esos ciclos a través del proceso de ser cada vez más conscientes y de experimentar que podemos cambiar el cerebro.

Esto es posible gracias a la neuroplasticidad cerebral, que no es otra cosa que poner en actividad la neurogénesis, entendida como la capacidad de modificar y desarrollar el cerebro.

La mayoría de las personas creemos que las emociones son reales, pero las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias que están internalizadas en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro.

Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico una y otra vez, entonces la pregunta clave aquí es:

 ¿Quiero cambiar? 

¿Que sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar?

 

Y si elijo cambiar, puedo generar el proceso de transformación interior, que se trata de desaprender y reaprender.

 

A medida que pensamos menos en alguna circunstancia o situación que está grabada en nuestro cerebro en forma de red, la conexión con ella se reduce hasta que desaparece.

 Conectomas cerebrales: asociación entre síntomas y redes ...

Resumiendo:

 a los largo de los años, en el cerebro se van formando circuitos y canales de pensamiento. O sea, vías físicas (redes neuronales, llamadas también redes Hebbianas) que controlan la forma en que pensamos y actuamos, y también nuestra manera de sentir.

Muchas veces, estas vías o hábitos llegan a están tan fijados que se convierten en una instalación similar a una instalación eléctrica.

Dicho de otra manera, los circuitos o canales llegan a estar tan “empotrados” que parece imposible transformarlos. Algunos actúan como surcos, y otros como tumbas que nos condenas prácticamente a morir en vida cuando son negativos. (S. Maris Marusso)

Los últimos estudios demuestran que es posible cambiar nuestra personalidad en cualquier momento de nuestra vida. Para ello, hay que convertir los hábitos inconscientes y los automatismos en un proceso de reaprendizaje. 


¿Cómo acceder a esos cambios?

 Cuando aprendemos a atraer nuestra conciencia a experiencias pasadas y memorias condicionantes, almacenadas en los receptores de nuestras células e internalizarlas como redes neuronales podemos liberarnos de esos bloqueos.

Lo podemos hacer porque no somos maquinas, ya no es correcto seguir considerando al cuerpo como una maquina en buen o mal estado de funcionamiento. Nosotros somos seres espirituales en cuerpo físico y no lo contrario.

Por falta de conocimiento de nuestra verdadera naturaleza, nuestro cuerpo se transforma en el campo de batalla de los juegos de guerra de la mente, de los pensamientos distorsionados, emociones no resueltas, de toda la negatividad que llevamos actuando en contra de nuestra salud.

Muchos nos preguntamos por qué nos enfermamos? de ahí que muchos de los trabajos más importantes para nuestro crecimiento es estimular la plasticidad del cerebro, o su capacidad de ser moldeado y configurado mediante la transformación de células y la instalación de nuevas conexiones.

Si sientes que tu vida es una suma de fracasos, si sientes que has luchado tanto y al final no ha valido la pena, si tienes sensación de carencia, insatisfacción permanente, dificultad en mantener relaciones sanas y agradables, incapacidad de comunicar saludablemente, agresividad, incapacidad de centrarte en ti mismo, miedo, culpa, falta de autoestima, de paz, de alegría, etc., debes trabajar artesanalmente para cambiar tu filtro mental.

Este filtro mental está constituido por todo lo que está escrito en tu cuerpo entero, específicamente en la memoria de tus células y en las redes neuronales que se instalaron por experiencias propias y por las que heredaste. Hoy la ciencia asegura que el 10% de nuestro comportamiento está influenciado por experiencias adquiridas genéticamente por nuestros ancestros.

Trabajar conscientemente para cambiar estas programaciones, conscientes o inconscientes, nos permitirá dejar de ser víctimas de ellas y transformarlas, ganando el poder necesario para direccionar nuestra vida hacia lo que realmente deseamos o necesitamos, viviendo con integridad más allá de cualquier desafío que debamos enfrentar.

Los pensamientos saludables tienen un efecto intenso sobre el comportamiento y los genes.

Cuando decidimos cambiar un pensamiento, una creencia o una respuesta emocional frente a cualquier estimulo, debemos cambiar o modificar la red neuronal que se instaló en nuestro cerebro producto de experiencias o informaciones que hemos recibido.


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