La escritura terapéutica, también llamada emocional o expresiva, es una técnica que se utiliza en Psicología desde los años 80 y que ha sido objeto de varias investigaciones, algunas hemos comentado, a través de las cuales se ha podido comprobar que escribir sobre nuestras emociones, es particularmente beneficioso y una buena forma de afrontar los problemas.
Es cierto que en un primer momento, se puede experimentar cierto grado de malestar y tristeza, pero los síntomas de ansiedad y depresión remiten rápidamente, así como los pensamientos indeseados y recurrentes. También mejoran las relaciones interpersonales, el desempeño en el área académica o laboral y las personas experimentan más emociones positivas.
El secreto de la escritura emocional radica en que nos permite darle un sentido a lo que estamos viviendo, integrar el evento traumático en nuestras experiencias de vida. Cuando escribimos, no solo logramos asimilar la experiencia, sino que también la despojamos de su impronta negativa y logramos adoptar una perspectiva más objetiva y racional. Por lo tanto, escribir expresando nuestras emociones nos ayuda a desarrollar una actitud más resiliente.
Cuando los sujetos hablan o escriben en torno a sus experiencias personales emocionales, experimentan mejoras significativas en sus niveles de salud física y mental, facilitándose el afrontamiento del malestar emocional (Pennebaker, Zech y Rimé).
Básicamente, este paradigma de la Revelación, presenta un modelo teórico y experimental, formulado inicialmente por Pennebaker (1989), que pone en relación la inhibición emocional y la enfermedad, por el cual la inhibición requiere un trabajo fisiológico que influye negativamente sobre la salud. Además, estos efectos se han mostrado consistentes entre diversas culturas y niveles culturales y sociales.
Progresivamente se han ido delimitando un mayor número de efectos cognitivos y sociales ligados a la revelación, que demuestran que revelar nuestro estado emocional a los otros, produce un significativo efecto positivo que facilita la reconceptualización de la magnitud del acontecimiento (Greenberg y Sa fran), además facilita la recepción del apoyo social (Davison, Pennebaker y Dickerson) del que pueden proveernos desde el entorno familiar más próximo a las redes institucionales de asistencia.
Comenzando a escribir
Para comenzar, hace falta un cuaderno y un bolígrafo o un ordenador, aunque es mejor el primero.
Se puede elegir cualquier lugar para escribir, en casa, en un parque, una biblioteca, una cafetería. También se puede llevar encima una pequeña libreta para reflexiones, anécdotas, debates internos, etc., para después poder escribir sobre ellos más detenidamente, más ampliamente.
Se puede hacer un hábito de la escritura o bien utilizarla en momentos puntuales de la vida, donde haga falta una ayuda para sacar fuerzas del interior, desbloquearse o resolver ciertos conflictos.
También se puede intercalar en un diario personal. Toda escritura es una manera de conectar con nuestro más hondo y a veces olvidado yo.
La escritura nos ayuda a reinventarnos, a buscar un centro donde colocar nuestro eje, a reinterpretar nuestra historia y a darle un sentido, convirtiéndola en un relato coherente y único donde tenemos el privilegio de ser al mismo tiempo protagonista y narrador.
También tenemos la posibilidad de reconciliarnos con nuestra soledad, porque mediante ella, los seres humanos accedemos a nuestro propio descubrimiento y nuestra propia aceptación.
La ventaja del cuaderno y lápiz es que siempre podemos llevarlos a mano, como un amigo que nos ama, escucha y comprende, que no es más que uno mismo.
Beneficios de la Escritura Terapéutica
Los efectos de escribir sobre sus propias experiencias traumáticas, generan en las personas:
- Mejora en la función inmunológica.
- Mejora del funcionamiento pulmonar en pacientes con artritis.
- Reducción de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
- Reducción del estrés mental y la ansiedad
- Mejora el estado de ánimo
- Incremento de la comprensión de uno mismo.
- Ordenar, identificar, reconocer y regular emociones, sentimientos y pensamientos. Autorregulación e integración emocional. Reconciliación de los conflictos emocionales.
- Nos permite observar y reflexionar sobre nuestros miedos, fobias, obsesiones, traumas, prejuicios…
- Aumento del autoconocimiento y la autoconciencia.
- Enriquecimiento de la voz interior y la perspectiva personal.
- Autodescubrimientos de diferentes maneras de resolver los problemas.
- Aumento y mejora de los procesos creativos y de la imaginación.
- Mejoras en indicadores de salud psicológica.
- A medio y largo plazo se reducen los síntomas depresivos, la rumiación mental y la ansiedad.
- Al escribir se ponen en funcionamiento los dos hemisferios cerebrales, que interrelacionados ayudan a la regulación del sistema límbico y el equilibrio emocional.
- Al expresar los pensamientos, sentimientos o comportamientos vinculados con traumas emocionales, se alivia el estrés, bajan los ritmos cardíacos y mejora la actividad del sistema inmune, haciendo llevaderos los síntomas de enfermedades que podamos tener.
- Una narración sobre un trauma tiene efectos positivos en la medida que se construye un escenario causal, que le da orden y explicación a lo ocurrido.
- La narración enfatiza los aspectos positivos, de crecimiento personal y de mejora de las relaciones con los otros probablemente, que se asocian sino al hecho, a las reacciones posteriores.
- Se aceptan y no se reprimen las emociones negativas, aunque tampoco se enfatizan como elemento principal –tanto un nivel muy bajo como muy alto de palabras emocionales negativas se asocia a un peor ajuste psicológico a medio plazo.
- Las narraciones más beneficiosas son aquellas en las que la persona oscila entre varios puntos de vista, a veces escribe en primera persona singular y otras en tercera persona plural, mostrando un distanciamiento y cambio de perspectiva.
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