Cuando pasa el período del enamoramiento, uno de los aspectos esenciales de empezar a ver al otro tan alejado de nuestro ideal y distante de lo que fue nuestra imagen inicial, es nuestra propia incapacidad de aceptar en nosotros algo de aquello que criticamos.
En el corto tiempo del enamoramiento, no logramos aceptar ni reconocer el aspecto que nos molesta del otro, en nosotros, ese rasgo de carácter que negamos aun en su más mínima expresión, y que nos ha permitido extrapolar en sentido opuesto. Somos unos auténticos desconocidos para nosotros mismos.
El “Yo Idealizado” lo hemos construido especialmente negándonos o no dejando surgir en nosotros aspectos rechazados. Gastamos una gran cantidad de energía en mantener una “autoimagen idealizada”, libre de esos “defectos” que el otro muestra abiertamente.
Lo que ocurre durante el enamoramiento, es que dejamos de pelear con nosotros mismos por un tiempo. Todo aquello que rechazábamos y no queríamos admitir, está en un contexto diferente y no solo es aceptable, sino querible y a veces hasta lo admiramos.
Cuando este camino se bloquea, la admiración se transforma en envidia, en comparación, etc. y ese es un tema básico para explorar en una pareja: que estoy reflejando inconscientemente afuera que no puedo ver en mí.
Al principio, el “espejo”, nos devuelve una imagen querible de nosotros, que no es perfecta, pero si verdadera. Es en el amor donde trascendemos nuestro ego.
Cuando empiezan las críticas y las descalificaciones y empezamos a cultivar el desamor, el espejo nos muestra lo peor de nosotros, justamente aquello con lo que nos peleamos interna e inconscientemente, y por lo que nos odiamos o rechazamos a nosotros mismos y al espejo.
El verdadero que algún día fuimos aparece como una fantasía, pero nunca estuvimos tan cerca de la verdad como entonces.
Es cierto que todo eso ocurre cuando se transciende el enamoramiento y llega el amor... El amor se construye entre dos y basta que uno juegue en contra, para que lo conseguido se destruya…
En una relación elegida y adulta hay una posibilidad ilimitada de crecimiento.
El conflicto en las relaciones
Cuando las personas se encuentran con dificultades en la relación, tienden a culpar a su pareja. Creen ver con claridad cuál es el cambio que necesita hacer el otro, para que la relación funcione, pero les es muy difícil ver qué es lo que ellas hacen para generar los problemas. Cuando se le pregunta a una persona sobre qué le pasa con respecto a su pareja, qué le molesta o conflictúa, suele contestar por ej. “es que él/ella es muy agresivo/a”, “es que él/ella deja todo desordenado”, y un largo etc.; es bastante difícil que la persona hable de lo que le sucede a ella ante esa actitud del otro, de lo que siente ella o lo que necesita.
Es muy diferente encarar los conflictos que surgen en una relación con la actitud de revisar "qué me pasa a mí", que enfrentarlos con enojo pensando que el problema es que estoy con la persona inadecuada.
Muchas parejas, terminan separándose a partir de la creencia de que con otro sería distinto y, por supuesto, se encuentran con situaciones similares, donde el cambio es sólo el interlocutor.
Por eso, frente a los desencuentros vinculares, el primer punto es tomar conciencia de que las dificultades son parte integral del camino del amor. No podemos concebir una relación íntima sin conflictos.
La salida sería dejar de lado la fantasía de una pareja ideal, sin conflictos, enamorados permanentemente. Tu pareja no es inadecuada, lo inadecuado es la idea de pareja perfecta.
Sufrir porque las cosas no son como yo me las había imaginado, no sólo es inútil, sino que además es infantil.
Se trata de empezar a pensar la pareja desde otro lugar, desde el lugar de lo posible y no de lo ideal. Para ello, hemos de tratar de ver los conflictos no solo como un camino para superar mis barreras y poder acercarme así al otro, sino también como un camino para encontrarme con mi compañero/a y un camino para producir el transformador encuentro conmigo mismo/a.
Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento personal. A ser mejores personas, a conocernos más, pues la relación suma. Y aunque hay dolor con el que tendremos que enfrentarnos, es cuando lo atravesamos, que ya no somos los mismos, hemos crecido, somos más conscientes, nos sentimos más plenos.
La pareja no nos salva de nada, no debería salvarnos de nada. Muchas personas buscan pareja como medio para resolver sus problemas, y creen que una relación íntima, los va a curar de sus angustias, de su aburrimiento, de su falta de sentido. Esperan que una pareja llene sus huecos.
Cuando elijo a alguien como pareja con estas expectativas, termino inevitablemente odiando o rechazando a la persona que no me da lo que yo esperaba. Después quizás busque a otra, y a otra, y a otra... o tal vez decida pasarme la vida quejándome de mi suerte.
He de resolver mi propia vida sin esperar que nadie lo haga por mí, ni intentar resolverle la vida al otro. Relacionarme con otro para poder hacer un proyecto juntos, para pasarla bien, para crecer, para divertirnos, pero no para que me resuelva la vida.
Pensar que el amor nos salvará, que resolverá todos nuestros problemas y nos proporcionará un continuo estado de dicha o seguridad, solo nos mantiene atascados en fantasías e ilusiones y debilita el auténtico poder del amor, que es transformarnos.
Y nada es más esclarecedor que estar con otro desde ese lugar, nada es más extraordinario que sentir la propia transformación al lado de la persona que amamos.
En vez de buscar refugio en una relación, podríamos aceptar su poder de despertarnos en aquellas zonas en las que estamos dormidos y donde evitamos el contacto directo con la vida, para poder ponernos en movimiento hacia adelante viendo con claridad en qué aspecto debemos crecer.
Para que nuestras relaciones prosperen, hemos de verlas de otra manera; como una serie de oportunidades para ampliar nuestra conciencia, descubrir una verdad más profunda y sentirnos más plenos. Y cuando me convierto en un ser completo, que no necesita de otro para sobrevivir, seguramente voy a encontrar a alguien completo con quien compartir lo que tengo y lo que él tiene. Este es, de hecho, el sentido de la pareja: no la salvación, sino el encuentro.
Yo contigo.
Tú conmigo.
Yo conmigo.
Tú contigo.
Nosotros, con el mundo.
Iremos explorando cómo y porqué ocurren los conflictos y como crecer en la relación de pareja, transcendiendo el ego/personalidad y conectando con el amor que somos, hacia una relación con conciencia...en el curso:
www.centroelim.org
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